La revancha imparable de Pellegrini
Tras fracasar en su primer año de técnico, con el Universidad de Chile, el entrenador ha creado dos grandes equipos casi de la nada
A cualquier otro le hubiera asustado el despliegue del Dortmund el pasado miércoles en Málaga, pero a él no. “La presión es ahora suya, que deberán evitar un gol nuestro de visitantes”, zanjó. El espigado Manuel Pellegrini (Santiago, 1953) abandonó su carrera de central cuando un día advirtió que un chiquito moreno y pequeño le sacaba dos cabezas en un salto. Era Zamorano. Él entonces no lo sabía, pero ahora lo recuerda entre risas. A don Manuel, como le llamaba la prensa en El Madrigal con una mezcla de respeto y de sorna por su pose estirada, siempre le gustó planificarlo todo. Ese espíritu cartesiano le llevó primero a estudiar Ingeniería Civil y después a que sus equipos fueran organizados y racionales, casi siempre fiables. Pese a su fama de entrenador ofensivo, sus escuadras defienden con un profundo sentido táctico. El Málaga pasó de ser el más vulnerable de la Liga cuando llegó, en noviembre de 2010, a uno de los menos goleados. Mérito del estado de forma del portero, Willy Caballero, tras siete años en Segunda; y de los dos centrales: Demichelis, descartado por el Bayern; y Weligton, inteligente para aprender el oficio a los 33.
Los veteranos son la clave de un Málaga con una media de 29 años. Sus ganas de seguir en la élite pese a que el jeque Nasser Al-Thani abandonó el proyecto ideado por él mismo hace tres años. No solo contrató a Pellegrini como entrenador sino a tres de las piezas maestras solicitadas por él, Cazorla, Isco y Monreal. Dos de ellas ya han sido traspasadas y la tercera, Isco, lo será si hay una oferta seria. Es la única vía de subsistencia desde que Al-Thani decidió no poner ni un céntimo más. Eso sí, al menos ha tenido el detalle de no querer recuperar lo invertido (unos 150 millones). De los impagos a los jugadores, muchos de los cuales acaban contrato, saltó la sanción de la UEFA, que impedirá al Málaga jugar la próxima campaña en Europa. Ellos se sienten la orquesta del Titanic: siguen tocando mientras todo se hunde.
Seducida la ciudad por el entrenador que la ha llevado hasta aquí, el alcalde, Francisco de la Torre, le dedicará una calle a su nombre. Él lo saborea a su manera, en solitario o con los amigos más íntimos, ya sea en un restaurante alejado del mundanal ruido, o en su piso de Marbella, golpeado por las olas del mar, lejos del fervor de Málaga después de las grandes victorias. Una discreción trasladada a sus fieles colaboradores: Rubén Cousillas, exportero del San Lorenzo de Almagro, y el preparador físico José Cabello, a quien conoció en el Villarreal.
En el Villarreal empezó con futbolistas de segunda fila y les sustituyó por estrellas
Su carácter introvertido se fraguó en las noches en vela estudiando Ingeniería, mientras cumplía como central “rendidor” durante 14 años en el Universidad de Chile. Entre 1986 y 1994 edificó varias casas y un centro deportivo del que es propietario. Aunque todo partió de un sonoro fracaso. En su primer año de entrenador, descendió al Universidad de Chile por la diferencia de goles, con 26 puntos, una cifra alta e inédita para un descendido. Aquel estigma le marcó a fuego y se marchó de Chile en silencio, a la Liga de Ecuador, donde comenzó una revancha imparable: campeón de Ecuador y luego de Argentina con el River. “Soy muy racional, pero he tratado de cuidar más las relaciones humanas, ser más pasional”, aprendió.
En el Málaga comenzó con figuras y las ha ido cambiando por los descartes de otros
Fue el principio de una trayectoria de ya nueve años en España con la construcción de dos equipos formidables casi de la nada. En direcciones opuestas. En el Villarreal empezó con futbolistas de segunda fila y acabó en la semifinal de Champions 2006 con Riquelme, Forlán, Senna y Cazorla. En el Málaga ha sustituido a algunas figuras —Cazorla, Rondón y Monreal— por los descartes de otros: a Iturra le dio la baja el Murcia, Saviola venía de vuelta de todo, Roque Santa Cruz, cedido por el City, y Antunes por el Roma. Lo inalterable ha sido su filosofía, orgulloso heredero de Fernando Riera, el preparador chileno del Benfica de Eusebio. “Busquen 10 paredes”; les pide a sus jugadores, “nos equivocaremos en ocho, pero en dos ganaremos el partido”. “Cuando veo una pelota larguísima y un control difícil, aplaudo. Cuando veo 10 jugadores jugando a un toque, mostrándose, juntándose, lo aplaudo”, declaró en febrero de 2005, a lo que, meses después, Fabio Capello respondería con desprecio. Dijo no conocer a Pellegrini. Ni interesarle la estética, por supuesto.
Entre medias, una campaña sufriente en el Real Madrid marcada por el trato glacial con el presidente, Florentino Pérez, que lo ignoró olímpicamente. Sobre todo a raíz de que, en la pretemporada, el chileno desoyera la petición presidencial de no alinear a Robben y Sneijder para traspasarlos.
En Chamartín había mucho ruido y a Pellegrini le gusta el silencio para seguir con sus estudios de alemán, por ejemplo. “Si solo sé de fútbol, no sé nada. El fútbol es una combinación de personalidad, gusto, exigencia, liderazgo… El liderazgo se aprende leyendo, viendo, viviendo”, manifestó en febrero de 2009. A Pellegrini le atrae probarse en la Bundesliga o en Inglaterra. Aunque le quedan dos ejercicios más con el Málaga y una cláusula de cuatro millones si rompiera ese contrato. “Esta profesión es una copa de cristal a punto de romperse”, filosofó don Manuel. Él sigue al frente del Málaga y la orquesta sigue tocando.
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