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EL CORNER INGLÉS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El fútbol no es para gordos

Los jugadores del Madrid celebran la victoria en Old Trafford.
Los jugadores del Madrid celebran la victoria en Old Trafford.Jon Super (AP)

¿Qué lecciones podemos extraer del partido del año, el que perdió el Manchester United contra el Real Madrid en la Liga de Campeones esta semana?

"Quiero tener a mi alrededor hombres gordos." Julio César, de Shakespeare.

Quizá podríamos recurrir a la respuesta de un embajador canadiense cuando un obispo le preguntó en una recepción diplomática qué había aprendido durante los tres años que acababa de completar como representante de su país en Ucrania. Tras pensárselo un momento, el embajador recitó las siguientes líneas del libro de Eclesiastés, del Antiguo Testamento: “Vi además bajo el sol que la carrera no es de los veloces, ni de los valientes la batalla, ni que tampoco es de los sabios el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los hábiles el favor, sino que el tiempo y la suerte les llegan a todos”.

José Mourinho, el entrenador del Real Madrid, respondió lo mismo cuando le pidieron que hiciera su balance del partido contra el United, pero en palabras más concisas: “El mejor equipo perdió”, dijo.

Se negó a afirmar explícitamente que el United perdió porque fue víctima de una injusticia pero lo reconoció de manera implícita al hacer una comparación entre la expulsión del jugador del United, Nani, y una expulsión en otra eliminatoria de Champions, en 2011: la del jugador del Madrid, Pepe. En aquel momento Mourinho no dejó ninguna duda de cuál era su opinión. Su equipo perdió aquel partido contra el Barcelona debido a que se quedó con 10 hombres en el campo. Perdió el mejor. Cuando el Barcelona acabó ganando la Champions unas semanas después, Mourinho declaró, con admirable coherencia moral, que le hubiera dado vergüenza ganar el máximo torneo europeo de semejante manera.

La gran noticia que dio el partidazo entre los dos equipos más legendarios de Europa, entonces, es que Mourinho posee algo que no siempre habíamos asociado con él, la humildad.

Menos nueva bajo el sol fue la lección en sí que Mourinho transmitió, ya que el poeta de Eclesiastés se la conocía hace más de 2.000 años. Pero siempre vale la pena recordarla. Por más buenos o brillantes que seamos, estamos a la merced de fuerzas inescrutables, en el caso del fútbol, concretamente, a la merced del único hombre en el campo que ningún jugador, ni entrenador, ni aficionado, ni nadie puede controlar, aquel pequeño Dios omnipotente que lleva el nombre de árbitro, cuya labor es, por definición, arbitraria, que encarna el factor suerte en cada partido y que el martes en el campo de Old Trafford condenó a los diablos rojos del United a los infiernos con una decisión que transformó, con asombrosa rapidez, el curso del partido.

La gran noticia que dio el partidazo entre los dos equipos más legendarios de Europa es que Mourinho posee algo que no siempre habíamos asociado con él, la humildad

¿Alguna lección más? Sí, una que partió de una noticia casi tan asombrosa como el reconocimiento de Mourinho de que su equipo no mereció ganar. Que Wayne Rooney, celebrado durante una década como el talento más grande del fútbol inglés, fue relegado al banquillo. El anuncio, media hora antes del inicio del partido, de que Rooney no estaba en el once inicial del United sacudió el estadio de Old Trafford y a medio mundo, sin excluir a su esposa. “Can't believe @WayneRooney isn't starting tonight!!!” (¡No me puedo creer que @Wayne Rooney no empieza esta noche!) fue la reacción de @ColeenRooney en Twitter. La respuesta indicada a Coleen (seguro que algún tuitero se la envió) hubiera sido: “pues deja de darle tanto de comer, ¡mujer!”.

El problema de Rooney es que está gordo. Ferguson se ha pasado la temporada enviándole mensajes sobre el tema, quizá con demasiada delicadeza, como si se tratara de un marido tímido lanzando indirectas a su obesa mujer.

“Wayne no es Ryan Giggs”, dijo Ferguson en septiembre mencionando al jugador de 39 años que sí jugo de principio a fin el martes. “Ryan no ha engordado un kilo en toda su vida”. “Es muy fornido. Va a tener que entrenarse duro siempre, no hay duda”, dijo Ferguson en diciembre. Es “un chico fuertote” al que “le cuesta volver cuando se pierde un par de partidos”, dijo en enero. Todo esto, traducido a un idioma que Rooney entendería mejor, se reduce a un sencillo mensaje: “Eres un barril de manteca y si no te pones a dieta y haces ejercicio voy a acabar contigo, ¡puerco!”.

Lo que está en duda ahora es si Rooney seguirá en el United la temporada que viene, incluso si su carrera en las alturas del fútbol mundial está llegando a su fin. La lección, en cambio, no está en duda, y es esta: un gordo no puede competir al máximo nivel en el fútbol profesional.

Claro. Tampoco nada nuevo bajo el sol. Quedemos a la espera, para algo realmente novedoso, al final de la temporada, en caso de que el Real Madrid gane la Liga de Campeones. ¿Sería Mourinho fiel, en tales circunstancias, a su discurso de esta semana? ¿Invadido por el remordimiento, consciente de que los aplausos que recibiría no serían merecidos, confesaría su vergüenza ante el mundo? Esa sí que sería una lección para la eternidad.

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