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Saint Denis se harta de Benzema

El delantero, falto de acierto, lleva 1.001 minutos sin marcar con Francia y acaba silbado

Benzema intenta marcharse de Busquets y Piqué.
Benzema intenta marcharse de Busquets y Piqué. CHRISTOPHE KARABA (EFE)

Sepultado por un manto de tristeza, Benzema suma 1.001 minutos sin marcar con la selección francesa. No por falta de ganas ni de entusiasmo rematador, al menos anoche en Saint Denis, pero sí por un profundo desacierto cada vez que encaró a Valdés. Saint Denis lo despidió con una bronca muy sonora en el minuto 81, sustituido por Sissoko. Ni siquiera le reconoció su sacrificio defensivo ni su dinamismo permanente. Un delantero sin gol es como un pub sin cerveza, como sentenció en su día John Toshack. Él se ha quedado estancado con 15 en 55 partidos con los bleus.

Deschamps le dejó una lista muy llena de tareas defensivas a Benzema. Entre ellas, bajar en los fueras de banda a favor en el terreno del campo bleu para darle una salida limpia al balón. Así fue en una acción sacada con maestría por el delantero del Madrid, cerca de su portero Lloris; la prolongó hacia la derecha y llegó como una bala al ataque, con el tiempo para disparar el servicio atrás del lateral Jallet. Tan obsesionado por ayudar en defensa, se extralimitó en ocasiones. Como en ese cabezazo demasiado fuerte hacia atrás que permitió un tiro demasiado cruzado y flojo de Villa. No hubo reproches entonces desde la grada. El compromiso era total. La puntería no tanto. Sus disparos a puerta no fueron atinados, pero su movilidad dio mucha guerra a la pareja española de centrales, Ramos y Piqué, muy exigidos por las combinaciones de Benzema con Valbuena y Ribéry.

El ariete ha entrado de lleno en las últimas semanas en el ojo del huracán

Aunque estuvo tentado de mover los labios, Benzema se mantuvo firme en su postura de no cantar La Marsellesa. A su lado tenía un aliado, Ribéry, también de origen argelino, que tampoco entonó el himno. Fueron los únicos. El resto de los bleus, con Varane a la cabeza, se unió a los 80.000 espectadores de Saint Denis que afinaron con fuerza La Marsellesa.

Unas veces llevado por la imprudencia temeraria y otras por una inocencia infantil, Karim Benzema (Lyón, 1987) había entrado de lleno en las últimas semanas en el ojo del huracán. Primero al ser cazado con su automóvil a 194 kilómetros por hora por la M-40 de Madrid y después, en un juicio rápido, castigado a ocho meses de retirada de carné y al pago de 18.000 euros por parte del juzgado de Primera Instancia de Pozuelo de Alarcón. Y, más tarde, al afirmar en una radio francesa que él, de origen argelino, ni cantaba La Marsellesa ni nadie podía obligarle a hacerlo. A ello se ha unido una de esas fases melancólicas de su juego, sin la agresividad que le exige su entrenador en el Real Madrid, José Mourinho, para exprimir su enorme potencial goleador. Así ha acumulado ya 1.001 minutos sin marcar, desde un tanto a Estonia el pasado 5 de junio. El cóctel ha generado una reacción en contra de la afición de los bleus, que lo silbó en los últimos minutos del pasado encuentro ante Georgia (3-1). Tras fallar varios remates fáciles para alguien de su calidad, las reacciones en contra continuaron. El exseleccionador Raymond Domenech expresó un rencor antiguo al escribir en su cuenta de twitter: “Benzema confirma su inutilidad”. Y el 60% de los lectores de L’Équipe votaron en contra de su titularidad contra España.

El madridista acumula ya 1.001 minutos sin marcar con su selección, desde que lo hiciese ante Estonia el 5 de junio

Didier Deschamps nunca fue un populista ni como mediocentro de contención en su larga estancia en el Juventus ni como entrenador en sus anteriores etapas en el Mónaco y el Marsella. Así decidió anoche, en contra de muchas opiniones, seguir confiando en Benzema en la alineación. La mejor manera de exigirle un esfuerzo total al jugador, que adquiría una deuda con el seleccionador. La intentó saldar de todas las maneras. Más acertado en los pases, como ese en diagonal a Ribéry que acabó en la parada de Valdés a Matuidi. Antes, se había llevado un cabezazo involuntario de Busquets al tratar de cabecear una falta. Tampoco era este su día y Saint Denis lo condenó a un abucheo inolvidable.

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