Spahic da vida al Sevilla
Tras una media parte horrible, el equipo andaluz se rehace y hunde a un Osasuna de poco físico
En la tumba que se ha convertido últimamente Nervión, parece que cualquier equipo con algo de desparpajo y cierta intensidad puede pescar algo positivo. La decadencia del Sevilla, a la que sus dirigentes no saben poner límites cuando hace tan poco tocaron la gloria, se traduce precisamente en eso, en un estadio frío, donde el visitante, en este caso Osasuna, que inició el encuentro como colista, se sintió tan bien que dominó a su antojo a un equipo sin alma durante una hora de partido. Pero resistió el Sevilla y, cuando nadie lo esperaba, resucitó asistido precisamente por un futbolista que primero fue una sombra y luego tiró del carro. Fue Reyes. Si su equipo tuvo la virtud de no encajar un gol, el extremo, con sus limitaciones, tuvo dignidad y fútbol para darle un giro al encuentro. Encontró ayuda en Navas, incombustible, con un esfuerzo conmovedor que acabó por contagiar a un Sevilla muy frío hasta entonces.
SEVILLA, 1 – OSASUNA, 0
Sevilla: Diego López; Cicinho, Fazio, Spahic, Fernando Navarro; Kondogbia (Perotti, m. 68), Medel; Navas, Rakitic (Hervás, m. 90), Reyes (Maduro, m. 85); y Negredo. No utilizados: Palop; Botía, Luna, y Babá.
Osasuna: Andrés Fernández; Marc Bertrán, Rubén, Flaño, Damià (Nano, m. 76); Puñal, Oier; Cejudo (Lamah, m. 71), Nino, Armenteros (Joseba Llorente, m. 86); y Sola. No utilizados: Elías; Lolo, Timor y Onwu.
Goles: 1-0. M. 83. Spahic resuelve un barullo en el área.
Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Marc Bertrán, Cicinho y Spahic.
Sánchez Pizjuán. 15.000 espectadores.
Spahic, cuando faltaban siete minutos, empujó a la red por las bravas un balón que le cedió el propio Reyes, que estaba en fuera de juego. Pero valió y fue el premio buscado, puesto que a la hora de partido el Sevilla despertó y gozó de buenas ocasiones salvadas por Andrés Fernández.
En la mejora del Sevilla también tuvo que ver Rakitic, que se hizo con el balón, y Osasuna, incapaz de mantener el empuje físico de la primera mitad. De seguir así, el conjunto navarro lo tendrá crudo para mantener la categoría. En pocas ocasiones más se encontrará en Nervión a un Sevilla tan abatido. Los tres puntos deben dar tranquilidad al entorno del equipo andaluz, muy alterado, y también a su técnico. Míchel, que solo ha hecho competir a cuentagotas a su equipo, tiene mucho trabajo por delante. Probablemente, el gol de Spahic le pudo salvar de la destitución, pues le está costando mucho dar con la tecla y el objetivo de una plaza europea está lejano. No obstante, con victorias, aunque tan pírricas, se vive mejor.
Osasuna mandó y templó lo que pudo, ante un Sevilla incapaz de dar dos pases seguidos en una primera parte lamentable. La clave del dominio de Osasuna estuvo en su poderosa presión adelantada y en su intensidad, aunque, evidentemente, le falta fútbol para convertir en gol tanto derroche. Incluso le sobra ingenuidad, como en una mano clara de Flaño dentro del área navarra que Del Cerro Grande no vio.
Solo en un balón largo de Reyes a Negredo atisbó el Sevilla la posibilidad de hacerle daño a Osasuna. Del choque entre Andrés y el internacional español saltaron chispas. Como en cada saque de esquina que Osasuna sacaba, incontables, aunque con poco resultado. Todo demasiado a la tremenda, sin un segundo de pausa y claridad.
Al cuarto de hora de la segunda mitad, el Sevilla dio síntomas de vida. Tampoco era muy complicado mejorar lo realizado anteriormente. Entonces, con más fútbol, le falló al Sevilla la puntería, otro de los problemas que atenaza a los andaluces. El meta Andrés Fernández le tapó los caminos del gol hasta que después de una jugada embarullada Spahic atinó ante el buen meta navarro. Osasuna, colista, no tuvo fuerzas para poner en peligro el triunfo de los andaluces, oxigenados con un segundo acto de muchísimo corazón y algo de fortuna.
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