Redding, con puntualidad británica

No había ganado desde el gran premio de Italia. Y en la República Checa, la semana pasada, estuvo desaparecido. Al regresar a casa, a su país natal, Scott Redding sabía que no podía fallar. Si uno quiere el Mundial no basta con ser regular: hay que ganar carreras y aparecer más por el podio. Lo tenía claro. Tan claro como que este título ya solo puede perderlo. Entre otras cosas, porque no parece encontrar rival a la altura. El chico bordó una carrera de campeón. Se colocó primero en la salida al adelantar a Nakagami, que había logrado la pole el día anterior y se había propuesto no volver a perder una carrera por sus ansias de dominarla desde la primera hasta la última vuelta. No funcionan así las cosas en Moto2. Redding conoce el juego como pocos.

Se estrenó en la categoría intermedia con solo 17 añitos. Sus largas piernas no le convertían en un piloto demasiado apto para 125cc, así que dio el salto siendo un imberbe. Cuatro años después pelea por llevarse el campeonato y confirmar que sí, que además de ser un campeón precoz –es el piloto más joven en ganar un gran premio, lo hizo en este mismo país con apenas 15 años– puede convertirse en la nueva esperanza británica. Aptitudes le sobran. Y la actitud la ha ganado este pasado invierno poco después de enterrar a sus abuelos, quienes le criaron desde niño. La serenidad que ha adquirido con la madurez se contempla también en su pilotaje, más constante, menos alocado ahora.

Se colocó en cabeza en la primera vuelta y fue bordando cada giro con puntualidad británica. Las líneas delicadas y él listo para su cita con el cronómetro a cada vuelta: dos minutos y siete segundos. Las décimas variaron, pero muy poco. Por eso no perdió la carrera. Y porque supo cuando dejarse pasar. Y cuándo atacar para recuperar la posición. Seguido de Nakagami y de Luthi desde que se apagó el semáforo, Redding cedió la primera posición al japonés a falta de seis giros, en una vuelta en la que empezaron a encontrarse con unos cuantos pilotos doblados. Siguió pegado a su colín, a solo una décima de segundo. Y a falta de tres vueltas le volvió a adelantar al alcanzar un par de curvas enlazadas, rápidas, esas que definen el carácter de este renovado trazado de Silverstone.

Mientras Nakagami y Luthi –que a la postre le acompañarían en el podio– se enzarzaban en una pelea por la segunda plaza y trataban de evitar el ataque de Tito Rabat –firmó otra de sus habituales remontadas para terminar peleando por el podio–, Redding siguió a la suyo, puntual a su cita con el crono. Y acabó sacándoles un segundo en un par de vueltas. Su alegría era inmensa. Además de la victoria dio un salto en la clasificación. Ahora es más líder. Porque su rival por el título, Pol Espargaró, volvió a fallar. Se peleó durante toda la prueba entre la octava y la décima posición, incapaz de alcanzar el ritmo de los mejores, a vueltas con su moto y sus neumáticos. Necesitará mucho más si quiere disputarle el título. Acabó octavo y ya está a 38 puntos de Redding. Ni siquiera su hermano Aleix podía consolarle al terminar la prueba.