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Mourinho contra Mourinho

El mánager del Madrid necesita renunciar a los planteamientos conservadores que le caracterizan si mañana en el Bernabéu pretende remontar el 4-1 encajado ante el Dortmund

Diego Torres
Mourinho da instrucciones a Pepe ante el Atlético.
Mourinho da instrucciones a Pepe ante el Atlético.ULY MARTÍN

José Mourinho afrontará mañana su sexto partido de semifinales de Liga de Campeones con el Madrid. En parte porque los anteriores cinco encuentros que ha dirigido han resultado en fracaso, en parte porque el rival, el Borussia Dortmund, le cederá el balón de nuevo, y en parte porque el 4-1 encajado en la ida le obliga a una respuesta contundente, el mánager se encuentra ante una disyuntiva casi existencial. Probablemente sea su última oportunidad de alcanzar una final de Champions con el Madrid y la disposición atacante ineludible que requiere la remontada le empuja al conflicto interior.

Los jugadores madridistas creen que el Dortmund los esperará atrás y los presionará en su campo obligándoles a mover el balón en espacios reducidos para generar situaciones. Ante esta realidad será prácticamente imposible contragolpear. Necesariamente, Mourinho deberá revisar sus principios, las leyes que cimentaron su trabajo durante los últimos tres años en el Madrid. Deberá renunciar a ese planteamiento especulativo que le ha identificado como el abanderado mundial del fútbol de contragolpe. Ese modo de preparar los partidos que le sirvió frente al Barça le perjudicó en la última visita al Westfalenstadion.

En el descanso en Alemania pidió a sus jugadores que aguantaran el 1-1

El miércoles pasado, cuando reunió a sus jugadores antes del partido, Mourinho puso el énfasis en el peso del objetivo a perseguir: un gol fuera de casa les daría una ventaja crucial en la eliminatoria.

Las charlas de Mourinho en Dortmund recrearon un panorama sencillo. Como casi siempre. La redondez de los mensajes, la claridad de la idea expuesta, ha sido un punto fuerte del mánager y los futbolistas saltaron al campo persuadidos de que la misión que les encomendaba podría cumplirse sin excesivos problemas. Bastaría con defender en bloque medio-bajo, esperando a que el rival cometiera algún error para golpear con dureza a la mínima ocasión. La fórmula que tantos resultados le ha proporcionado al Madrid en la Liga hizo efecto en el minuto 43 cuando Cristiano marcó el gol del empate (1-1) tras una entrega errada de Hummels. Fue el gol que, según los planes de Mourinho, allanaría el camino a Wembley.

En el descanso, el mensaje del mánager fue acorde a su satisfacción. El técnico recordó a sus hombres que el 1-1 era importantísimo y que ahora deberían redoblar las vigilancias defensivas y cerrar líneas. Todos entendieron que tenían que dar unos pasos atrás para conservar el resultado. Fue un error. En los 45 minutos restantes el Dortmund consiguió un parcial favorable de 3-0, marcando el 2-1 y el 3-1 dentro del área, consecuencia del repliegue defensivo impuesto. Resultado insólito para una semifinal de Champions. El 4-1 final constituye prácticamente una sentencia condenatoria para el Madrid que, para salvarse, se impone la invocación del espíritu de Juanito, todo coraje, antítesis de la prudencia defensiva que predica Mourinho.

Más allá de la vocación propagandística de los vídeos y las consignas que emite el club evocando las remontadas gloriosas de la década de Juanito, Camacho y Santillana, el 4-1 del Westfalenstadion supone una ocasión de revisión ideológica. La única manera de salir del enredo parece coincidir con la práctica de un fútbol que, para el paradigma de Mourinho, ha sido sinónimo de anatema.

El técnico no ha sabido replicar a un rival que le obliga a tener el balón

Florentino Pérez sostiene desde 2010 que contrató al mejor entrenador del mundo y le encargó la conquista de una Champions como prioridad para recuperar la cumbre del fútbol europeo. Pero en los cinco partidos de semifinales disputados hasta ahora el talento táctico de Mourinho no ha resultado determinante. Contra el Barça en 2011, el Madrid perdió 0-2 en el Bernabéu después de especular con Pepe en el trivote, y, más valiente, empató 1-1 en el Camp Nou. Contra el Bayern perdió 2-1 en Múnich después de intentar defender el 1-1 con Marcelo en el trivote, y ganó 2-1 en Chamartín antes de caer en los penaltis. La semana pasada en Dortmund, perdió 4-1 y condicionó su pase a la final a una remontada quimérica. El balance de goles a favor y en contra del Madrid de Mourinho en semifinales de Champions es desalentador: 5-10 en contra.

No son pocos los jugadores del Madrid que cuestionan a su mánager por su conservadurismo en los momentos decisivos. La última medida perjudicial que señalan los futbolistas fue situar a Modric en el medio campo (trivotando) en Dortmund, cosa que obligó al desplazamiento de Özil a la derecha, donde pierde capacidad creativa.

A fuerza de tomar precauciones, este Madrid se ha abocado a asumir un riesgo máximo. Es lo que sucede cuando se impone ir a buscar al Dortmund a su campo con Lewandowski esperando el contragolpe. El escenario soñado por Mourinho, pero al revés.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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