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OBITUARIO

Ferruccio Mazzola, ‘cobaya’ de Helenio Herrera

Denunció las peligrosas prácticas de dopaje que practicaba el entrenador en el Inter de Milán

Alejandro Prado
Ferrucio Mazzola, a punto de golpear el balón, en 1975.
Ferrucio Mazzola, a punto de golpear el balón, en 1975. BOB CHILD (AP)

El apellido Mazzola evoca dos grandes mitos del fútbol italiano. El primero, Valentino Mazzola, fue uno de las grandes figuras del calcio de posguerra y uno de los nombres destinados a pasar a la historia del balompié. Jugaba en aquel Torino dominador absoluto del fútbol italiano en los cuarenta, un equipo que desapareció al completo en 1949 cuando el avión que lo transportaba se estrelló en el monte Superga. El segundo Mazzola, Sandro, hijo de Valentino, es toda una leyenda viva del fútbol transalpino. Atacante del Inter de Milán que dominó Europa en los sesenta, está considerado como uno de los mejores futbolistas italianos de la historia.

Ferruccio Mazzola (Torino, 1945) era hijo de Valentino y hermano menor de Sandro. Su carrera como jugador fue muchísimo más modesta que la de sus familiares, pero aún así formó parte de un par de equipos legendarios: jugó una temporada en el Inter junto con su hermano y estuvo en aquel Lazio salvaje que se proclamó campeón en 1974. En ambas experiencias su aportación fue poco más que testimonial, apenas jugó. Ferruccio Mazzola falleció el martes a los 68 años.

Como jugador, el joven de los Mazzola destacaba por su capacidad técnica, era un fino centrocampista de toque, pero nunca logró estabilizarse en ninguna escuadra. Jugó en el Venecia, en el Lecce, en la Fiorentina y en el Lazio, al margen de otros equipos de inferior categoría. En el Lazio jugó en dos etapas distintas, siendo en la primera —de 1968 a 1971— donde destacó más, ya que fue clave para que el equipo romano lograse ascender. Como entrenador dirigió siempre a conjuntos modestos, como el Venecia, Siena o Módena.

Ferruccio Mazzola solo estuvo una temporada en el Inter (1967-68) y solo se enfundó la camiseta neroazurra en una ocasión. Era aquel Inter del entrenador Helenio Herrera —nacido de padres andaluces en Buenos Aires— un glorioso equipo que ganó dos Copas de Europa en la década de los sesenta. Contaba con jugadores como Sandro Mazzola, Luis Suárez o Giacinto Fachett , una escuadra que hizo historia.

En 2004 los cimientos de aquel glorioso equipo se tambalearon cuando Ferruccio Mazzola denunció en un libro las prácticas dopantes a las que Helenio Herrera sometía a los jugadores, especialmente a los suplentes. El pequeño de los Mazzola contaba que los jugadores de banquillo de aquel conjunto, entre los que se encontraba él, eran utilizados como cobayas. Narra cómo eran atiborrados a pastillas para ver qué rendimiento daban en el campo y en los entrenamientos. Según Ferruccio, Herrera les ponía las sustancias dopantes en el café, ya que el preparador descubrió que los jugadores escupían las pastillas. El futbolista nunca estuvo seguro de qué droga se trataba, pero creía que eran anfetaminas u otros estimulantes parecidos. “En una ocasión, tras uno de esos cafés, estuve tres días con alucinaciones, como un epiléptico”, declaró Mazzola a L'Espresso en 2005.

Cuando se publicó el libro, Massimo Moratti, dueño actual del Inter, demandó a Mazzola para defender el honor de aquel equipo, del cual era presidente su padre, Angelo. El exjugador ganó el juicio, ya que el juez dio credibilidad a su relato y a los testimonios de otros jugadores de la época. Otra prueba concluyente fueron las muertes prematuras de varios integrantes de la escuadra, especialmente la del capitán Armando Picchi, fallecido a los 36 años de un tumor en la columna.

Tras el escándalo, los grandes nombres de aquel equipo guardaron silencio y otros acusaron a Ferruccio de mentir. Con su hermano Sandro dejó de hablarse y con Fachetti, fallecido en 2006, perdió una amistad de años.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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