Koke ya sabe dónde sentarse
Compañeros y técnicos aprecian la gran capacidad física y técnica del medio y su madurez
“Rapidito, que estoy muy liado”, dice Koke (Madrid, 21 años) mientras se encamina apresurado hacia la sala de prensa del Cerro del Espino, donde le aguardan un par de entrevistas radiofónicas. Acaba de atender a una televisión y a un diario deportivo. El centrocampista en el que Diego Pablo Simeone aprecia el sacrificio, la llegada y el sentimiento pasional por el juego que él tuvo como jugador regresa en plena explosión futbolística y mediática al escenario en el que plantó en el centro del campo una bandera del Atlético tras conquistar la Copa del Rey. Lleva dos goles y cinco asistencias este curso, y ya es internacional absoluto tras pasar por todas las categorías inferiores de la selección. Su conexión con Diego Costa le ha dado 10 de sus últimos 16 goles, y es una de las grandes amenazas para el Madrid. “Con Diego es fácil entenderse, basta una mirada porque sus desmarques son muy buenos”, dice.
“La evolución de Koke es digna de estudio. Es el futbolista que más ha progresado en los tres años que yo llevó aquí”, asegura el brasileño Filipe Luis. “No me ha sorprendido su explosión porque ya le conocía. Es muy completo y su progresión no tiene techo. Abarca mucho campo tanto en la presión como en el repliegue y tiene un toque de balón exquisito”, le reconoce David Villa. “Juega en los cuatro planos, arriba, abajo, derecha e izquierda, por el sentido espacial y táctico del juego que tiene. Ya se veía que era un jugador de buen toque y de mucho recorrido. Los registros físicos que manejábamos en cuanto a su resistencia eran de los mejores”, añade Amorrortu, exdirector de la cantera del Atlético. Simeone achaca “su crecimiento imparable” a que ya tiene casi 100 partidos en Primera.
La timidez fuera del campo persiste en Koke, aunque ya no es aquel chico silencioso que horas antes de debutar con el primer equipo en el Camp Nou, en 2010, y tras haber llegado el primero al autobús del equipo, no se atrevió a subir hasta que llegó el capitán Antonio López y le preguntó dónde se podía sentar.
“No tiene techo, ocupa mucho campo y tiene un toque de balón exquisito”, le elogia Villa
Koke se ha educado por igual en los códigos cuartelarios que imperan en las canteras que los del fútbol de la calle. Se crió en la Colonia de Taxistas de Vallecas, a unos solo unos pasos de Negredo. A pocos futbolistas del Atlético le describen más sus orígenes esas camisetas de entrenamiento cortadas por encima de los hombros. O los pelos de punta, tan cuidadosamente levantados como despeinados. Y pocos canteranos rojiblancos han seguido ayudando a los utileros a llevar el material pese a haber abandonado su condición de novato. Su irrupción como uno de los volantes más decisivos del campeonato, la confirmación de su manera de enguantar la pelota, ha provocado que los motes se le amontonen alrededor de su eficaz golpeo a balón parado, una de las armas que tendrá que contrarrestar esta noche el Madrid. Sobrenombres como Minipantic y Milinko Koke homenajean al especialista de la estrategia del histórico equipo del doblete. “De pequeño sacaba alguna falta o algún córner, pero había gente que golpeaba la pelota mejor y yo no era el encargado de hacerlo. He mejorado con los entrenamientos después de que Simeone confiara en mí para ese tipo de jugadas”, asegura. El último apodo, Kokinho, que se lo puso un empleado del club para azuzarle en sus citas con los medios, también le emparenta con su primera referencia infantil, el brasileño Juninho.
“El día que Koke tenga la precisión que tú tenías en el golpeo de balón se saldrá”, le decían sus amigos, no hace mucho, a Borja Resurrección, el hermano mayor. Antes que Koke, Borja fue uno de los proyectos de jugador más interesantes de la cantera rojiblanca de los últimos 10 años. Las lesiones le apartaron del fútbol y ahora combina la regencia de una tienda de deportes en un barrio del norte de Madrid con su condición de entrenador. “Más que progresión técnica, ha habido una progresión física en la aplicación de su técnica. Siempre ha sido un correcaminos, pero ahora está adaptado al ritmo de Primera. Su cuerpo se ha hecho. Con las pulsaciones tan altas, tener esa precisión es difícil”, concluye su hermano.
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