Márquez y la lección de Le Mans
Subió al podio en su primera carrera bajo la lluvia tras 11 vueltas en las que sufrió y aprendió
Se doctoró en Le Mans, hace un par de semanas. Nunca había tenido especial devoción por correr bajo la lluvia. Y su experiencia sobre el asfalto mojado con uno de esos aparatos de 1.000cc que pilota ahora que corre con los mayores era escasa. Pero le bastaron once vueltas para entender cómo hacerlo. Aprende rápido Marc Márquez. Y está preparado si, como ha ocurrido desde su llegada a tierras italianas y como está previsto durante todo el fin de semana, caen chuzos de punta estos días en Mugello. Salió mal, fatal, y desaprovechó su privilegiada posición, la pole position que se había ganado con un tiempo fantástico el sábado. Y no se encontraba entre tanta agua, no creía en esos neumáticos que parecían esconderle dónde se encontraban los límites. Pero, poco a poco, vuelta a vuelta, adelantamiento a adelantamiento, recuperó la confianza perdida.
Once vueltas. Un carril algo más seco. Una lluvia imperceptible, fina. Y el chico de Cervera ya era un experto. Había llegado a rodar en octava posición y remontó hasta la tercera. Una vuelta más y le birla el segundo puesto a Crutchlow. Ya has hecho suficiente, se dijo. Y se subió al podio. Era su primera carrera en mojado con la MotoGP. Y asimiló sobre la marcha cómo hacerlo. Cometió algunos errores, pero, aprendida la lección, confía en no volver a caer en ellos. “Aprendí mucho en Le Mans. Especialmente al principio, cuando más agua había y era más difícil. Entendí que lo más importante era trabajar en conservar el rendimiento de los neumáticos rayados, especiales para lluvia; en Moto2 no tiene tanta relevancia, porque puedes tirar de ellos toda la carrera”, explicaba.
Pero no fue esa la única lección. “En la salida me quedé patinando. Y en las primeras vueltas me costó mucho calentar el neumático trasero, quería ir más rápido de lo que tocaba y terminé perdiendo más tiempo, en lugar de ganarlo”, cuenta. La clase de pilotaje en agua siguió por la tarde, terminada la carrera, cuando pudo analizar con su equipo todos los datos recogidos durante la carrera.
Mugello, donde ha aterrizado camino del mejor arranque de la historia firmado jamás por un piloto, fue también escenario de éxitos para el niño de Cervera, que ganó en este circuito en plena Toscana su primera carrera mundialista. Fue en 2010, el año de su primer mundial, con las ya extintas 125cc. “Tengo un gran recuerdo: sufrí durante todo el fin de semana, pero luego en carrera me crecí. Además, la primera victoria siempre te da algo más: empiezas a creértelo”, añade. Hace un año, también en tierras italianas, aprendió otra lección. Fue el único circuito en el que terminó fuera del podio de las carreras que terminó: “Aprendí a calmarme, a conformarme con el mejor resultado posible cuando no se puede hacer más”, dice. Y ganó el Mundial de Moto2.
En el año de su debut en MotoGP va de conquista en conquista. ¿Está preparado para otra gesta?, le preguntaron. “Se intentará”, respondió él. Y así va, triunfando de intento en intento.
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