El vendaval reticente
La gran actuación de Cristiano ante la Real, mientras el Madrid tocaba fondo, recuerda al club la urgencia de su difícil renovación
El imprevisto periodo de melancolía estival que atravesó Cristiano Ronaldo hace unos meses inspiró a algún compañero a llamarle El Triste. El apodo todavía circula en el vestuario del Madrid para señalar al goleador portugués que un día, después de un partido, se plantó ante las cámaras para hacer la confesión más asombrosa que se recuerda a una gran figura en Chamartín: “Estoy triste”.
Sus compañeros le detectan cada extravagancia. Lo que nadie en la plantilla le podrá reprochar jamás es su honestidad, su ambición, y su competitividad, incluso cuando ha pasado por sus horas más bajas. El domingo, contra la Real, mientras el Madrid tocaba fondo, Cristiano hizo una de las cosas más complicadas en el fútbol: se elevó por encima del tono general depresivo para arrastrar a su equipo hacia la victoria. Como un vendaval. Marcó el 3-2 con la zurda y remachó el 4-2 con su segundo gol de falta directa en lo que va de temporada en Liga (el año pasado hizo dos goles de falta en todo el campeonato). Consciente de su fuerza, y consciente de que su entrenador, José Mourinho, necesita más que nunca de apoyos para conservar su prestigio, le dedicó el segundo gol. En el vestuario saben muy bien que si hay un futbolista que le ha marcado las distancias a Mourinho a lo largo de los últimos años ese ha sido Cristiano. Sin embargo, cuando se imponía un acto público que reforzara la imagen del mánager, el jugador fue generoso.
Cristiano siempre hace lo que conviene a Jorge Mendes, el agente más poderoso del mundo, su agente, y el agente que diseña la carrera de Mourinho. El empresario cuyo poder fáctico condiciona desde hace tres años todo el aparato deportivo del Madrid, capaz de influir en detalles insospechados. La dedicatoria de un gol, por ejemplo.
Los directivos blancos saben que deben limar asperezas con Jorge Mendes
Mendes ayudó a Cristiano desde su época de juvenil. El jugador, agradecido, lo considera su padre adoptivo. Cristiano es leal a Mendes antes que al Madrid y los directivos cuentan con ello. Hace tiempo que se convencieron de que si aspiran a prolongar el contrato del goleador más prolífico que ha tenido el club desde Puskas deberán primero sentarse a limar asperezas con Mendes. La renovación de Cristiano, que acaba contrato en 2015, es una de las tareas más urgentes que aguardan al presidente, Florentino Pérez. Y no parece sencilla.
Desde hace casi un año, Mendes y Mourinho trabajan sobre la hipótesis de una salida inminente del Madrid. La gestión del vestuario, los ritmos de las declaraciones, la escalada o la solución de los conflictos, artificiales en su mayoría, son producto de un plan cuidadosamente trazado por ambos. En los últimos años las relaciones de Mendes y Florentino Pérez se han enfriado al mismo ritmo que crecía el distanciamiento entre Cristiano y el club en el que dice estar apenado. Cristiano ha confesado que no quiere seguir a las órdenes de Mourinho la próxima temporada. Pero también ha dicho a sus amigos que no desea renovar con el Madrid. Que Florentino Pérez no le expresa todo el cariño que él merece. Según cuenta un llegado al jugador, el presidente respondió a uno de sus repentinos reclamos diciéndole que, si se marchaba a otro club, que antes le ingresara dinero suficiente para fichar a Messi. Si fue una broma, Cristiano se la tomó como un desprecio. La palabra Messi no es cosa de chistes en el entorno de Mendes.
El astro, un ejemplo de competitividad, acaba contrato en el verano de 2015
En la directiva del Madrid crece el escepticismo. Florentino Pérez rebusca entre grandes nombres del fútbol mundial, por si precisa llenar el vacío que dejaría la estrella: Bale, Silva, Agüero, Rooney, Falcao… Hoy son pocos los cargos de responsabilidad madridistas que apuestan por la continuidad de Cristiano más allá de 2015. Entonces, el goleador habrá cumplido 30 años. Pero se hace difícil imaginar su declive físico prematuro recordando los 16 goles que suma en esta Liga y, sobre todo, su imponente despliegue del domingo.
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