España se entrena con público
España, con el freno puesto, supera a Haití bajo un calor sofocante en el regreso a la portería de Casillas tras más de cuatro meses
Zion, un niño monísimo, de tez bruna y pelo rizado, cumplía ayer seis años y sus padres tuvieron a bien organizarle una fiesta en el Sun Life Stadium coincidiendo con el España-Haití. Al chaval y a sus amigos, el partido dejó de importarles a los diez minutos, así que se montaron uno paralelo en la zona habilitada para ellos en los antepalcos de la tribuna, ajenos a lo que ocurría en el campo. No era para menos, porque la emoción duró lo que tardó Cazorla en parar la pelota a cinco metros de la frontal del área haitiana, levantar la cabeza, pensar dónde la quería colocar y ponerla cruzada y tocada a la base izquierda de la portería de Montrevil. Diez minutos después, Mata leyó el desmarque de Fàbregas, que en carrera remató de cabeza sobre la salida del portero. Lo de ayer fue un partido con pinta de entrenamiento, que a Del Bosque le sirvió para probar a su equipo sin Alonso, operado en Múnich, ni Busquets, en el banquillo, y con Azpilicueta y Monreal de laterales, por destacar algo.
ESPAÑA, 2; HAITÍ, 1
España: Casillas (Reina, m. 46); Azpilicueta, Albiol, Ramos (Piqué, m. 46), Monreal; Javi Martínez, Cesc (Iniesta, m. 58); Cazorla, Navas (Silva, m. 46), Mata (Xavi, m. 71); y Torres (Soldado, m. 58). No utilizados: Valdés, Alba, Busquets, Villa, Arbeloa y Pedro.
Haití: Montrevil; Alcenat, Monuma, Aveska, Guerrier Alexandre; Joseph (Maurice, m. 56), Desmaret (Philippe, M. 83, Charles (La France, m. 90); Belfort (Preux, m. 56) y Louis (Jerome, m. 68). No utilizados: Jospy; Rubin, Bitielo, Saurel.
Goles: 1-0. M. 8. Cazorla. 2-0. M. 18. Cesc Fàbregas. 2-1. M. 74. Guerrier.
Árbitro: Juan Guzman (EE UU). Amonestó a Javi Martínez, Guerrier, Albiol.
36.535 seguidores en el estadio Sun Life.
A España le bastó con marcar la línea de presión muy arriba y con intensidad durante veinte minutos para zamparse a los haitianos, puro corazón, puras ganas y poco más. El marcador hubiera ido a mayores de no ser porque ayer Torres tenía el gatillo flojo y falló todo lo que le dio Navas, imparable; o porque Martínez, que se bastó solito para cubrir la posición de mediocentro, no acertó solo ante Montrevil. La campeona del mundo se dejó ir, administrando fuerzas y talento con el devenir de los minutos hasta convertir en una siesta el envite.
Le funcionó a Del Bosque el experimento en la alineación, de entrada porque juntó gente nueva, poco habitual, que hablan un mismo idioma. Cosa extraña, en el once solo apareció un futbolista del Barça, lo que da muestra de lo insólito de la apuesta, pero el equipo no se resintió. Comandados por Cazorla y Fàbregas, España cercó a su rival. A los haitianos se les hizo el campo enorme, y no atinaron a cerrar espacios, por mucho que corrieran. El calor apretaba y España levantó el pie, aplatanada por el calor y la humedad, que la amodorraron. Llegó el descanso y con él, el carrusel de cambios. Para entonces, Zion y sus amigos, hacía rato que ya estaban a otra cosa.
Casillas, que no jugaba de titular desde enero y apenas tocó el balón dos veces, nunca bajó la exigencia hasta dejar su puesto a Reina. Ramos cedió el suyo a Piqué; también entró Silva por Navas e Iniesta y Soldado por Fàbregas y Torres. España recuperó el pulso porque el dulce Andrés no sabe de amistosos y reparte caramelos por donde pasa. Si no llegó el gol fue porque Soldado primero la cruzó a la izquierda y luego remató al palo derecho y más tarde, al izquierdo.
España mantuvo automatismos de un equipo reconocible, aunque jugó con el freno de mano puesto, y eso suele terminar pagándose. Así fue. De la nada, de una falta lateral, Maurice sacó petróleo, se filtró entre la defensa, sentó a Reina y marcó a puerta vacía un gol que la hinchada asistente al estadio, partidaria del conjunto haitiano —después de los cubanos y los nicaragüenses, son la población emigrante mayoritaria en Miami— festejó a lo grande. No pasará el partido a la historia, y fue más un entrenamiento con público que otra cosa, pero seguro que a Del Bosque le sirvió y sacó conclusiones. De eso, Zion y sus amigos ni se enteraron. Eso sí, jugando por los pasillos, lo pasaron en grande.
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