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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un asunto de interés de España

La candidatura de Madrid debe ser analizada desde una perspectiva que supere cualquier consideración local

Un guardia custodia el acceso al hotel de Buenos Aires donde se decidirá la sede.
Un guardia custodia el acceso al hotel de Buenos Aires donde se decidirá la sede.D. FERNÁNDEZ (EFE)

Hace una década, cuando la candidatura para que Madrid organizase los Juegos Olímpicos de 2012 tomaba impulso, España atravesaba un periodo muy distinto del presente. A nadie se le escapan las diferencias. Sin embargo, la situación en la que nos encontramos en estos momentos no hace más que incrementar el valor añadido de la candidatura de Madrid 2020. Si entonces esa aspiración era importante para una ciudad decidida a dar a conocer en el mundo su carácter emprendedor y cosmopolita, hoy adquiere una dimensión superior. Ya no se trata de dar a conocer la realidad de Madrid en el exterior, sino de presentar a España como un país renovado, capaz de cumplir sus compromisos. A ese efecto se sumaría otro, como es el de acelerar la recuperación de la actividad económica y, por tanto, la creación de empleo. Por tanto, la candidatura de Madrid debe ser analizada desde una perspectiva que supere cualquier consideración local. Si ser elegidos para organizar los Juegos Olímpicos de 2020 siempre fue una posibilidad buena para Madrid, ahora lo es para España. Estamos, en consecuencia, ante un asunto de interés general. Así lo debemos entender el conjunto de los ciudadanos y de las Instituciones.

Cuando la tercera candidatura consecutiva de Madrid para organizar unos Juegos Olímpicos está a punto de llegar a su fin, con independencia de la decisión que adopten los miembros del Comité Olímpico Internacional mañana, es tiempo de valorar el equipaje con el que Madrid y España han llegado a Buenos Aires. Junto a la ilusión que requiere acometer un proyecto como es organizar unos Juegos Olímpicos —quizá el acontecimiento más universal de cuantos se convocan regularmente— viaja la experiencia acumulada en las citas de Singapur y Copenhague. De ahí que se pueda afirmar que la perseverancia y el afán de superación son elementos intrínsecos de la propuesta de Madrid. Simultáneamente, esa reiteración constituye una sólida garantía de que no se ahorrarán esfuerzos a la hora de convertir en realidad un proyecto olímpico cuya ejecución —es importante recordarlo en estos momentos— no requiere inversiones a fondo perdido. Es más, se trata de un modelo de Juegos Olímpicos que aprovecha al máximo todos los equipamientos de los que ya dispone tanto Madrid como España. El retorno en forma de beneficios económicos y sociales sería muy rentable.

La candidatura olímpica emerge fruto de un espíritu emprendedor compartido por toda la sociedad

No podemos pasar por alto que Madrid 2020 es un proyecto de Estado que cuenta con el respaldo de las tres Administraciones, y [salvo extrañas excepciones] una gran mayoría de las fuerzas políticas. Pero, sobre todo, es una iniciativa impulsada por la ilusión de los propios ciudadanos. El apoyo de los madrileños y del conjunto de los españoles a la candidatura olímpica, según los diferentes sondeos, nunca es inferior al 75%. Eso significa que, como mínimo, tres de cada cuatro españoles comparte el sueño de que nuestro país vuelva a ser anfitrión de unos Juegos Olímpicos. Y este dato no debemos pasarlo por alto, sino interpretarlo en su sentido más amplio y positivo. España está lanzando un mensaje claro y contundente. Somos un país que, gracias al esfuerzo de todos, estamos en plena transición hacia un ciclo económico marcado por el crecimiento, y que estamos dispuestos a demostrar esa solvencia.

Se trata de un modelo que aprovecha al máximo todos los equipamientos de los que ya dispone tanto Madrid como España. El retorno  sería muy rentable

Ese amplio apoyo ciudadano también revela que Madrid 2020 es un punto de encuentro entre generaciones. Entre aquellas que no se resignan a pensar que todo tiempo pasado fue mejor, y que, por el contrario, saben que es posible edificar un legado —no solo material, sino también social— que enriquezca a los más jóvenes; y entre las generaciones que miran al mañana con la certeza de que, una vez superado los tiempos de incertidumbre, lo mejor está por llegar; que tendrán la oportunidad de construir y disfrutar un proyecto de vida propio. Un propósito asumido por la propia candidatura y reflejado en su lema Iluminando el futuro. Y es que todo análisis sobre Madrid 2020 estaría incompleto si no tenemos en cuenta que, en estos momentos, la candidatura olímpica actúa como un elemento de cohesión dentro de la sociedad española. El interés que suscita entre ciudadanos de todas las edades —ya son más de 55.000 los voluntarios olímpicos—, en los medios de comunicación, o en las redes sociales son expresión de ese sentimiento colectivo.

Habrá quien piense que este artículo destila excesivo optimismo. Sin embargo, su propósito es apelar a ese pragmatismo del que muchas veces, ya sea por apasionamiento o desinterés, nos alejamos. La realidad es que si la candidatura olímpica de Madrid en su origen fue la aspiración de una ciudad, hoy lo es de toda España. Todos sabemos que representa una oportunidad como país. Del mismo modo que, gracias a las extraordinarias redes de transporte y las instalaciones de las que ya disponemos, el balance entre gastos y beneficios sería altamente positivo. Por último, es necesario valorar, en un periodo como el actual, el capital social que ha sido capaz de generar Madrid 2020.

En más de una ocasión he invocado las palabras de Ortega y Gasset en las que afirmaba que el problema de los españoles no consiste en que fracasen en muchas cosas, sino en que intentan muy pocas, y concretamente, muchas menos que en otros países. Pues bien, la candidatura olímpica desmiente esa idea. Emerge fruto de un espíritu emprendedor compartido por toda la sociedad e impulsado por la voluntad de dejar atrás una crisis económica sin precedentes en la España democrática. En conclusión, Madrid 2020 define un horizonte común que confirma que, ya sea en forma de Juegos Olímpicos o cualquier otra empresa decisiva para nuestro porvenir, los españoles sabemos apartar diferencias y sumar esfuerzos.

Alberto Ruiz-Gallardón es ministro de Justicia, y fue alcalde de Madrid entre 2003 y 2011.

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