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Un patinador de película

Una versión de Chaplin convierte a Javier Fernández en campeón de Europa, la primera medalla española del patinaje artístico, a solo un año de los Juegos Olímpicos de Invierno

Amaya Iríbar
Javier Fernández, en el ejercicio que le valió el oro
Javier Fernández, en el ejercicio que le valió el oroHRVOJE POLAN (AFP)

A Javier Fernández, como a muchos de los mejores patinadores, le va el cine. Dice que si cuando sale a la pista tiene un papel que interpretar todo es más fácil. Para su programa largo, el definitivo, en el que más arriesga y el que reparte las medallas, ha elegido transmutarse en Charlie Chaplin, ponerse chaleco y corbata y replicar las muecas de uno de los cómicos más famosos de la historia y ganarse con ello al público. Si a ese papel, interpretado con mimo, le añades un puñado de las piruetas y giros más arriesgados, lo que tienes es un campeón de Europa, el primero del patinaje artístico español.

Fernández llegó tranquilo a la pista de Zagreb. El episodio de los patines, perdidos y luego encontrados por la aerolínea que le llevó desde Toronto (Canadá), donde vive y se entrena desde hace un par de años, era ya una anécdota más de un campeonato histórico y el patinador se había entrenado bien por la mañana. Con la seguridad que da el saber que tras el programa corto solo le separaba un punto escaso del francés Amodio, el campeón de 2011, y que tenía un colchón de casi cinco con su inmediato perseguidor, otro francés, el veterano y dolido de la espalda Joubert; con la convicción de que su programa libre, donde los patinadores expresan todo lo que tienen, el arte y la pericia, está entre los más complicados del mundo y que solo él mismo, una duda, una caída, le separaba de la medalla.

Charlot no cayó. Tuvo un par de titubeos, pero sacó adelante sus cuádruples, la pirueta más complicada, que solo los mejores incluyen en su programa y que el madrileño repite hasta tres veces. El español se sobrepuso a la duda, bordó la parte coreográfica, la que arranca carcajadas y aplausos del público, en la que mueve un bastón imaginario, encoge los hombros como hacía el cómico o amaga con tropezar, y se despidió como un campeón. Emocionado.

Javier Fernandez, junto al francés Florent Amodio (i) y el checo Michael Brezina (d), en el podio
Javier Fernandez, junto al francés Florent Amodio (i) y el checo Michael Brezina (d), en el podioATTILA KISBENEDEK (AFP)

Al borde del hielo le esperaba Brian Orser, el hombre con el que ha diseñado en Canadá un programa hecho a su medida y con el que ya ganó en diciembre al campeón del mundo, y Gloria Estefanell, la vicepresidenta de la federación española que paga parte de sus gastos allí porque sabe que tiene una joya en sus manos. En la grada, sus padres, los mismos que dejaron a Javi, el niño de seis años, acompañar a su hermana Laura a la pista de hielo donde todo empezó hace muchos años. Los mismos que le apoyaron cuando, ya un adolescente de 17 años, decidió hacer las maletas y plantarse en New Jersey para trabajar con el ruso Morozov y, luego, mudarse a Canadá para seguir mejorando.

Fernández siempre lo ha tenido claro. Quería vivir de un deporte con apenas tradición en España y era consciente de que para eso tenía que salir del país. Su carácter inquieto –necesita cambiar siempre para mantener la motivación, decía hace un tiempo Carolina Sanz, su primera entrenadora- le ayudó a dar el paso. En Toronto lleva una vida más tranquila que en Estados Unidos, con menos viajes, pero la rutina es básicamente la misma. Siempre ha sido un saltador magnífico, pero allí ha seguido perfeccionando la parte artística de su programa y la técnica de patinaje.

Con un programa mucho menos complicado, Amodio no tenía ya nada que hacer. El triunfo de Fernández sobre el francés –al que sacó al final casi 25 puntos, 274,87 sobre 250,53- es, además de un paso histórico, una victoria personal sobre Morozov, que entrena al francés y ha vuelto a Rusia, y con el que el español no acabó en los mejores términos. Es también un un golpe de autoestima y de confianza para un patinador joven, de solo 21 años, de cara a los Juegos de Sochi el año que viene y, mucho más cerca, de cara al Mundial de marzo. Allí volverá a recurrir al Zorro para su programa corto y, sobre todo, a Chaplin, a ese programa que tanto le ha costado dominar y que le ha convertido en campeón de Europa.

Los principales éxitos los había aportado hasta ahora la santanderina Cionín Villagrá, bronce mundial en 1973 y subcampeona en 1975 en patinaje sobre ruedas -disciplina no olímpica-. Ahora, Javier Fernández abre a lo grande otro capítulo.

Sonia Lafuente logra el séptimo puesto

La patinadora Sonia Lafuente consiguió la séptima posición en el Campeonato de Europa de patinaje sobre hielo, que ha finalizado esta noche en Zagreb (Croacia), horas después del oro que firmó Javier Fernández en la disciplina masculina. Javier Raya fue decimosexto y la pareja de danza sobre hielo de Sara Hurtado y Adrià Díaz finalizó en decimoquinto lugar.

Si en el programa Corto de la madrileña había finalizado en undécima posición, en la jornada del sábado Lafuente -olímpica en Vancouver 2010- mostró sus credenciales para luchar por las plazas para los JJ.OO de Sochi 2014 y concluyó sexta para terminar finalmente en la séptima posición.

Lafuente ha superado en Zagreb todos sus registros hasta la fecha y ha batido la mejor marca en el programa Largo con 101.22 puntos y en el cómputo general con 152.29.

La victoria final fue para la italiana Carolina Kostner, que revalidó su cetro continental con un total de 194.71 puntos finalizando en segundo lugar en ambos programas. La medalla de plata se la colgó la rusa Adelina Sotnikova, primera clasificada en el Corto, con 193.99, mientras que tercera fue la también rusa Elizaveta Tuktamysheva con 188.85 enteros.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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