Rins vence a Viñales en un duelo magnífico
Segundo y tercero del Mundial, los perseguidores de Salom en la general aprovechan su mal fin de semana (cuarto)
Al primer compás, una caída. Ni siquiera completó una vuelta. Valentino Rossi había seguido su evolución durante todo el fin de semana, el de su estreno en el escenario mundialista. Y él, Luca Marini, el hermanísimo, de 16 años, se fue al suelo solo y sin remedio. Y lo mismo le ocurrió apenas un par de minutos después al chico que salía desde la pole, al único capaz de compartir algún podio este año con la nómina de pilotos españoles que monopoliza la categoría pequeña: Jonas Folger. Iba el primero, liderando un pelotón en el que se colaron algunas sorpresas, como el malayo Khairudin o el italiano Antonelli, aspiraba a subirse al podio, otra vez. Pero el germano terminó impactando sobre el duro asfalto tras una tremenda sacudida de su moto. Acababa de comenzar la tercera vuelta. Y ahí terminó su carrera. El primer diagnóstico apunta a una pequeña fractura en el maléolo de la pierna izquierda y a una distorsión acromioclavicular.
Otra lesión, pero en el talón, ha tenido en muletas a Salom, el líder de Moto3, las últimas semanas desde que se lesionó en Indianápolis. Aun así, ganaba carreras a la pata coja. Ya sin ayudas para caminar, tomada la decisión de evitar el quirófano, el mallorquín se tropezó con Misano. Y se le atragantó más que aquel huesecito fuera de sitio. Malas sensaciones, una caída en los libres y segundo domingo que se queda fuera del podio. Al final, en una pelea en grupo que le llevó de cabeza durante toda la prueba, mientras sus rivales brindaban un duelo magnífico, pudo salvar la cuarta posición. Esos 13 puntos son muy valiosos. Porque sus contrincantes no aflojan.
El ritmo que imprimieron Viñales y Rins, Rins y Viñales, fue tal que en solo cuatro vueltas ya nadie les perseguía por esta corta pista
Este fin de semana, en la Riviera de Rimini, mientras algunos rezagados alargaban las vacaciones de verano, ofrecieron un espectáculo del bueno. Se deciden las carreras de Moto3 en las últimas vueltas, pero suele haber cuatro y hasta cinco aspirantes a la victoria. No esta vez. El ritmo que imprimieron Viñales y Rins, Rins y Viñales, fue tal que en solo cuatro vueltas ya nadie les perseguía por esta corta pista. Primero perdieron de vista a Folger. Luego, mientras Salom o Márquez trataban de escalar posiciones (salían el noveno y el décimo, respectivamente) ellos abrían distancias con el segundo grupo.
Su ventaja era cada vez mayor hasta que empezó a asomar por allí el joven Márquez, con un ritmo tan veloz que les recortaba tres décimas por vuelta: de adelantamiento en adelantamiento se coló en tercera posición. Pero cuando quiso alcanzarles, cuando ya les divisaba, a lo lejos, a la salida de las curvas (a poco más de un segundo), se había quedado sin goma. Así que tuvo que conformarse con subir al podio y no participó en la batalla final, la que decidió al ganador. Fueron tres vueltas en las que se olvidaron de trazar fino y apuraron las frenadas como nunca, vista la ventaja que tenían con el resto, ya solo contaba cruzar la meta antes que el otro: Rins, que había cedido en la segunda mitad de la carrera el liderato a Viñales, fue el que atacó primero. Fue al final de la recta de meta.
A dos vueltas, se lanzó Viñales, consciente de lo importante que era volver a ganar y en aquel semicírculo que es la curva ocho recuperó la posición. Casi la pierde, una vuelta más tarde, en aquella misma zona del circuito; instantes después, Rins lanzó el ataque definitivo, después del Curvone, entre las curvas 13 y 14, antes de las dos a la izquierda que dan paso a la recta de meta. Es su cuarta victoria del año. Y ya solo está a dos puntos de Viñales, y a 21 de Salom. La lucha vuelve a ser a tres bandas.
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