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A la espera del segundo golpe

Los españoles esperan que Froome no fortalezca en exceso su liderato en la contrarreloj

Carlos Arribas
El alemán Kittel, a la derecha, se impone a su compatriota Greipel en la línea de meta en Saint Malo,
El alemán Kittel, a la derecha, se impone a su compatriota Greipel en la línea de meta en Saint Malo,GUILLAUME HORCAJUELO (efe)

Como una competición de azules corre el Tour: los azules (y hasta rosas) variados y marinos del Mediterráneo, el azul celeste de las bicis Trek que hace protestar a los de las Bianchi: ¡Ea, que nos la han robado, que el único azul celeste es el de Coppi y su Bianchi! Y está el azul Francia de los FDJ, y el turquesa de los Astana, y el oscuro, al borde del negro, de los Movistar, y el amarillo del líder, del Chris Froome que ha dejado en el armario la bandita azul que agracia asimétrica el negro de sus Sky sin nubes.

Y también, ayer, solo ayer, un azul inesperado, el de los cielos de Bretaña que muy poca gente conocía, pues a Saint Malo y a sus costas terribles de goletas encalladas e historias de piratas siempre se llegaba con el cielo muy muy gris, y lluvia, y el viento siempre, y así, el azul inesperado de la etapa tenía un matiz gris, como nostálgico de su verdadero ser, la oscuridad de tormenta. Y así, con sol, la Bretaña que atravesaron, una recta por su interior, un costurón sur-norte, con paso obligado por Saint Méen-le-Grand, donde Louison Bobet repartía pan en bicicleta de pequeño, no era la Bretaña añorada en la que Brocelianda era el bosque mágico de Merlín y Morgana y los amores de Ginebra y Lancelot. Brocelianda es ahora uno de los mayores productores mundiales de purines (10 millones de cerdos en las granjas de sus bosques, 25 litros diarios por cerdo), y los ciclistas vuelan en fuga y miedo (y volver ahora, después de los Pirineos, a las etapas de viento, rotonda, nervios y caídas, es como pedir una ensalada niçoise después de haber tomado de postre una crème brulée) hasta el sprint en el que Cavendish, que más que un animal es una bola de cañón llegado el momento, derribó con un ataque de hombro a Veelers, el lanzador holandés de Marcel Kittel, el esprínter alemán que tampoco es un animal, sino un boxeador falso en todo caso. Pese a todos los percances y pese a salir con retraso, Kittel remató en las últimas pedaladas al que se creía ganador, su compatriota Greipel, al que llaman con cariño Gorila.

El líder del Sky rodará con un estilo más típico y Contador buscará una posición más agresiva

Detrás de ellos, los buenos del Tour, pasado el susto y evitada la caída (la que no evitó Flecha, que se tragó una rotonda y se cayó de boca, como los niños que aprenden), se apresuraron a preparar el estómago para un nuevo cambio gastronómico, pues tras el postre pirenaico y la ensaladita bretona llega hoy, también en Bretaña, en la más turística, la del Mont Saint Michel, un nuevo plato principal, una contrarreloj llana de 33 kilómetros que puede deparar una foto fija bastante duradera. Si se repitieran los resultados del último enfrentamiento —en la Dauphiné hace un mes, misma distancia e igual planicie, Froome aventajó en 2m 38s a Valverde (5s por kilómetro), en 2m 45s a Contador (5,1s) y en 2m 57s a Purito (6s): diferencias que los españoles justificaron han jurado no volverán a repetirse—, los escaladores españoles llegarían al pie del Ventoux, el domingo, a 4m del inglés (que en dos golpes podría haber sentenciado el Tour), como en los viejos tiempos, pero con la diferencia de que Froome también es escalador.

Ante el ejercicio, uno de los más influidos por las novedades de materiales y por las tendencias fisiológicas y biomecánicas, los ciclistas se encuentran ahora como ante un catálogo de coches de estos en los que siempre dicen que las suspensiones alemanas son duras pero eficientes y las norteamericanas demasiado cómodas y blandas. Así con las posiciones sobre los tres puntos de apoyo: sillín, acople y manillar: posición cómoda donde casi dormir o incómoda y supereficiente pero insostenible. “A lo largo del año, en las diferentes contrarreloj me he ido conociendo mejor, y he decidido buscar más la comodidad que la eficiencia, pues si no puedo mantener la posición eficiente al final es peor”, dijo Froome, el favorito, quien adoptará, pues, la misma filosofía que su compañero especialista Wiggins en el Giro, apoyos más altos que le permitan encajar mejor la cabeza entre los hombros estrechos y formar un carenado natural, muy en el estilo antiguo, el de antes de las cabras, de Anquetil y Ocaña.

Así habla el hombre que no duda; del que duda, de Contador, que busca desde hace cuatro años una gran contrarreloj de nuevo, se ha podido saber que elegirá el polo contrario, una posición más agresiva, más aerodinámica teóricamente en un cuadro pequeño y tendido, pero muy incómoda, un intento de zanjar por lo sano que podría condenarle a pedalear con poca fluidez y a buscar constantemente acomodo en el sillín. Incluso barajaba partir con un solo plato, un 54, en su contrarreloj más decisiva desde la de 2010 en la que defendió el amarillo duramente ante Andy Schleck.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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