Todos en fila detrás de Red Bull
Vettel y Webber siguen como grandes referencias de un campeonato muy abierto
Hace 10 años, a Dietricht Mateschitz, el propietario del imperio energético de Red Bull, le dio por comprarse la isla Laucala, en las Fiji, por la que pagó ocho millones de euros. Cerca de 800.000 palmeras reciben a cualquiera que decida alquilarla entera, por 50.000 euros al día, o a quien prefiera hospedarse en uno de sus 25 bungalows, a 3.700 euros por noche. Estas tarifas son las estándar, aunque con excepciones. Sebastian Vettel es una de ellas. El alemán y su novia, Hanna, pasaron allí la última semana antes de viajar a Australia, donde mañana (7.00, Antena 3 y TV3) se levantará el telón del Mundial de F-1. Vettel y Webber son las grandes referencias de un campeonato abierto, con Red Bull al mando y Ferrari, McLaren, Lotus y Mercedes como aspirantes a destronar a los pilotos de la escudería energética. En un certamen tan voluble, todos pujan: Ferrari y Alonso juegan a todo o nada; McLaren se ha renovado con Checo Pérez; Mercedes se pone en las majestuosas manos de Hamilton y Rosberg, y Raikkonen es la esperanza de Lotus. Todos, por ahora, en fila detrás de Red Bull.
Todo apunta a que Adrian Newey ha vuelto a hacer diana en el diseño del RB9
Vettel abandonó el circuito de Montmeló el 3 de marzo, domingo, después de participar en los últimos entrenamientos de pretemporada. Se pasó el lunes metido en el simulador de Red Bull, en Milton Keynes (Gran Bretaña), y al día siguiente se subió a un avión que le llevó hasta Laucala. Por el camino bautizó a su nuevo prototipo como Hungry Heidi (Heidi la Hambrienta), siguiendo una de sus manías.
Ya en Melbourne, al chico de Heppenheim se le preguntó qué había hecho para desconectar antes del arranque del campeonato, a lo que él respondió que descansar en su granja, en Suiza. Puede que lo hiciera para tratar de mantener esos hábitos de perfil bajo que se esfuerza en exhibir sin demasiado éxito, o para no reflejar la tranquilidad y la confianza que le inundaba al ser consciente del potencial de su nuevo monoplaza. De ser cierto este segundo supuesto, el estado de ánimo del tricampeón chocaría con las declaraciones que hizo hace dos semanas en Barcelona, cuando vino a decir que las cosas no habían ido tan bien como esperaba debido a unos problemas que lógicamente no especificó. A la espera de la cronometrada prevista de esta madrugada pasada, la primera jornada en el circuito de Albert Park dejó constancia de la buena salud del bólido del búfalo rojo, que en manos de Vettel lideró sin mayores apuros la tabla de tiempos de las dos sesiones. Si Felipe Massa le acompañó en la primera, Mark Webber, su compañero, lo hizo en la segunda, bastante más significativa. Nico Rosberg colocó su Mercedes el tercero, justo por delante de los dos Lotus (Raikkonen cuarto y Grosjean, quinto), mientras que Fernando Alonso terminó con el sexto mejor registro, a algo más de ocho décimas del primero. “Hay margen de mejora”, concedió pese a todo el campeón.
En diciembre, la división técnica de Red Bull, con Adrian Newey a la cabeza, analizó al detalle cada uno de los grandes premios de la pasada temporada para tratar de detectar en qué áreas había sabido maximizar su potencial e identificar dónde aún había algo que rascar. Más allá de matices puntuales, si hubo un elemento que puso el título en peligro ese fue el alternador. Su recalentamiento provocó tres abandonos, dos de Baby Schumi (Valencia y Monza) y uno del australiano (Austin), demasiadas evidencias y demasiado importantes como para no tenerlas en cuenta.
Condicionado por la estabilidad reglamentaria vigente y a partir de la base del RB8, Newey se marcó el objetivo de potenciar sus puntos fuertes y minimizar sus debilidades, y todo ello, anticipándose a la entrada en escena de los nuevos neumáticos, mucho más blandos que los anteriores. Un planteamiento tan fácil de contar como difícil de conseguir. Pues bien, con las reservas que merece cualquier lectura queda hacerse a estas alturas de la película, la primera toma de contacto real apunta a que el ingeniero más influyente de la F-1 moderna ha vuelto a hacer diana con el RB9. No solo por colocarlo de nuevo al frente del pelotón, sino por haber encontrado la forma de exprimir al máximo unos neumáticos que calzados en otros coches parecen más delicados que el cristal. A la espera de que comiencen a rodar los bólidos, Red Bull sigue siendo la gran referencia.
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