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Lorenzo está de dulce

El balear aprovecha las mejoras de Yamaha y bate a Márquez y a Pedrosa gracias a un explosivo inicio y un gran ritmo Los dos pilotos de Honda protagonizan un bonito duelo

Nadia Tronchoni
Jorge Lorenzo, durante la carrera de San Marino.
Jorge Lorenzo, durante la carrera de San Marino.GIUSEPPE CACACE (AFP)

Estaba de estreno. Y en uno de sus circuitos predilectos. Era el momento. Sabía que debía aprovecharlo. De ahí el mal humor en el primer entrenamiento. Y en los del sábado. Las cosas no iban como él quería, no se encontraba cómodo, no había forma de dar con el agarre en ese asfalto, siempre bacheado. Lorenzo, el ceño fruncido, el pelo mucho más corto, recordaba al Jorge de su adolescencia, el que no sabía perder. Los gestos de rabia. Los desaires. La ironía. Es la tormenta que precede a la calma. A la felicidad que acompaña al salto en lo más alto del podio. A los agradecimientos que no han llegado en todo el fin de semana y que se amontonarán en su boca el domingo. Porque lo que ocurría es que él quería más. Unas pequeñas modificaciones la mañana de la carrera y listo.

Lorenzo es el campeón del mundo y no quiere tirar la toalla. Por eso se ha pasado meses machacando a esos japoneses que se han dejado los sesos y el dinero en un cambio de marchas como el de la Honda. Porque lo quería ya. Porque creía que necesitaba algo de ayuda de su Yamaha. Él solo no podrá con Márquez. Así que cuando llega el día del estreno sabe que debe responder sobre el asfalto. Y que los lamentos se conviertan en alegrías. De modo que él, su M1 y su cambio seamless se visten de gala y saltan a la pista. La salida es perfecta. Hace años que el mallorquín aprendió a escapar en cuanto se apaga el semáforo. Y esta nueva pieza insertada en su motor ayuda a que la moto haga menos caballitos. Así que el de Yamaha sale lanzado. Es un experto en abrir distancias con el depósito lleno. En tres curvas marca la diferencia. Y en solo tres vueltas la diferencia con el segundo, Pedrosa, es de 2,2 segundos. Ya nadie se le acercaría.

Es un experto en abrir distancias con el depósito lleno. Y en solo tres vueltas la diferencia con el segundo, Pedrosa, es de 2,2 segundos. Ya nadie se le acercaría

Martilleó el cronómetro como en sus mejores tiempos, calcó una vuelta detrás de otra, incluidas las vueltas finales. Es lo que tiene el seamless, una caja de cambios que no permite que caigan las revoluciones entre una marcha y otra, que no necesita del embrague para engranar marchas en aceleración a la salida de las curvas, que convierte a su Yamaha en una moto mucho más estable y ayuda a conservar los neumáticos, lo que ya es, de por sí, uno de los puntos fuertes del español. Más si rueda en un circuito como Misano, con pocas frenadas fuertes, con curvas pronunciadas, muy corto, donde ha ganado los últimos dos años. La suya es una victoria por puro convencimiento. Y le insufla moral para afrontar el tramo final de la temporada. Es el segundo triunfo consecutivo. Y con él se coloca segundo del Mundial, empatado a puntos con Pedrosa pero por delante de este pues cuenta con más victorias: cinco, por solo dos del de Honda.

En cabeza, cómo no, sigue Márquez, con 34 puntos de ventaja en la general y otra exhibición que añadir al listado de proezas en el año de su debut en MotoGP. La última trataba de reponerse de los errores. El catalán hizo de nuevo una mala salida. Es la única lección que aún no ha aprendido. Le cuesta entender en qué punto concreto debe dejar el embrague y acelerar. Así que de poco le sirvió salir desde la pole. Cayó a la tercera posición y vio cómo Pedrosa se alejaba en los primeros giros. Le han enseñado a tener paciencia en los primeros compases de la carrera y quiso tomárselo con calma. Pero tras solo cinco vueltas se vio tan cerca de su compañero de equipo, al que atrapó muy rápido, que amagó con un adelantamiento fallido —“me cuesta mucho frenar la moto con el depósito lleno”, concedería— y, para evitar un choque, se abrió tanto que perdió la trazada y la tercera posición a manos de Rossi. Se alejó de nuevo. Y tuvo que volver a empezar. Pero no perdió los papeles. Y, como acostumbra desde pequeño, se empeñó en camuflar sus errores. Así que decidió ir a por la victoria. Cazó a Rossi y lo adelantó en cuanto llegó a su altura. No podía perder tiempo si quería alcanzar a Lorenzo.

Había cubierto la mitad de la prueba cuando empezó el verdadero ataque. Pero Lorenzo estaba ya demasiado lejos. No aflojaba el de Yamaha. Pedrosa, en cambio, estaba a solo un segundo. Podía olerle, verle. A falta de 11 vueltas volvió a acercarse mucho, entre las curvas ocho y 10, en ese mismo punto en el que se había caído por la mañana, donde adelantó a Rossi. Pero esperó. Y nada más pasar la meta aprovechó el cambio de dirección en el segundo viraje para tomarle el interior a Pedrosa. No sería la última maniobra de un bonito duelo.

Porque Dani, que dijo que había llegado el momento de arriesgar, no quiso faltar a su palabra. Faltaban seis giros y le buscó las cosquillas al novato en aquella décima curva. Márquez tuvo que levantar ligeramente la moto para no tocarle. Pero, como las devuelve todas, se acercó los pianos en la curva 14, la de la última oportunidad antes de que dos rápidas a la izquierda den paso a la recta de meta. Y se la devolvió. Pedrosa tenía suficiente. No lo volvió a intentar. Y el líder, que cometió otro error poco después, se redimió con un segundo puesto. Y ya lleva 12 podios en 13 carreras.

Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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