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Stefano Borgonovo, ariete contra la ELA

El exjugador de Milan y Fiorentina muere a consecuencia de la esclerosis lateral amiotrófica que padecía desde 2008

Alejandro Prado
Roberto Baggio empuja la silla de ruedas de Borgonovo en un homenaje.
Roberto Baggio empuja la silla de ruedas de Borgonovo en un homenaje.ap

El pasado jueves, los jugadores de la selección italiana llevaron un brazalete negro perfectamente visible sobre su camiseta blanca en su partido contra España. El motivo del luctuoso detalle era la muerte de Stefano Borgonovo ese mismo día, un jugador italiano que destacó en el Milan y la Fiorentina a finales de los ochenta.

Borgonovo no pasó de ser un voluntarioso delantero, listo e intuitivo en el área, pero que nunca llegó a despuntar como una estrella del calcio. A pesar de ello, tuvo una más que digna carrera, aunque en los últimos años acaparó atención mediática por sus graves problemas de salud. El exfutbolista italiano falleció a consecuencia de una enfermedad degenerativa que le tuvo postrado en una cama o silla de ruedas desde 2008 hasta su muerte. La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es un mal que ataca a las neuronas del movimiento y va paralizando por completo al paciente, aunque la mente sigue funcionando a la perfección. La enfermedad también es conocida como el mal de Gehrig debido a que Lou Gehrig –un jugador de beisbol estadounidense de los años treinta- fue la primera víctima célebre de la ELA.

Stefano Borgonovo nació en Giussano (provincia de Lombardía) en 1964. Empezó a jugar a nivel profesional en el modesto Como y rápidamente llamó la atención del Milan, que lo fichó en 1986. Pasó las tres primeras temporadas cedido en el Como y un año en la Fiorentina, donde formó pareja atacante con un joven Roberto Baggio. Aquel curso 1988-1989 fue con diferencia el mejor de su carrera, marcó 14 goles y disputó tres partidos con la selección italiana. Ese buen rendimiento hizo que el Milan de Sacchi –vigente campeón de Europa- lo recuperase para el año siguiente. El delantero se tuvo que conformar con ser el suplente del gran Marco van Basten, pero fue clave en las semifinales de la Copa de Europa de 1990 contra el Bayern de Múnich. Aquel fue el día grande de Borgonovo, anotó el tanto que clasificó para la final al Milan en la prórroga, final que el conjunto lombardo ganó para proclamarse bicampeón de Europa.

Ese partido de Múnich era recordado por Borgonovo incluso en sus últimos días, cuando postrado en la cama, totalmente inmóvil, se comunicaba por medio de un complejo sistema informático que leía el movimiento de sus pupilas y lo transformaba en letras. Pasó así sus últimos años, vencido por una misteriosa enfermedad degenerativa que ha acabado con alrededor de 40 futbolistas italianos. La ELA afecta a 3 de cada 100.000 personas, en los jugadores de fútbol la frecuencia es casi siete veces mayor.

La sociedad empezó a tomar conciencia de la enfermedad cuando Gianluca Signorini, capitán del Génova en los ochenta y noventa, falleció en 2002. Sufría el mal y toda Italia pudo ver cómo su físico se deterioró y se paralizó hasta que el mal acabó con él. Antes hubo otros, todos futbolistas con una media de edad de 42 años, demasiada coincidencia como para que no se relacionase la enfermedad con el balompié.

El juez Raffaelle Guariniello, especialista en temas de dopaje, tomó cartas en el asunto y decidió investigar, ya que en un principio se relacionó con el abuso de sustancias dopantes, algo que algunos exjugadores de las décadas de los setenta y ochenta denunciaron en su momento. Pero si ese fuese el origen de la ELA, ¿por qué no hay ciclistas afectados? Las investigaciones también apuntaron a una mezcla de golpes en la cabeza, en las piernas, abuso de antiinflamatorios, inhalación de pesticidas de la hierba de los estadios… Pero en ese caso, ¿por qué no hay rastro de la enfermedad entre los jugadores de rugby?

Borgonovo, al igual que Signorini, murió defendiendo el fútbol, negando cualquier relación con la ELA. Algo que indigna a otros exfutbolistas afectados y que denuncian una especie de omertá (pacto de silencio) para que los trapos sucios de la época no salgan a la luz. En cualquier caso, Borgonovo luchó hasta el final contra la enfermedad, a la que llamaba stronza (cabrona), y puso cara a la lucha con la fundación que llevaba su nombre, creada y financiada por exfutbolistas como Gianluca Vialli.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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