El tango de Baptistao
El Rayo Vallecano se merienda a un Espanyol pusilánime (2-0) agarrado al impulso y el gambeteo del delantero brasileño
El fútbol en Vallecas es un estado de ánimo. Un irredento espíritu barrial trasladado al profesionalismo que busca la victoria desde las endorfinas. El Rayo recuperó el carril y el optimismo ante Espanyol y se merendó con solvencia a un rival mustio. Con el viento a favor desde los primeros minutos y agarrados al impulso de Leo Baptistao, los locales desplegaron de nuevo lo mejor de su elogiado repertorio. Con porte de bailarín de tangos, el delantero brasileño se adueñó del encuentro con su hipnótico gambeteo y su decidida zancada sin que los de Aguirre alcanzaran a echarle el lazo.
Rayo, 2 - Espanyol, 0
Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Gálvez, Jordi Figueras, Casado (Arbilla, m. 67); Javi Fuego (Adrián, m.84), Trashorras; Lass (José Carlos, m. 42), Chori Domínguez, Piti; y Leo Baptistao. No utilizados: Cobeño; Arbilla, Vázquez, Tamudo y Delibasic.
Espanyol: Casilla; Javi López, Colotto, Moreno, Capdevila; Forlín, Víctor Sánchez (Wakaso, m. 46); Stuani, Cristian Alfonso (Verdú, m. 46), Simao (Petrov, m. 70); y Sergio García. No utilizados: Cristian Álvarez; Víctor Álvarez, Raúl Rodríguez y Tejera.
Goles: 1-0. M. 9. Chori Domínguez. 2-0. M. 77. Piti.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Casado, Stuani, Chori Domínguez, Simao, Víctor Sánchez, Javi López, Sergio García, Javi Fuego y Leo Baptistao.
Unos 10.000 espectadores en Vallecas.
A fuerza de descaro y buen hacer, los de Paco Jémez se colaron hace unas jornadas en la fiesta de las plazas europeas, pero les entró el mal de altura. Con el mono de trabajo desteñido y rodeado de trajes de etiqueta, los franjirrojos se entregaron al titubeo. Entre cantos de sirena y sueños de grandeza, perdieron el paso con cuatro puntos de los últimos 15 posibles. Y nadie mejor que Leo Baptistao para ejemplificar los biorritmos de este Rayo. Tras unas semanas imaginándose con camisetas futuras y buscando la afinación perdida por su lesión muscular, el delantero brasileño se volvió a poner el frac ante el Espanyol.
En su caracoleo estuvo el epicentro del partido. Un desmarque de tiralíneas, una galopada briosa y un regate de museo, precedió al pase de la muerte con el que regaló al Chori Domínguez el primer gol cuando no se había cumplido el minuto 10. Colotto sucumbió al quiebro de Leo, capaz de driblar a la vez con la mirada, la cintura y el tobillo. Bastó para fulminar a un enemigo sumido en la galbana. Javi Fuego y Tashorras dieron una lección de oficio a Forlín y Víctor Sánchez, Piti alfombró el carril izquierdo y Chori Domínguez acaudilló el frente de ataque.
Ni rastro del Espanyol optimista de Javier Aguirre, desvirtuado desde la indumentaria hasta la propuesta. Carentes de ambición y vértigo, los visitantes fueron una sombra de equipo que apenas inquietó a Rubén. Sergio García se convirtió en un náufrago desorientado y desasistido. La dejación de funciones de Stuani, Cristian Alfonso y Simao dejaron yermo el plan ofensivo y el dique de contención también hizo aguas. Firmaron la rendición antes de haber presentado batalla y el Rayo tuvo tiempo para redecorar el apartado de tarjetas en vísperas de su visita al Camp Nou el próximo fin de semana. Javi Fuego y Baptistao se borraron para la cita de Barcelona forzando sendas tarjetas amarillas en un tramo final propicio para el paripé.
La faena estaba cumplida. Más aún cuando Kiko Casilla salió de su área en una carrera irreflexiva y Piti anticipó su gatillo para firmar la sentencia. De un plumazo, en una tarde propicia, los de Jémez se reencontraban con la victoria y garantizaban virtualmente la permanencia. Motivos para el optimismo para el mejor Rayo de su historia en Primera a estas alturas de la Liga con 41 puntos, dos menos de los que logró en toda la temporada pasada.
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