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Stybar, el justiciero

El checo (Omega Pharma) bate en la llegada de la séptima etapa a Gilbert y redime a su compañero Martin por la jornada anterior

Stybar vence por delante de Gilbert.
Stybar vence por delante de Gilbert.Javier Lizon (EFE)

A Zdenek Stybar le va bien el papel de justiciero. El barro del ciclocross, la dureza de esa disciplina donde se va encima y debajo de la bici, le han curtido las piernas y el carácter. Y ayer había sed de justicia en el Omega Pharma tras la afrenta sufrida el día anterior por Tony Martin, condenado en los últimos metros por un pelotón injusto. Y el justiciero fue el checo Stybar cambiando el guion de su defensa. Si Tony Martin tuvo un discurso de 175 kilómetros inacabado, a su compañero Stybar le bastaron una breve charla de 12 kilómetros con Philippe Gilbert, escapados entre Sevilla y Mairena casi sin querer, tirando y tirando, en un curveo peligroso, de rotondas y cambios de asfalto. Se fueron como se va la luz de una vela, poco a poco, sigilosamente, haciendo como que se iban y no se iban, pero en realidad se iban. Y se dieron cuenta de que se habían ido cuando Gilbert miró hacia atrás y no vio a nadie. Y también miró Stybar. Y luego se miraron un segundo y decidieron que mejor es jugársela entre dos que entre la multitud del pelotón.

Stybar y Gilbert, casi sin querer, se fueron como se va la luz de una vela, poco a poco

Stybar tenía la oportunidad de redimir a su compañero y jefe Tony Martín, y Philip Gilbert de quitarse un mal año de la espalda donde luce el maillot arcoiris casi como una reliquia del pasado. Fuertes eran ambos, el uno curtido en el ciclocross, fortachón y sufridor por definición. Sabía que la fe era el argumento que tenía en las piernas. Gilbert, también fuerte, sabía que la experiencia era el argumento de la victoria.

Se impuso la fe. El pelotón se desorganizó de tal manera que por momentos en cabeza tiraba el Movistar, ajeno a la victoria, sin especialistas para estas etapas. Solo la salida final de un ciclista de Argos estuvo a punto de malgastar el duelo entre el checo y el belga, que frenaron en la lucha pensando en la estrategia. Parecía que la maldición de Tony Martín se convertía en un clásico de la carrera. Pero el pelotón no llegó, por un segundo. Stybar miró hacia atrás y vio a la jauría desatada. Gilbert ni miró, porque ya escuchaba el silbido del viento entre los radios de la bicicleta. Gilbert sacó el último aliento y colocó su bici en paralelo a la de Stybar. Pero le faltó un centímetro para batir al checo, que levantó el brazo celebrando una victoria que solo él vio al primer golpe de vista.

Primera reválida seria

Este sábado se disputará la octava etapa, en la primera de las tres jornadas de montaña andaluzas. Se ascenderá el Alto de Peñas Blancas, en el que se pueden marcar las primeras diferencias en la parte alta de la general.

Se saldrá de Jerez de la Frontera y el alto de la meta está pasada la localidad malagueña de Estepona, después de recorrer 166 kilómetros.

Peñas Blancas tiene 14 kilómetros, al seis por ciento de desnivel medio. No tiene mucha pendiente, pero es muy largo. Es una llegada inédita en la Vuelta a España.

Está claro que la emoción tiene muchos ropajes. Que el libreto clásico: escapada consentida, sprint final tiene muchos vericuetos en los que los sprinters a veces se pierden, a veces se caen, a veces pinchan. Ayer ambas cosas. Se perdieron la mayoría al no adivinar las intenciones de dos fugados peligroso. Y pinchó por ejemplo Tyler Farrar, a falta de 12 kilómetros, convirtiendo su misión en un imposible. El infortunio se cebó con el Garmín que además sufrió la caída después de Daniel Martin, el número uno del equipo. Está claro que apellidarse Martin, en esta Vuelta, no da precisamente suerte.

Quienes estarán pensando también en la injusticia serán los tres escapados del día (Aramendia, Pinotti y Knees) que se metieron 190 kilómetros de escapada en busca de un premio que se jugaron otros con solo 12 kilómetros en fuga. Es la diferencia entre lo previsible y lo imprevisible, entre la rutina y la sorpresa. Ellos perdieron lo que otro ganó. Otro que iba de justiciero aunque, a decir verdad no pensaba en Tony Martin cuando curveaba por Mairena, sino en el campeón del mundo Gilbert, en cómo hacerle la puñeta. Después ya lo celebraría con el arisco Tony Martin.

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