Amaya Valdemoro, la marca España
La madrileña logra el récord de partidos internacionales, 254, al superar a Marina Ferragut
“Aún se me pone la piel de gallina cada vez que me pongo la camiseta de España”, contaba ilusionada a las puertas de la enciclopedia. Anoche en Lille, Amaya Valdemoro Madariaga (Alcobendas, Madrid, 1976), la mejor jugadora de la historia del baloncesto español, se convirtió además en la que más veces ha vestido la camiseta de la selección, con 254 internacionalidades, por delante de Marina Ferragut (253) y Betty Cebrián (252); por delante de cualquier otro baloncestista nacional —Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’ marca el listón en la masculina con 239—.
Montenegro ejerció de testigo de excepción —en el quinto partido del Eurobasket, en el que España selló su pase a cuartos tras ganar 66-50— del enlace definitivo entre Valdemoro y la leyenda. “Es patrimonio del baloncesto español”, le elogia el presidente de la Federación, José Luis Sáez. “Representa la esencia de la selección nacional. Ha podido pasarle cualquier cosa: lesiones terribles, romperse las dos muñecas, no poder casi caminar… pero siempre ha estado ahí”.
Debutó un 9 de mayo de 1995 con menos de 19 primaveras tras haber alcanzado la plata en el Europeo juvenil de Eslovaquia y en el Europeo júnior de Bulgaria. 18 años y cinco medallas después (tres bronces y una plata europeas y un bronce en el Mundial de 2010), Amaya apura su último campeonato con la selección con la ambición de despedirse desde el podio. “Es una ganadora nata. Tiene un carácter especial y un corazón enorme”, prosigue Sáez. Tras 20 años de experiencia en la élite y después de haber jugado en la WNBA estadounidense, Brasil y Rusia, además de en casi todos los equipos españoles importantes, el pasado verano emprendió su enésima aventura en Turquía. Salió mal y las excentricidades del dueño del club motivaron su regreso. “Pensé en dejarlo todo”, reconocía a la vuelta. “Fue un bajón anímico muy grande. Pero lo que tenía claro es que a la selección iba a ir”. Tenía el Eurobasket como objetivo al final del túnel y el récord de internacionalidades como motivación principal. La ambición la llevó a ofrecerse al Canoe, en Segunda, para llegar con rodaje a la cita, aparcando los dolores de un cuerpo castigado en mil batallas —con doble fractura de muñecas, problemas en un gemelo y operada de las dos rodillas—.
“Es una fuerza de la naturaleza y tiene una inteligencia fuera de lo común”, resume el doctor Antonio Escribano, que trabaja con ella en la selección desde 2006. “Ha sabido ir acomodando su cuerpo al paso de los años. Con el paso del tiempo se pierde potencia muscular y fuerza pero si bajas el peso puedes mantener las prestaciones. En este tramo de su carrera es más importante descansar que entrenarse porque la ganancia técnica o táctica es mínima en comparación con los beneficios de un entrenamiento personalizado”, completa. Después de meses entre pilates, fisioterapia y tratamientos de recuperación, ha llegado a punto al Eurobasket de Francia, donde España luce solvencia camino de las medallas como demostró ayer en un encuentro que además era un homenaje a una trayectoria de museo, la de Amaya Valdemoro.
Escuchó el himno con emoción contenida, celebró sonriente desde el banquillo las primeras canastas de sus compañeras y saltó a la pista a falta de 2m 29s para el final del primer cuarto sustituyendo a Alba Torrens, a la que hace tiempo nombró sucesora. “Me quedan cuatro partidos más y estoy viviendo todo esto de forma muy especial. Podré decir, durante algún tiempo y con mucho orgullo, que soy la que más ha vestido esta camiseta. Dentro de poco la enmarcaré aunque este récord no será eterno porque las marcas están para ser batidas”. Dos puntos, un rebote y cuatro asistencias fueron sus números ante Montenegro, pero la cifra importante era 254. El número que aparecía en la tarta con forma de pista de baloncesto con la que le obsequiaron al acabar el partido.
El resumen del partido
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