Benítez, nuevo entrenador del Nápoles

"Rafa Benítez en el nuevo entrenador del Nápoles. Un hombre de gran experiencia internacional. Un líder". El presidente del Nápoles, Aurelio di Laurentis, anunciaba así anoche, a través de twitter, la contratación del técnico madrileño, de 53 años, para reemplazar a Walter Mazzarri, fichado por el Inter. Las piezas empiezan a encajar. Benítez no dejó buen sabor de boca precisamente en el Inter hace dos años, a pesar de ganar el Mundial de Clubes, tras suceder a José Mourinho, añorado por la hinchada interista. Pero el técnico español ha recuperado su prestigio en este curso al frente del Chelsea, campeón de la Liga Europa ante el Benfica, a pesar de la hostilidad de su propia afición. Benítez se sobrepuso a esa animadversión de una grada, la de Stamford Bridge, que curiosamente también sentía nostalgia de Mourinho, un fantasma que persigue al español desde que se enfrentaban desde los banquillos del Liverpool y del Chelsea. "Siempre nos transmitió tranquilidad y confianza en que, al final, valorarían el trabajo bien hecho", dijo Mata, el media punta del Chelsea, en alusión al desafío de su entrenador, a quien definió con una palabra: "intenso".

El contraste parece enorme. Entre alguien tan metódico y racional como Benítez en una ciudad y un club tan pasional y caótico como el Nápoles, donde en cada jornada se cuelan en el estadio de San Paolo miles de aficionados sin pagar. Eso sí, detrás hay equipo sólido, que ha participado en la Champions en las últimas ediciones y volverá en la próxima, caracterizado por un estilo muy físico, de disciplina táctica, que puede encajar en la filosofía del entrenador español. La figura es el delantero uruguayo Cavani, en todas las quinielas para abandonar Nápoles, por lo que Benítez ya ha hablado con el delantero bosnio Dzeko, del Manchester City, para incoporarlo al proyecto. La otra estrella es el medio eslovaco Hamsik, que renovará contrato hasta 2018.

Benítez le añade una muesca más a su extraordinaria carrera, adorado por los hinchas del Liverpool después de ganar la Champions más increíble en Estambul 2005, tras remontar un 3-0 al Milan; y también por los del Valencia, a quien le dio dos Ligas (2002 y 2004) y una Copa de la UEFA (2004). Reconocido admirador de la Liga inglesa (sus hijas han desarrollado una parte importante de sus estudios en Inglaterra), regresa a la Liga italiana para triunfar en un club que en muchos aspectos se asemejaría al Valencia de principios de siglo: clase media alta, una afición muy caliente y un reto por desbancar a los ricos y poderosos de su país.