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El Caja Laboral se adormece en Moscú

El CSKA impone su jerarquía por encima de las estadísticas y vence con comodidad (89-78) liderado por Weems y Teodosic

Papaloukas y Kaun presionan a San Emeterio
Papaloukas y Kaun presionan a San EmeterioSERGEI ILNITSKY (EFE)

Cada partido es distinto, pensó el Caja Laboral. El que da primero da dos veces, debió pensar el CSKA porque cuando no hay color los matices son subjetivos. Uno mira lo que ha hecho y el otro lo que quizá pueda hacer. Más acá del psicoanálisis, el Caja Laboral entendió que el equipo de Messina tiene más recorrido, más variedad, más alternativas que las que él puede ofrecer sobre todo en un enfrentamiento directo en el que el pulso es tan definitivo como la estrategia o el ánimo. El CSKA lo dominó todo: ritmo, tacto, muñeca, rebote, empuje. Bien dirigido por Jackson o por Teodosic o por Weems nunca transmitió sensación alguna de poner en peligro su jerarquía. No anduvo ni sobrado ni falto. Al Caja Laboral si le faltó ese punto que explica por qué ganas y por qué pierdes. Fue mejor el equipo de Vitoria en el porcentaje de tiros libres y en el de tiros de dos puntos, equilibró la batalla del rebote (29-28), pero fue infinitamente peor en el capítulo de triples (con un pobre 3 de 19 frente al 9 de 21 de su rival). Pero quizás los números fríos no expliquen el calor del partido, de un partido de cuartos de final donde hay poca marcha atrás.

El Caja Laboral perdió en Moscú la muñeca. En el baloncesto actual, la larga distancia es un recurso y un contraataque al mismo tiempo. Vale igual para irse del rival que para alcanzarlo y ninguna de ambas cosas hizo cuando el CSKA iba modificando sus alternativas en función de sus necesidades. Messina tiene corazones a su medida. A veces le vale el corazón valeroso de Teodosic, con ese aire de profesor de trigonometría, o cuando hace falta el corazón frío de Papaloukas, con aspecto de profesor de filosofía. El resto del equipo se mueve con personalidad en función de sus características. No puede decirse que el CSKA baile al son de ninguno de sus jugadores como danzarines sin nombre. El ruso es un equipo poderoso, pero no rígido, que lo mismo mueve centímetros bajo la canasta que parece pizpireto cuando de correr se trata. Teodosic y Weems por fuera, con 17 y 19 puntos respectivamente, y Krstic y Kaun en la pintura, con 16 puntos cada uno, se repartieron el dominio y los puntos.

CSKA, 89 - Caja Laboral, 78

CSKA de Moscú: Teodosic (17), Weems (19), Kaun (16), Krstic (16) y Khryapa (7) —cinco inicial—; Erceg (5), Micov (9), Papaloukas (0), Vorontsevich (0), Jackson (0), Ponkrashov (0), Sokolov (0).

Caja Laboral: Cook (0), San Emeterio (2), Nocioni (16), Nemanja Bjelica (9) y Lampe (12) —cinco inicial—; Heurtel (4), Pleiss (6), Causeur (17), Milko Bjelica (10), David Jelinek (2).

Árbitro: F. Rocha (Portugal), M. Jovcic (Serbia) y O. Latisevs (Letonia). Sin eliminados.

4.608 espectadores en el Universal Sports Hall de Moscú.

El Caja Laboral de Tabak tiene más dependencias. Su tránsito en la Euroliga le ha hecho crecer en la adversidad. Ha estado tan fuera como dentro de cada fase, pero fiel a su estilo ha sobrevivido a todos los anuncios de naufragio, siendo como es un clásico de los bailes europeos estelares. El problema es que ante el CSKA siempre dio la sensación de ser un rival digno, pero no superior. Los datos le avalaron en el ordenador del encuentro, pero en realidad siempre estuvo a remolque, jugador a jugador, caso a caso. Nocioni, el alma y el corazón del equipo, por lo que fue y lo que es, no podía con tipos como Krstic, Kaun o Khryapa, un grandullón que luego en el aro contrario las tira flojitas, suaves, medio muertas y entran en la canasta como el fútbol dice de los goles que entran besando la red. El empuje de San Emeterio, que acabó lesionado en el brazo, no bastó, ni las intermitencias de Heurtel o Nemanja Bjelica o el ímpetu del final cuando la batalla estaba perdida pero quedaba la honra (la honrilla, se dice en el deporte, cuando sabes que vas a perder).

Acabada la fase donde los errores con uno los puedes curar con las victorias frente a otros, en el puro enfrentamiento directo, el Baskonia dio un paso atrás ante uno de los señalados para el triunfo final. No era una batalla fácil la que le esperaba a un clásico europeo y como no lo era, no lo fue. El CSKA tiene un poco de todo y al equipo de Vitoria le faltó sobre todo tacto para desequilibrar el pulso bajo el tablero. En los duelos singulares, o puede el músculo o puede el tacto. O puede la mezcla de los dos. El CSKA es un compendio de veteranía y talento que resultó definitivo ante un Caja Laboral que no perdió la mirada pero siempre vio borroso el marcador. Fue el primer asalto, en el que exhibió su inferioridad aunque nunca rehuyó el cambio de golpes. Quedan posteriores citas que exigen al equipo de Tabak un porcentaje de acierto mayor ante un rival que le gana en banquillo y que pareció más fresco, menos exigido en contiendas anteriores. No se sabe si 11 puntos de diferencia (89-78) fueron muchos o pocos. Poco importa. Fue una cuestión de sensaciones, las que dijeron que el Caja Laboral necesita su versión más impoluta, más egregia, para derribar el muro ruso de un equipo que tiene casi de todo. Un poco de dirección en la cancha no le vendría nada mal al equipo de Tabak.

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