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Al Zaragoza se le escapa un tren

El conjunto de Jiménez desaprovecha la superioridad numérica y firma un empate sin goles contra el Levante

Rodri trata de irse de Iborra.
Rodri trata de irse de Iborra.Juan Carlos Cárdenas (EFE)

El Zaragoza perdió una oportunidad única para dar un gran paso hacia la salvación. Lo evitó el Levante, superior en el juego, disminuido en el segundo acto por la expulsión de Diop. Resistió numantinamente el conjunto granota para salvar un punto con orgullo y que le supone casi definitivamente el permanecer una nueva temporada en Primera, algo que se antoja complicado para un Zaragoza justo, plano y falto de ambición, solo mostrada al final.

Quiso el Levante espantar fantasmas. Prácticamente salvado, el equipo granota pretende distanciarse con holgura del descenso y evitar más polémicas después de las sospechas sobre su reciente encuentro contra el Deportivo. Desde entonces, Munúa ha dejado la portería y Juanlu ha desaparecido de las convocatorias, al igual que Ballesteros en los dos últimos partidos.

LEVANTE, 0; ZARAGOZA, 0

Levante: Keylor Navas; Pedro López, Vyntra, Navarro, Nikos; Diop, Iborra; Pedro Ríos (El Zhar, m. 75), Michel, Valdo (Simao, m. 57); y Acquafresca (Roger, m. 84). No utilizados: Munúa; Héctor Rodas, Chris, Roger e Iván López.

Zaragoza: Roberto; José Fernández, Álvaro, Loovens (José Mari, m. 73), Abraham; Pintér, Apoño; Víctor Rodríguez (Rochina, m. 78), Rodri, Montañés (Carmona, m. 68); y Postiga. No utilizados: Leo Franco; Paredes, Bienvenu y Romaric.

Árbitro: Gil Manzano. Expulsó con roja directa a a Diop (m. 52) y a Pedro López (m. 90) por doble amonestación. Mostró cartulina amarilla a Víctor Rodríguez, Loovens, Iborra, Abraham, Simao Y Keylor Navas.

Ciutat de València: 15.113 espectadores.

Para disipar dudas, el Levante comenzó con ánimo el encuentro. El Zaragoza, al que no le valían especulaciones, se vio superado por la mayor intensidad y el mejor despliegue granota. Iborra y Diop imponían su poderoso físico en el centro del campo mientras Michel se dedicaba a repartir juego a Pedro Ríos y Valdo, que desbordaban una y otra vez por las bandas a sus marcadores. Solo Apoño intentaba templar el atribulado juego aragonés, directo y simple. Para el conjunto de Manolo Jiménez el partido se convirtió en un ejercicio de resistencia.

Pasado el sometimiento inicial, el Zaragoza comenzó a coger las medidas al terreno de juego, a ocupar con racionalidad los espacios y a alejar el esférico del área de Roberto, que vivió una primera media hora al borde de la taquicardia, aliviado porque el árbitro no considerara punible una mano de José Fernández dentro del área y que el linier apreciase que Acquafresca se encontrara en posición de fuera de juego en un remate que se alojó en la portería maña. El Levante se quedó en el casi, lo que le viene sucediendo desde la deserción de Martins.

El Zaragoza dio un paso adelante, con la complacencia del Levante, al que no le importa esperar. Poca cosa. Con el freno de mano puesto, le costaba un mundo asomarse al balcón de Keylor Navas, que vivió un primer acto plácido, apenas inquietado por un par de faltas laterales botadas con cierta intención por Apoño. El conjunto aragonés, al que no le sobra nada, atenazado por la situación, se marchó al descanso satisfecho con lo poco expuesto, feliz con el marcador igualado.

Tal vez contaba Manolo Jiménez, experto en situaciones límite, en lo impredecible que resulta el fútbol, en que sucediese alguna circunstancia favorable en el juego, en algún accidente que decantara el partido hacia sus intereses. Y se produjo pasados los primeros cinco minutos de la reanudación, cuando el Levante había arrancado con la misma intención que comenzó el encuentro. Diop resultó expulsado tras elevar la pierna derecha y golpear con el pie la cara de Víctor Rodríguez. El senegalés no tenía intención pero la acción resultó temeraria.

Al Zaragoza ya no le quedaba excusa alguna. Con superioridad numérica, espantó el miedo. Le faltó determinación y fútbol, algo difícil de encontrar a estas alturas de temporada cuando el abismo asoma. La primera ocasión maña llegó tras un despeje de Navarro hacia su portería, que evitó Keylor Navas. Resistió el Levante ante un impotente Zaragoza que solo al final se dio cuenta de que le iba la vida en el partido. Y el Ciutat de València se lo recordó con cánticos de “a Segunda”.

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