Casados con los Celtics
No llevo casado 20 años, fundamentalmente porque, para que eso fuese cierto, tendría que haber estado subiendo al altar a los 15 años. Y lo más probable es que mis padres no hubiesen dado su aprobación a la mujer que habría elegido cuando tenía 15 años: la Princesa Peach de Super Mario 2.
Sin embargo, cuando me imagino lo que es llevar 20 años casado, pienso en las opciones, en las decisiones y en las encrucijadas. Porque parece que, después de 20 años, una persona podría verse tentada a empezar otra vez: porque quizás no salió como ella quería, porque quizás podría ser mejor, o porque quizás esa secretaria no estaba bromeando cuando dijo aquello sobre el armario del conserje.
En palabras de The Clash: ¿debería quedarme o debería irme ahora?
Los Celtics de Boston se enfrentan a una decisión parecida. Después de perder al base Rajon Rondo por una rotura del ligamento cruzado anterior que ha hecho que la temporada se haya acabado para él, los Celtics bien podrían estar al acecho, sin estar necesariamente solteros, pero, sin duda, dispuestos a hacer vida social.
La opinión generalizada es que los Celtics tienen dos opciones: seguir adelante con una novia encorvada (Paul Pierce) y un novio canoso (Kevin Garnett), y rezar para que haya un asesor matrimonial adecuado que los ayude (Josh Smith de los Hawks de Atlanta) a la vuelta de la esquina. O los Celtics podrían tirar la toalla y traspasar a Pierce, y quizás también al lesionado Rondo. (Por culpa de una cláusula que impide su traspaso, es más difícil desprenderse de Garnett). El observador ocasional supondría que esta última es la única opción válida, al menos desde un punto de vista empresarial. Después de todo, ya que los Celtics no tienen posibilidades reales de ganar el título este año, ¿por qué no romper el matrimonio y empezar con la secretaria? Bueno, en parte porque a lo mejor el campeonato de la NBA ya no es el objetivo.
Esta no es la NBA de tu hermano mayor: los equipos ya no hipotecan sus futuros para fichar anotadores de 35 años
Lo que me gusta imaginar, cuando me imagino que llevo casado 20 años, es esto: familiaridad, afecto, confianza. Es verdad que, probablemente, la pasión del primer mes ya no exista, pero esperemos que haya otra cosa. Algo como la familia. Algo como la amistad. Algo que merezca la pena conservar.
En el contexto de los Celtics de Boston, esto podría significar que me estoy declarando a favor del sentimentalismo; que Danny Ainge, el director general de los Celtics, debería anteponer la lealtad a la búsqueda de beneficios. Pero ese no es el caso. Esta no es la NBA de tu hermano mayor: los equipos ya no hipotecan sus futuros para fichar anotadores de 35 años. Por eso podría ser verdad que la senda más rentable para los Celtics sea la de seguir contando con sus campeones casi caídos mientras puedan, vendiendo a sus aficionados el mito del equipo que lleva las de perder, el que esta podría ser la última oportunidad de ver a Kevin Garnett o la rareza que es Paul Pierce: un jugador que empezó y terminó su carrera vistiendo la misma camiseta.
No sé lo que es llevar casado 20 años. Pero sé que destruir un matrimonio para correr detrás de la secretaria es casi siempre una mala idea. Y, bueno, tengo la ligera sospecha de que conservar lo que es bueno, y agarrarse a eso mientras se pueda, podría ser, de todas formas, lo mejor que todos podemos esperar.
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