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14 pasos y un salto

Cáceres, la obra de arte del atletismo español, es uno de los favoritos para el oro en longitud

Carlos Arribas
EL PAÍS

Mientras Eusebio Cáceres ronca, a su alrededor los amanuenses escriben.

Ramón Cid, el director técnico nacional, describe al atletismo español como un deporte de amanuenses, de copistas pacientes y anónimos, que se afanan silenciosos sobre su papel en blanco durante años para elaborar sus pequeñas joyas, lo que, en la era de las impresoras 3D no sirve para competir a nivel industrial, y es muy poco productivo, pues un mínimo borrón echa a perder trabajo de meses, pero sí para salvar de su desaparición unas cuantas obras de arte, como Cáceres, que salta como nadie.

Nada puede hacer mejor la víspera de la final que no hacer nada, descansar, dormir" Jesús Gil, uno de sus entrenadores

“Nada puede hacer mejor la víspera de la final que no hacer nada, descansar, dormir. Y por suerte, a Eusebio se le da muy bien dormir. No le altera nada”, dice Jesús Gil, uno de sus entrenadores, uno de los artesanos humildes y sabios que día tras día, año tras año, ha trabajado en el “pequeño pueblo” de Onil (Alicante), “en el valle de las muñecas”, del que nuca ha salido Cáceres, para que hoy pueda ocurrir lo que puede ocurrir, que su pupilo, un chaval de 21 años, se convierta en campeón del mundo. El atleta llega a la cita, en la que es uno de los favoritos junto al local Alexander Menkov y al sudafricano Godfrey Mokoena, en un momento de apogeo pleno, reflejo de su madurez. No solo llega con la tercera mejor marca del año (8,37m para ganar el Europeo sub-23), sino tras una prueba de calificación en la que dejó a sus rivales y demás entendidos con la boca abierta al saltar alegremente 8,25m al primer intento. “Quizás con este salto va más descubierto a la final, pero en su caso no había duda: todos lo veían venir”, dice, desde Madrid, Juan Carlos Álvarez, amanuense de saltadores en la federación.

Eusebio Cáceres salta para meterse en la final de longitud, el miércoles
Eusebio Cáceres salta para meterse en la final de longitud, el miércolesalberto estevez (EFE)

A Cáceres todos le veían venir desde que con 11 años saltó 4,39m pero los dos últimos años muchos dudaron de que llegara. La duda nació justamente tras uno de sus mejores saltos hasta el momento, los 8,27m que le calificaron en julio de 2010 (tenía 18 años) para la final del Campeonato de Europa de Barcelona, en la que solo pudo ser octavo. Entonces desapareció de los radares que detectan las grandes expectativas. “Pero entonces, en Barcelona, se lesionó justamente en el 8,27. Y saltaba sin esperar entrar en la final”, dice Álvarez. “Esta competición supondrá un antes y un después. Después de dos años desagradables, ha llegado a su madurez tranquila”.

“La edad cambia, se va haciendo mayor, ahora se siente con responsabilidad. Ya no es un niño y sabe que esto es más que un juego. Ha sido un cambio de actitud la clave”, dice Gil. “Y el entrenamiento invisible, la nutrición: antes comía fatal, y ahora acepta que un dietista le guíe. Ha sido él el que ha visto la necesidad y por eso los beneficios tienen un efecto doble. Ya asume la responsabilidad, sabe lo que quiere y lo que cuesta llegar a ello”.

De marcas nadie quiere hablar, huyen de la tentación de elevar las expectativas como el propio Cáceres se eleva los días de buena batida, huyen los sabios amanuenses, humildes, de la comparación con Yago Lamela, con sus 8,56m, otro producto artesano de la periferia, pero Álvarez advierte que la victoria en Moscú estará por encima de 8,40m (“si el viento no sube o cambia, y el foso no es muy generoso”) y que Cáceres está preparado para ello.

Ya no es un niño y sabe que esto es más que un juego”, dice uno de sus entrenadores

“Es un atleta muy rápido, pero no usa en salto todo su potencial de velocidad. Su carrera de impulso es de 14 pasos lanzados después de una entradilla previa. Sus saltos son un equilibrio entre velocidad y batida. Durante los dos años negros, no batía y caía mal, atropellaba la técnica. Este año, en primavera, se ha centrado más en juntar carrera y batida, el enlace clave, el nudo, y no solo está más rápido sino que corre controlando los últimos pasos que unen la carrera de impulso con la batida, y ya vuela”, explica Álvarez. “Además, ha mejorado bastante la ejecución en el aire, las bicicletas que dicen los cubanos. Ya da pasos circulares en el aire, adelantando las manos para echar el cuerpo atrás, y antes a él le salían de vez en cuando más bien patadas de karateca”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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