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historias de un tío alto
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Superman, culpable

El pívot de los Lakers está en el epicentro de los problemas de su equipo

Dwight Howard, en un partido de este febrero con los Lakers.
Dwight Howard, en un partido de este febrero con los Lakers. STEPHEN DUNN (AFP)

El pasado lunes, Jerry Buss, propietario durante mucho tiempo de los Lakers de Los Ángeles, falleció a causa del cáncer. Tenía 80 años. Como era de esperar, los homenajes que le rindieron fueron floridos, y reflejaban el pacto tácito de la humanidad consigo misma: que si uno dice algo agradable sobre alguien cuando muere, a lo mejor alguien dirá algo agradable sobre él cuando muera. El comisario de la NBA, David Stern, afirmó que la NBA había perdido “a un propietario visionario cuya influencia en la liga había sido incalculable y seguirá sintiéndose durante décadas”. Lo que quizás sea un tanto hiperbólico, porque estoy bastante seguro de que, en los tiempos que corren, todo es calculable.

Lo cierto es que Jerry Buss no era del todo un pecador ni del todo un santo. Probablemente hizo cosas buenas en su vida; y probablemente hizo algunas malas. Pero la cuestión no es si Jerry Buss fue bueno o malo. El hecho es que personificó a los Lakers: Hollywood, la ostentación, las dotes teatrales, el poliéster. Y al morir, ha recordado a todo el que se considere fan de la NBA que todos nos estamos haciendo más viejos, que Magic Johnson empezó a jugar —¡madre mía!— hace 25 años. Lo que quiere decir que tenemos razones para sentirnos enfadados por la muerte de Jerry Bush. Para querer zanjar el asunto, buscar respuestas, señalar al culpable.

Tres días antes de la muerte de Buss, los Lakers sufrieron una infame derrota a manos de sus eternos rivales. La victoria de los Clippers fue un aviso: que por esta temporada, al menos, el amo de Los Ángeles es el equipo nombrado en honor al barco, y no el nombrado en honor al agua.

La temporada pasada Howard partió el corazón a los fans de Orlando; esta temporada ha partido el de los fans de Lakers

Y eso estaría bien, excepto por la forma en que se ha llegado a esa supremacía este año. Los Clippers son buenos, no cabe duda. Pero ¿y los Lakers? Se suponía que eran aspirantes. Kobe Bryant, Pau Gasol y Steve Nash y Dwight Howard: ¿cómo han podido fracasar?

Bueno, el hecho es que han fracasado. Y aunque pudiera parecer un disparate achacar la culpa a un hombre, forma parte de nuestra naturaleza el buscar lo específico. Así que nuestra mirada se centra en los sospechosos. ¿Fue Kobe Bryant el responsable? Ni mucho menos. Está loco, qué duda cabe, pero este año probablemente se ha esforzado más que ningún otro en la liga. ¿Y qué me dicen de Steve Nash, que ha estado jugando cada partido como si tuviera casi 40 años? Pero, un momento, tiene casi 40 años. ¿Y Pau Gasol? Este es un periódico español. Los tiempos ya son malos de por sí. No echamos la culpa a Pau Gasol.

Y en cualquier caso, cualquiera que haya visto a los Lakers este año sabe que este misterio no es el que pone fin a la carrera de Poirot. El culpable es fácil de detectar; mide 2,11 metros y a veces juega acorde con esa altura. Le gusta llamarse a sí mismo Superman porque piensa que si lo dice se convertirá en verdad. Sus hombros son Atlas; alegrémonos de que no esté sosteniendo nuestro mundo.

Su nombre es Dwight Howard. La temporada pasada partió el corazón a los fans de los Magic en Orlando. Esta temporada, ha partido el corazón de los seguidores de los Lakers en todo el mundo.

Y no hace mucho tiempo, quebrantó el espíritu de un anciano llamado…

Vale, no estoy preparado para decir que Dwight Howard es un asesino.

Pero tampoco estoy preparado para decir que no debería sentirse un poco mal.

Es posible que Dwight Howard no haya matado a Jerry Buss, pero desde luego no dio al hombre muchas razones para seguir viviendo.

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