El derbi recupera la pelota
El Espanyol y el Barça se baten en una cancha muy caliente después de una semana repleta de embrollos
Desprovisto de carácter competitivo porque el Barça ya es campeón de la Liga y el Espanyol atiende a Europa como una quimera o chiripa superlativa, el derbi de Cornellà atiende a alicientes extradeportivos, algunos lejos del campo, bastantes en la gradería y uno único con el balón en juego, el de los 100 puntos del Barça, récord en exclusividad del Madrid que, de igualarlo, se recompensaría con la generosa prima de un millón de euros —anunció Catalunya Ràdio— para los azulgrana.
Pero el fútbol ha sido lo de menos durante esta semana. Al Espanyol le ha ocupado y preocupado el pasillo al campeón. “No me molestaría que no lo hiciesen; las cosas se hacen si apetece”, convino el técnico Tito Vilanova. Recogió el guante el presidente blanquiazul Joan Collet: “Tenemos claro que debemos hacerlo porque no queremos polémicas. Pero hay que respetar la opinión de los socios”. Una opinión que expresaron las peñas y la Curva Jove, con la idea de dar la espalda al pasillo “porque el reparto de los derechos televisivos es injusto y porque el Barcelona no representa la pluralidad deportiva catalana e impone el pensamiento único en las escuelas”.
No le incomoda al club azulgrana la pelotera del pasillo, sumergido en su propio guirigay
No le incomoda demasiado al Barça la pelotera, sumergido en su propio guirigay. Al tiempo que los jugadores resaltan la cifra de los 100 puntos, la directiva no rebaja la agitación. A saber: varios emisarios —no así el director deportivo, Andoni Zubizarreta— llevan dos semanas en Brasil para fichar a Neymar; se descartó la renovación de Abidal y se prolongó el contrato de Adriano, futbolista castigado por las lesiones y visto con tanta desconfianza en el Camp Nou como aprecio desde la directiva y el cuerpo técnico; se desveló que la cláusula de Thiago —90 millones— se ha quedado en 18 por una cláusula por no jugar el 60% de los partidos; y la sorprendente comida de Valdés, que se despidió de los jugadores antes que del club.
En nada ayudó el Ayuntamiento y los 100.000 euros que pagó Nike para vestir a Colón de azulgrana. “Cuando no lo estropea el alcalde con sus comentarios, es el Consistorio o del equipo de Gobierno”, señaló Collet; “que esto sea normal, solo pasa aquí”.
Así las cosas, el Espanyol ha decidido montar su propia fiesta: un homenaje al equipo que jugó la final de la UEFA con el Leverkusen. Los muchachos de Aguirre quieren honrarles con un triunfo —son baja Moreno y Tejera— ante un Barça —sin Puyol ni Messi, al que se resisten las porterías de Cornellà-El Prat— ya campeón.
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