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LIGA DE CAMPEONES | BARCELONA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El riesgo del último Rijkaard

La situación del Barça de Tito remite de alguna manera a la vivida con el holandés, al que se concedió un año de gracia después de una temporada que exigía cambios traumáticos

Ramon Besa
Víctor Valdés se ajusta el brazalete ante el Bayern.
Víctor Valdés se ajusta el brazalete ante el Bayern.Alberto Estévez (EFE)

La junta de Rosell vivió durante un tiempo de Guardiola. Únicamente había tenido que resolver un asunto complicado como fue el de sustituir al propio técnico, que no renovó por fatiga o, según sus críticos, por egoísmo o porque se rajó cuando se imponían medidas drásticas. Aconsejado por el director deportivo Zubizarreta, el consejo eligió como sustituto al segundo entrenador, Vilanova. La solución fue aplaudida y saludada como un gesto de madurez y confianza de la entidad en el modelo, el estilo y la marca. Un año después, sin embargo, la goleada del Bayern ha puesto de nuevo el foco sobre aquella decisión tan razonable. Ocurre que Guardiola y Vilanova no son ahora la misma cosa que fueron en su día. Así que es posible que no vean igual los problemas del Barça.

Hay por tanto un problema estructural no solucionado desde los tiempos de Guardiola, como es la actualización del equipo y la plantilla, necesaria después de que la temporada pasada solo se conquistara la Copa. Y otro problema añadido desde la llegada de Vilanova, como es el gobierno del vestuario y de la competición, por no hablar de la dimisión colectiva el miércoles, una traición a los valores de la institución que impiden claudicar sin competir.

La actuación de Tito viene condicionada por un factor capital como es la enfermedad que le obligó a viajar a Nueva York. Antes de Navidad, fue un entrenador intervencionista, alejado del politiqueo, capaz de sentar en el banquillo a Alves y Messi y de defender la suplencia de Villa. La tensión competitiva se reflejó en el duelo Iniesta-Cesc. Ambos acabaron por ser titulares hasta que se convino que en determinados partidos Messi prefería jugar por detrás de Villa.

El equipo ha perdido pasión y creatividad, los delanteros no presionan y a los centrocampistas les cuesta elaborar

Los jugadores ejercieron de alguna manera la autogestión desde que se ausentó Vilanova. No pareció un capricho, ni un despecho al ayudante, Roura, sino una necesidad para sacar al equipo adelante ante retos como el de defender el liderato de la Liga. Ningún torneo explica mejor la trayectoria del equipo que la Liga. Los jugadores y el entrenador se tomaron el campeonato como prueba inequívoca de su capacidad para seguir ganando sin necesidad de Guardiola. Y hoy mantienen la apuesta y compiten sin repararos para ofrecerla como botín frente al legado copero del curso pasado. No es casualidad que del vestuario hayan salido expresiones como “había jugadores que ya no aguantaban a Pep” o “se ha visto que sin Guardiola no llegaba el fin del mundo como se había aventurado”.

El Barça se ha dejado la vida en la Liga. No le quedaron arrestos en su día para competir por la final de Copa y menos ahora para defender la semifinal de la Champions. Acabó el partido contra el Bayern sin los cuatro futbolistas que le definen por entender que son vitales para la Liga: Xavi, Messi, Busquets e Iniesta. La diferencia entre titulares y suplentes no se disimula con los minutos jugados sino por los partidos y momentos que ha disputado cada futbolista. Las rotaciones se han aplicado cuando interesó o por desfallecimiento de las vacas sagradas y el once de rigor.

Ha parecido incluso que había una cierta sumisión de Vilanova, sorprendente si se atiende a que en sus inicios intentó evolucionar el plan de juego en el que se había estancado Guardiola en los partidos contra el Madrid y el Chelsea. La credibilidad de Tito ha menguado, al menos de puertas hacia fuera, y a falta de liderazgo no es fácil delimitar responsabilidades. Los equipos no funcionan solos y menos en un club como el Barcelona, marcado a fuego históricamente por los entrenadores.

Ahora mismo hay factores del juego preocupantes. El equipo ha perdido pasión y creatividad, los delanteros no presionan, a los medios les cuesta elaborar y a los defensas les resulta imposible parar las transiciones. Hay menos control y no se aprecia el trabajo de campo de los técnicos, circunstancia que redunda en una cierta previsibilidad y rutina. A veces no solo faltó intensidad y agresividad sino que se especuló con el resultado o se impuso la inercia. A la que falla la fuerza, pierde encanto el Barça. El problema es que no se admite el punto medio en un plantel extremista.

Hay un problema estructural no solucionado desde los tiempos de Guardiola

También hay síntomas de alarma en el despacho, más que nada porque delatan el carácter especial del plantel y las muchas cosas que vienen pasando sin que tengan explicación mundana: el anuncio de que Valdés no renovará su contrato; la aplicación en cambio de los acuerdos con Xavi, Messi y Puyol antes que los del propio Valdés, Iniesta y Busquets; la gestión de las lesiones de Puyol, Busquets y Messi, así como de la participación de la cantera; y el extravío de Cesc: admitir el fracaso de su fichaje supondría asumir el estancamiento en la evolución del juego.

Aunque perciben los mismos problemas, no todos los estamentos del club coinciden en las medidas a aplicar, dolorosas o conservadoras. La situación remitiría de alguna manera a la vivida con Rijkaard, al que se concedió un año de gracia después de una temporada que exigía cambios traumáticos como después se constató. Ni Rosell ni Zubizarreta se plantean sustituir a Vilanova. El técnico ha funcionado en la transición y se le considera idóneo para la renovación. No sería pues cuestión de entrenador sino de jugadores, cosa lógica por parte del presidente. Laporta siempre se inspiró en Cruyff mientras Rosell fichó a Ronaldinho, propuso a Gratacós nada más llegar para sustituir a Rijkaard y apuesta por Neymar. Ahora toca ganar como sea la Liga de Messi.

Y si Tito tiene el coraje de seguir, nadie tendrá el valor para decirle que no.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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