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'HISTORIAS DE UN TÍO ALTO'
Columna
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La NBA tiene que mejorar el producto

Es mejor cuatro meses de grandes partidos que seis de encuentros sin importancia

Kobe Bryant y Kevin Durant, en el Lakers-Oklahoma de la pasada madrugada
Kobe Bryant y Kevin Durant, en el Lakers-Oklahoma de la pasada madrugadaHarry How (AFP)

Ha sucedido: no puedo ver otro partido sin sentido entre los Clippers y los Hornets, o entre los Lakers y los Spurs, o entre los Bobcats y los Heat. No puedo mirar la tabla de posiciones otra vez, para que se me recuerde que, naturalmente, los Nets están mejorando y, sí, los Knicks están empeorando. No puedo leer la historia que algún escritor ha creado sobre una historia que no existe: a lo mejor los Kings se trasladan a Seattle, a lo mejor tiene importancia quién será el próximo entrenador de estos, a lo mejor Dwight Howard dejará de tener la cabeza en el trasero.

Es la depresión de mediados de invierno de la NBA, y me está fulminando como un saco de ladrillos. Ladrillos hechos de aburrimiento. Este malestar se produce todos los años, pero este año parece diferente, por una razón muy evidente: este año no es el año pasado y el año pasado fue magnífico.

¿Se acuerdan? La temporada empezó en Navidades, hubo solo 68 partidos, cada noche parecía tener importancia. Es casi como si la NBA debiera hacer algo parecido todos los años. Y si fuera inteligente, lo haría.

La Liga podría hacer muchas cosas para mejorar su producto: acortar los partidos a 40 minutos; hacer que el formato de las series de playoffs fuera el mejor de cinco encuentros para introducir el factor aleatorio que tanto gusta a los fans; y multar a cualquier equipo que contrate a Jared Jeffries. Pero lo que más impacto tendría sería la introducción de la escasez de programación.

Creen que es mejor sacar otra noche de ventas de entradas, en lugar de crear un producto que sus fans se mueren de ganas de ver

Probablemente, lo mejor que podamos esperar sea un calendario de 50 encuentros que empiece en Navidades y acabe en mayo. Pero la verdadera respuesta es una programación de 40 encuentros que empiece en Navidades, que tenga un calendario predecible (partidos solo los miércoles y los domingos), que termine en abril, y en la que las playoffs concluyan a principios de junio.

¿Por qué debería hacer esto la NBA? Bueno, ¿saben cuándo volverán a jugar los Timberwolves de Minnesota? Naturalmente, no lo saben; aparte del subalterno falto de sol que creó el calendario de la NBA, nadie lo sabe. Mejor aún, ¿tienen alguna confianza en que a los Timberwolves de Minnesota les importe de verdad el partido número 43 u 82?

Imagínense la animación, la exaltación, la emoción que acompañaría a los encuentros bisemanales que enfrentaran no a jugadores agotados después de cuatro partidos en cinco días, sino a jugadores con ganas porque saben que ese partido tiene el doble de importancia que en los viejos malos tiempos del calendario de 82 partidos. Puede que incluso haya algo parecido a la estrategia; los entrenadores tendrían tiempo para ensayar tácticas, los jugadores tendrían posibilidad de entenderlas.

Imagínense la emoción que acompañaría a los encuentros bisemanales que enfrentaran a jugadores no agotados

Pero volviendo a la realidad. La NBA no va a hacer ningún cambio porque la NBA es corta de miras. La NBA cree que es mejor sacar otra noche de ventas de entradas a unos fans que están ligeramente interesados en su producto, en lugar de crear un producto que sus fans se mueren de ganas de ver.

La NBA es el chico que mantiene una relación con una chica a la que no aborrece, pero que tampoco le gusta demasiado. Tiene la sensación de que hay cosas mejores, pero no tiene agallas para remediar la situación. De modo que sigue invitándola a cenas malas y pone los ojos en blanco con las historias que ella le cuenta a lo largo de ellas.

Nosotros seguimos soportando la versión de éxtasis de la NBA, preguntándonos cuándo entrará en razón la liga y caerá en la cuenta de que cuatro meses de partidos que tienen mucha importancia es mucho mejor que seis meses de partidos que prácticamente no tienen ninguna importancia.

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