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Johan Cruyff nunca fue neutral

Enfrentado a Rosell, el exjugador y extécnico de ambos equipos no estará en el estadio

Ramon Besa
Cruyff, hace unos días en el Estadio Olímpico de Ámsterdam.
Cruyff, hace unos días en el Estadio Olímpico de Ámsterdam. efe

Johan Cruyff nunca fue neutral sino que siempre tomó partido. No debe extrañar por tanto que hoy no acuda al Camp Nou a pesar de que por vez primera se enfrentan oficialmente los dos equipos con los que ha forjado su leyenda — el Barça y el Ajax— y podría decir con satisfacción: que gane el mejor. Ha dicho el exfutbolista y exentrenador azulgrana y ajaccied que no volverá al estadio mientras el presidente sea Sandro Rosell. “Voy con el Ajax”, respondió cuando fue requerido por la RTL Tampoco es que sea un fanático del club de Ámsterdam. Ha mantenido muchos pleitos con directivos y la última vez que se refirió al actual técnico, Frank de Boer, no fue para felicitarle: “Cualquiera no puede conducir un fórmula 1 simplemente por tener el carnet”. De Boer respondió ayer adecuadamente: “Aunque celebro que vaya con nosotros, el corazón de Johan es mitad azulgrana y mitad rojiblanco”.

Cruyff es del Cruyff FC. No es patrimonio de ninguna entidad ni representante de ningún club sino que responde por su marca, expresada en una idea de juego que funciona como una religión y que, como tal, no tiene fronteras. Los apóstoles del cruyffismo nunca fueron directivos sino futbolistas y técnicos como Pep Guardiola. Cruyff está peleado ahora con los rectores del Barça de la misma manera que desafió a los del Ajax cuando se retiró como jugador a los 37 años en el Feyenoord y responsabilizó a la federación holandesa de su renuncia al Mundial de Argentina 1978. No es fácil llevarse bien con Cruyff, y asumir la gestión de sus cosas, como se llama peyorativamente a sus exigencias, se considera muy complicado. Ningún ejemplo mejor que el de Rosell. Asegura el presidente que le admira como jugador y técnico y en cambio no siente el mismo respeto como persona. Una manera de trocear al personaje de acuerdo a sus intereses.

—Señor Rosell, ¿sigue siendo cruyffista?, se le preguntó ayer después de que Cruyff declinara acudir al almuerzo oficial de hoy entre las directivas de los dos clubes -sí acudió al Miniestadi a presenciar el partido entre los dos juveniles: Barça, 4; Ajax, 1—. “Conceptualmente sí”, respondió el presidente del Barça.

Rosell ha corregido una por una las decisiones que tomó el anterior presidente, Joan Laporta, un cruyffista declarado: le retiró el cargo de presidente de honor por entender que fue concedido de manera arbitraria y antiestatutaria y le ha pedido cuentas sobre el dinero que recibe de la Fundación del Barça. Cruyff devolvió la insignia institucional, ha mostrado el destino de los euros recibidos del club y ha tomado las de Villadiego después de sembrar dudas sobre la convivencia de Messi con Neymar. La actual directiva ha encontrado en Neymar la posibilidad de evocar la figura de Ronaldinho, el futbolista brasileño que fichó Rosell siendo vicepresidente de Laporta cuando Cruyff aconsejó al entonces director deportivo Txiki Begiristain que incorporara la triple A del Valencia (Ayala, Albelda y Aimar).

El holandés solo responde por su propia marca, un estilo que es como una religión

A Cruyff se le utiliza para bien o para mal en el Barça, según las circunstancias, en función de quien manda. Fue la bandera del club como futbolista en 1974 después del 0-5 del Bernabéu hasta ser despedido en 1978 porque le acusaban de limitarse a sacar los fuera de banda. Humillado en el Motín del Hesperia, Josep Lluís Núñez se aseguró la silla presidencial en 1988 cuando le contrató como técnico y parió el dream team, cuyo legado continúa en vigor en estadios como el Camp Nou. Aunque tuvo que salir por piernas como técnico, esperó pacientemente hasta que el barcelonismo cayó en una profunda depresión con el mandato de Joan Gaspart y regresó como asesor áulico de Laporta. Hasta la elección de Rosell. Así las cosas, no se sabe muy bien qué forma parte del patrimonio barcelonista y, como tal, se supone que está a salvo de los cambios de directiva.

Aunque su legado admite matices, Cruyff convirtió a un equipo victimista como era el Barça en desacomplejado y ganador, y también en el genuino representante de un estilo de juego inspirado en el Ajax campeón de Europa en los setenta (1971, 1972, 1973) y en 1995. Ambos clubes se admiran y se quieren desde que se emparentaron con Rinus Michels, llegado al Camp Nou en 1971, y Johan Cruyff. Ha habido un trasvase continuo de futbolistas. El nexo, en cualquier caso, siempre fue el mismo: Johan Cruyff, personaje único, radical, siempre contracorriente, capaz de no asistir al partido en que por primera vez en la historia se enfrentan los dos clubes de su vida: Barça-Ajax.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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