_
_
_
_
_
DEPORTIVO, 0-RAYO, 0
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Deportivo no aprende a ganar

El colista firma un empate con sabor a derrota ante un Rayo que fue de más a menos

Gálvez se anticipa a Riki.
Gálvez se anticipa a Riki.Cabalar (EFE)

Tras algunos empates sin goles se esconden partidos plenos de intensidad, de alternativas y de agonía. Lo fue el que marca una nueva muesca en la cuenta atrás del Deportivo, que solo ha ganado tres encuentros de 26, que cada vez se aboca más al milagro para seguir en Primera, categoría en la que permanecerá el dignísimo Rayo Vallecano, que no se presentó en Riazor dispuesto a especular con las urgencias o los nervios del colista. Salió a ganar, tan simple y tan complicado porque eso implica tener fútbol, pero también creer. El Rayo cree y por eso ofrece esta temporada una hermosa lección, la de un equipo que olfatea los puestos de Liga de Campeones con 8 millones de presupuesto, cinco veces menos que, por ejemplo, el Deportivo. Lo hace con un plantel que agrupa proletarios del balón, veteranos en busca de reivindicación, jóvenes desconocidos anhelantes de gloria y un técnico que no conoce el miedo.

Deportivo, 0-Rayo, 0

Deportivo: Aranzubía; Silvio, Marchena, Zé Castro, Ayoze; Assunçao (Juan Domínguez, m. 65), Abel Aguilar; Bruno Gama (Oliveira, m. 77), Valerón, Pizzi; y Riki (Salomão, m. 20). No utilizados: Lux, M. Pablo, Álex Bergantiños, Camuñas.

Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Gálvez, Amat, Casado; Javi Fuego (Adrián, m. 81), Trashorras; Lass, Domínguez (Delibasic, m. 73), Piti; y Leo Baptistao (José Carlos, m. 68). No utilizados: Cobeño, Arbilla, Jordi Figueras, Adrián, Vázquez.

Árbitro: Hernández Hernández. Expulsó a Marchena (min. 85) y amonestó a Zé Castro, Gálvez, Domínguez, Casado, Amat

Riazor. Unos 25.000 espectadores.

Temor sobra en Riazor, donde el equipo se sostiene a base de voluntades. Fluyen los lemas: “Unión y compromiso”, “si se puede”, “juntos podemos”, se apela a los sentimientos, al pasado glorioso, a los colores y al escudo, a los 107 años que cumple el club precisamente hoy. Pero el presente es crudo y huérfano de fútbol. Activar ciertas fibras sirve de poco cuando no sobra la chicha y el Deportivo está en los huesos, padeció un calvario durante el primer tramo del partido, superado en todos los conceptos, incapaz de manejar la pelota, apurado en el área, donde solo la ausencia de pegada del Rayo le salvó de encajar gol, visto lo visto en partidos anteriores quizás un golpe irreparable. Lo tuvo Lass, incisivo e inalcanzable en los desmarques. En uno de ellos ganó la espalda de Marchena y Zé Castro para desperdiciar el mano a mano ante Aranzubía, en otro remató mal a las manos del meta un centro que le dejó solo en el segundo palo.

El Rayo cree y por eso ofrece esta temporada una hermosa lección con 8 millones de presupuesto

El Rayo decayó mientras el Deportivo perdió a su referencia en ataque. Riki se marchó lesionado a los 20 minutos y Vázquez optó por Salomão en lugar de Oliveira. Y situó como avanzado a Pizzi, un mediapunta. La decisión, seguramente justificada en sensaciones de partidos y entrenamientos, alteró los mecanismos del grupo, acostumbrado a buscar al delantero en los espacios y no con la pelota al pie que demanda el futbolista propiedad del Atlético. De una u otra manera el Deportivo no llegó al área, se alivió con Valerón, pero no se impuso hasta que en la segunda parte apeló por momentos a la heroica. Fue entonces, a lomos de una afición maravillosa, cuando se desató, directo y concreto. El Rayo se defendió con nervios de acero y entidad: balón al piso y a jugar. Algo cabe sospechar de un equipo que alinea a Trashorras en el doble pivote. Pero todo había cambiado. Sin noticias de Pizzi en su nueva ubicación, Salomão, Marchena y Aguilar vieron el gol de cerca. Vázquez buscó en Juan Domínguez un socio para Valerón, dio carrete a Oliveira. Se abrió el Deportivo, al que el empate valía de poco, pero que se desarmó cuando iba a iniciar el arreón final con una nueva expulsión, un partido más otro error, esta vez de Marchena. Pasó entonces de dominador a dominado, a defender y firmar unas tablas que en casi nada le reconfortan y que Delibasic pudo romper en el descuento.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_