Un error de campeonato
Marc Márquez, que buscaba el título mundial, descalificado por cambiar de moto una vuelta más tarde de lo debido Lorenzo gana y se queda a solo 18 puntos El catalán será campeón si vence en Japón y el mallorquín es tercero o peor
Minutos antes de que comenzara la carrera, formadas las motos, todo el equipo al completo, paragüera incluida, en la parrilla de salida, los técnicos de Márquez y Lorenzo, ambos españoles, conversaban desde la distancia:
- ¿Tú cuando vas a parar?, le preguntaba el de Honda.
- Yo, en la cinco. Bromeaba el de Yamaha.
La carrera, que inicialmente debería haber durado 26 vueltas, se había reducido a 19 giros –por miedo a unos neumáticos poco seguros, que se desintegraban por el agarre excesivo del renovado asfalto de la pista– y se imponía una parada obligatoria en el pasillo de garajes para cambiar la moto por otra con neumáticos nuevos. Había estrategia, claro. Pero quedaba poco margen para hacer virguerías. Las normas facilitadas a los equipos antes de la prueba dejaban bien claro cuáles eran las opciones de los pilotos, que no podían dar de ninguna manera más de diez giros con la misma goma. Así que la lógica decía que los corredores deberían hacer la parada entre la vuelta nueve y la diez. Se podía parar antes, claro, pero entonces el que eligiera esta opción debería parar dos veces, algo nada recomendable en términos de competitividad. Pero no se podía parar después. Y Marc Márquez, que podía proclamarse campeón del mundo este domingo en Australia, entró al pasillo de garajes en la 11. El equipo Honda se equivocó. Calculó mal. Y sumó un cero en el casillero del Gran Premio de Australia.
El catalán será campeón en Japón si gana la carrera y Lorenzo termina tercero o peor. También le basta con un segundo y un tercer puesto en las carreras que quedan
Había arrancado la carrera como siempre, sin mayores imprevistos. Solo que cada taller disponía a la puerta de la segunda moto perfectamente compuesta, con los calentadores de las gomas encendidos, y unos reglajes idénticos hasta el milímetro a los de la configuración de la máquina con la que estaban corriendo sus pilotos. Allí aguardaban al momento más crítico del fin de semana –el salto de una moto a otra en cuestión de segundos–, cortesía de Bridgestone, que trajo a Australia unos neumáticos que eran pura mantequilla, incapaces de soportar más de diez giros, impropios de un campeonato del mundo; y todo por no gastar el dinero que supone montar unos tests en condiciones antes de competir en un circuito con el asfalto totalmente nuevo.
Dani Pedrosa, fue el primero en entrar, al final de la novena vuelta. A la primera ocasión de que dispuso. Y le siguieron un montón de pilotos de la cola de la parrilla. Lorenzo y Márquez siguieron en la pista; habían decidido esperar. El de Yamaha, que lideraba la prueba gracias a un inicio fulgurante, como acostumbra desde mitad de esta temporada, tiraba con ahínco y arrastraba a las dos Honda con él. Y, como había previsto, se metió en su taller en la décima vuelta. Pero Márquez se quedó solo en la pista, camino de su sueño, sin percatarse de que no sería Australia el escenario para celebrarlo. Se equivocó. Mejor, se equivocó su equipo, según admitió el responsable de comunicación de Honda, Livio Suppo. El chico entró a cambiar de moto tan pronto como los suyos, a través de la pizarra en el muro, le indicaron con la palabra box que debía hacerlo. Pero era demasiado tarde. “Pensamos que se podía completar la décima vuelta y cambiar en la siguiente. Ha sido una equivocación”, dijo el italiano.
Y aunque Márquez llegó a montarse en la segunda moto y regresó a la pista –dirección de carrera no le mostró la bandera negra que le obligaba a retirarse hasta que pasaron unos minutos–, tuvo que abandonar poco después. Fue descalificado “por exceder el máximo número de vueltas para la parada obligada en el pit lane”. Ahí se acabó su domingo soñado en Phillip Island.
Tendrá que esperar para proclamarse el campeón de MotoGP más joven de la historia (20 años). Y lo hará si Lorenzo, que no deja nada a la improvisación, y Pedrosa, al que todavía los números le dan el beneficio de la duda, se lo permiten. El joven Márquez, que reía, ya vestido de calle, en el interior de su garaje mientras sus rivales subían al podio, tendrá otra oportunidad la semana que viene en Japón, donde puede conquistar el título si gana la carrera y Lorenzo termina tercero o peor. En todo caso, le basta con un segundo y un tercer puesto en las carreras que quedan para lograrlo.
La carrera, por cierto, la ganó un Lorenzo exultante. Inalcanzable la Yamaha, mejor: su Yamaha, ahora que Casey Stoner, que había ganado en este circuito los últimos seis años, ve las motos desde el muro. Completado el cambio de moto, siguió ampliando a cada giro su ventaja con Pedrosa, segundo merced a la equivocación de su compañero. Y terminó sacándole casi siete segundos en este circuito tan amable con la M1, con sus curvas rápidas; tan atractivo, con sus curvas ciegas. Tras un año en el que fue a remolque, empequeñecido por el poderío de las Honda, el mallorquín vuelve a estar cerca de Márquez. A solo 18 puntos. Y con dos carreras por delante todavía puede ocurrir cualquier cosa.
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