El coto cerrado de MotoGP

Es domingo. La carrera ha terminado hace horas en el circuito de Austin (Texas) y los pilotos se dejan ver en una fiesta celebrada en su honor. Pasada la medianoche, empiezan a recogerse. Y a las puertas del hotel Álvaro Bautista le recrimina algo al novato Marc Márquez, ganador de la carrera: “¿A qué has venido a MotoGP, Marc? Ya sabíamos todos cuál era nuestro sitio hasta que llegaste tú, a desmontar el status quo”, le dice entre risas. Pero, aunque lo hace medio en broma, verbaliza un sentimiento compartido por muchos de los actores secundarios de la categoría reina. “Se fue Stoner y pensé, uno menos. Pero Marc le ha cogido bien el rollo a la moto. Tiene un estilo muy especial. Y va muy rápido, todavía no sé por qué”, cuenta el toledano, sin complejos. En su primer año con una Honda, el curso pasado, hizo dos podios y una pole. Busca la victoria, pero todo parece igual o más difícil que entonces: “Se ha ido Stoner, pero con la llegada de Márquez es casi lo mismo, además con el regreso de Valentino a Yamaha ahora es otra vez un piloto a batir”, explica.

Desde que Jorge Lorenzo debutara en MotoGP en 2008 solo dos pilotos han logrado perturbar, ni que fuera un solo domingo, la jerarquía de los llamados cuatro magníficos, esto es Rossi, Stoner, Lorenzo y Pedrosa; ahora ha entrado en juego Márquez. Andrea Dovizioso, en Donington Park (Gran Bretaña) en 2009 con una Honda oficial y Ben Spies dos años después, en Assen (Holanda), con la Yamaha, son la excepción. Y sus respectivas victorias se dieron, además, tras un cúmulo de circunstancias: lluvia y caída de los rivales directos, por ejemplo.

Los actores secundarios hoy, Bautista (Honda), Dovizioso (Ducati), Cal Crutchlow (Yamaha) o Stefan Bradl (Honda) —la mayoría, salvo el italiano, en equipos satélite—, saben que no tienen más remedio que apostar por la regularidad y dar brillo a su temporada con una carrera perfecta, aunque quizá ni siquiera eso sea suficiente para subir a lo más alto del podio. “El año pasado acabé quinto del Mundial y no quiero pensar en una buena carrera, sino en mejorar lo que hice en 2012. Obviamente, quiero ser campeón del mundo, pero soy realista”, reflexiona Bautista. Dovizioso busca respuestas y las encuentra rápido: “El nivel es altísimo, estamos en un momento particular con pilotos excepcionales”. Pero va más allá: “Las posibilidades de que el número de pilotos que opte al triunfo sea más reducido que antes se explica por el tipo de motos con las que corremos ahora: la electrónica juega a un 70%; el resto lo decide el rendimiento de los neumáticos Bridgestone, iguales para todas las motos; si no entiendes a la perfección como hacer para pilotar hasta el límite con esos dos condicionantes no llegarás arriba, por mucho talento que tengas”.

Crutchlow, por su parte, apunta a un cúmulo de circunstancias: “Cuando los mejores pilotos son, además, los que tienen las mejores motos, los mejores sueldos, asistentes que se encargan de todo y pocas preocupaciones más durante la semana que estar listos para la próxima carrera, la respuesta es simple. Eso marca la diferencia. Mientras los pilotos de delante se iban del circuito el domingo hace unas semanas, yo ayudaba a recoger las cosas en mi taller”, apunta él, cuarto en Catar y también en Texas en este su tercer año en el Mundial y con dos podios en el 2012.

No cree que ganar sea imposible, pero sí muy difícil. Igual que Dovizioso, que asume que este curso su pelea es otra. “Tengo que desarrollar la moto, pero cuando haya resuelto los problemas que tenemos sé que podré jugármela”, indica. Más positivo es Bautista: “Estoy convencido de que puedo batallar con ellos, solo tengo que encontrarme realmente a gusto con esta moto; pude ganarles a muchos de esos pilotos en 125cc y en 250cc, así que también tengo que poder ahora”, se anima. De momento, sea por la electrónica, el talento o los salarios, no hay espacio para las sorpresas en MotoGP.