Un Madrid insaciable
Los de Laso vencen por segunda vez en tres días a Unicaja (67-91) en otra exhibición de intensidad y acierto que acabó por apabullar al conjunto malagueño, en plena cuesta abajo
Unicaja buscó desafiar en intensidad y eficacia al Madrid y acabó cautivo y desarmado ante el inagotable ejército blanco. Un líder intratable e insaciable que gestionó el partido con nervio y puntería hasta acabar fundiendo a un rival en plena cuesta abajo. La euforia apabulló a las dudas. 20 minutos de batalla y otros 20 de recital para los de Laso que siguen iluminados.
Mismo escenario, mismas caras, mismas parejas de baile, mismos movimientos. Se despidieron el jueves por la noche y se volvían a encontrar en la matinal del domingo. Como si de un playoff se tratara, Unicaja y Madrid se retaban por segunda vez en tres días sin aparentes síntomas de tedio ni fatiga. Sin titubeos ni calentamiento, el inicio del pulso pareció el quinto periodo del partido europeo.
Lanzados y afinados, los dos equipos se pusieron manos a la obra y pronto mejoraron sus prestaciones. Si el primer cuarto del jueves concluyó con 16-19 para los blancos, en esta ocasión llevaron sus dígitos hasta un excelso 24-28. Los de Laso enseguida encontraron la veta de los puntos gracias a Mirotic y Carroll; mientras, en los verdes, Luka Zoric localizaba un filón en la pintura.
Unicaja, 67 - Real Madrid, 91
Unicaja: Simon (5), Williams (11), Panko (5), Zoric (20), Dragic (3) -cinco inicial-; Calloway (10), Urtasun (3), Vidal (7), Fran Vázquez (3) y Lima (-).
Real Madrid: Llull (12), Rudy (4), Draper (3), Mirotic (12), Begic (8) -cinco inicial-; Sergio Rodríguez (14), Suárez (7), Carroll (12), Reyes (9), Slaughter (6) y Hettsheimeir (4).
Parciales: 24-28, 22-22, 13-16 y 8-25.
Árbitros: Pérez Pizarro, Peruga y Planells. Sin eliminados.
Martín Carpena. 9.000 espectadores.
Las torres blancas se cargaron pronto de personales en el intento baldío de frenar al pívot croata. El rebote ofensivo se convirtió en una bicoca para Unicaja que, sin remilgos, retó a su rival en intensidad y puntería. Begic y Hettsheimeir se fueron al banquillo con tres faltas cada uno dejando la faena para Reyes y Slaughter. Pero ninguno pudo remendar el traje que Zoric estaba cosiendo (16 puntos al descanso). Calloway desempolvó la batuta y comenzó a mover a los suyos, al trote y al galope y Unicaja alcanzó su primera y única ventaja tras un parcial de 11-4 (35-34, m. 15). Sin embargo, todo esfuerzo se queda corto ante la munición madridista. Sin reparar en amurallarse en defensa, los blancos pusieron en marcha su caldera ofensiva redoblando esfuerzos en el contragolpe. El intercambio de golpes, con 13 triples entre ambos equipos incluido, disparó el marcador hasta el 46-50 al descanso. Hasta ahí duró la batalla.
A la vuelta de los vestuarios, Unicaja se obsesionó en buscar las cosquillas a Begic para forzar su cuarta falta y el plan no le funcionó. El Madrid ajustó la defensa, los verdes fallaron siete de sus ocho primeros lanzamientos en el tercer acto y la diferencia se estiró (48-61, m. 24). Los de Repesa perdieron el hilo tras el parón y su rival vio el momento de romper la cuerda. Reyes puso orden bajo el aro y Llull se sumó a lo grande al concurso de tiro de Carroll.
La psicología entró en juego. Unicaja sumaba seis derrotas consecutivas entre Liga y Euroliga y el Madrid presumía de haber ganado 28 de sus 32 partidos oficiales, el último ante el cuadro malagueño. Y, en la batalla de endorfinas el optimismo volvió a imponerse a la depresión. Languideció Zoric y se secaron los de Repesa. Como si de un guion se tratase, la puntilla la puso de nuevo Sergio Rodríguez. A su son los blancos comenzaron el baile y la fiesta acabó en zarandeo. Un parcial de 0-19 al comienzo del último cuarto retrató la impotencia de los locales que, con los brazos caídos, se convirtieron en una caricatura de equipo ante un rival insaciable.
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