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El Valladolid, sobre la bocina

La entidad pucelana, con siete millones de euros de deuda, sortea la desaparición al límite del plazo y configura su plantilla en apenas 15 días

F. SÁEZ
Los nuevos jugadores del CB Valladolid Panagiotis Vasilopoulos, Dimitris Haritopoulos, Marcos Suka-Umu y Hördur Vilhjálmsson posan acompañados del entrenador, Ricard Casas, durante su presentación.
Los nuevos jugadores del CB Valladolid Panagiotis Vasilopoulos, Dimitris Haritopoulos, Marcos Suka-Umu y Hördur Vilhjálmsson posan acompañados del entrenador, Ricard Casas, durante su presentación.R.García (EFE)

La carrera para llegar simplemente a la línea de salida ya ha sido tortuosa. A menos de un mes para el comienzo de la Liga, el CB Valladolid no tenía ni presidente, ni entrenador ni jugadores. Era una institución vacía en plena zozobra económica tras años de penurias que tuvieron su punto de inflexión el 11 de octubre de 2010, cuando decidieron acogerse al concurso de acreedores. Antepenúltimos la pasada temporada, los pucelanos ya se salvaron del descenso y la presumible desaparición en 2012, cuando conservaron la categoría por la renuncia al puesto de los equipos ascendidos —también asfixiados por la crisis—. Esta vez la pirueta para mantenerse en la élite ha sido aún mayor.

A finales de agosto, el exjugador Mike Hansen dimitió como presidente, tan solo dos meses después de asumir el cargo, “ante la falta de recursos económicos” y reconociendo una deuda acumulada que ascendía a más de siete millones de euros. “No puedo involucrar a nadie en un proyecto que no vamos a poder gestionar, al no haber encontrado un patrocinador ni haber obtenido una línea de crédito”, explicó Hansen. “Nadie puede hacerse cargo de una deuda a corto plazo de 2,5 millones de euros”, la acumulada en los dos últimos años, tras salir del concurso de acreedores; “pedimos un crédito de 800.000 euros para poder sufragar gastos y configurar el presupuesto, pero debido a la situación de crisis económica, no ha sido posible. Seguir adelante sería un suicidio”, contó en su renuncia.

Luis Antonio Gómez, Juan Vela e Ignacio Zarandona han asegurado casi un millón de euros para poder completar la temporada

El club quedaba entonces en manos de la Fundación Baloncesto Valladolid, con la misma directiva improvisada que ya asumiera el mando tras la marcha de José Luis de Paz la pasada temporada, con un equipo de empleados a los que se les adeudaba un año de salario, sin entrenador y con un solo jugador en la plantilla, el base Antonio Izquierdo —una de las tres únicas piezas que continúan con respecto al curso pasado junto a Antonio Porta y Nezdad Sinanovic—.

A falta de un mes para el comienzo de la Liga, Luis Antonio Gómez, Juan Vela e Ignacio Zarandona, al frente de la Fundación, se pusieron manos a la obra para obrar el milagro. Primero aseguraron la cantidad, cercana al millón de euros, que configura el presupuesto del equipo para poder completar la temporada. Sin el respaldo de un patrocinador principal y sin el crédito que habían negado a Hansen, la cantidad se recaudó a través de la aportación de pequeños patronos y algún modesto patrocinador de la ciudad. Después buscaron entrenador y comenzaron a fichar contrarreloj.

Al banquillo llegó el manresano Ricard Casas, que dirigió la pasada temporada al Lleida en LEB, y que en su larga trayectoria ha dirigido a tres equipos ACB: Manresa, Valencia y Menorca. Después, en apenas 15 días, llegaron los refuerzos a coste cero: dos griegos (Haritopoulos y Vasilopoulos), dos estadounidenses (Luther Head y Akeem Wright), un islandés (Vilhjalmsson) y un jamaicano (Omari Johnson). “Hay que tener paciencia e inteligencia para formar un equipo competitivo por extraño que pueda parecer a estas alturas, donde la mayoría de clubes de ACB llevan ventaja de trabajo deportivo”, analizó el técnico en su presentación apelando a la tranquilidad para coger vuelo. “Levántate y despega”, fue precisamente el lema elegido por los responsables de la campaña de abonados, que se presentó hace 10 días y que regalará a los primeros 1.500 abonados un viaje de ida y vuelta a cualquier destino de Europa”.

Sobre la bocina, el Valladolid alcanzó el cupo necesario de jugadores, presentó la documentación en tiempo y forma y la Liga dio luz verde para que el polideportivo Pisuerga vuelva a acoger baloncesto de Primera. Tras otro verano turbulento el Pucela estará en la parrilla de salida. El martes abrirá el curso frente al Madrid.

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Sobre la firma

F. SÁEZ
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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