Mourinho pierde su gran órdago al Madrid
El técnico deja a Casillas en el banquillo y el equipo cae en Málaga y está a 16 puntos del Barça
En un día para la historia del Real Madrid, el equipo se fue de Málaga con mucho más que una derrota: a 16 puntos del Barcelona y con la evidencia de que su técnico, José Mourinho, ha decidido echar un pulso final, ni más ni menos que con su capitán, síntoma definitivo de la escisión que hay en la caseta.
En la Costa del Sol hubo dos partidos: uno de Liga, otro, el que disputa por su cuenta Mourinho, que anoche ofreció la prueba más extrema de su absoluta soberanía. El vestuario que gobierna con poderes feudales se ha convertido en su principal obsesión. En la semana de los espías, él y su séquito, a la caza de chivatos y ovejas negras; en la semana en la que el presidente, en un discurso institucional ante los medios, enfatizó que las tensiones nunca son buenas, el técnico portugués señaló con su dedo a una leyenda madridista. Iker Casillas, que hace apenas un mes declaró públicamente que no se estaba siendo justo con su entrenador, fue condenado al banquillo por primera vez en una década. Una demostración extrema del ejecutivo más plenipotenciario que haya tenido el Real Madrid, un mensaje de un calado tan extraordinario que trascenderá lo meramente deportivo. Un cisma mayúsculo en la cruzada abierta por Mourinho, empeñado en exorcizar sus demonios a costa de una parte de la plantilla. Con Casillas apuntó más alto que nunca. El portero es un jugador en plenitud deportiva, lejos de cualquier fin de ciclo, patrimonial por su condición ya de leyenda.
Málaga, 3 - R. Madrid, 2
Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Sergio Sánchez, Monreal; Eliseu, Camacho, Portillo (Iturra, m. 69), Isco, Joaquín (Sebastián Fernández, m. 83) y Saviola (Santa Cruz, m. 64). No utilizados: Kameni; Buonanotte, Onyewu y Duda.
Real Madrid: Adán; Essien, Pepe, Ramos, Arbeloa (Callejón, m. 58); Di María (Kaká, m. 63), Xabi Alonso (Modric, m. 77), Khedira, Cristiano; Ozil y Benzema. No utilizados: Casillas; Carvalho, Nacho y Morata.
Goles: 1-0. M. 48. Isco. 1-1. M. 65. Sergio Sánchez en propia puerta. 2-1. M. 72. Santa Cruz. 3-1. M. 72. Santa Cruz. 3-2. M. 81. Benzema.
Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó a Gámez, Ramos, Cristiano, Pepe y Khedira.
30.000 espectadores en La Rosaleda.
A Casillas, el segundo portero menos goleado de la Liga, no se le recuerda una pifia gorda en mucho tiempo. El capitán, recluido al cuarto oscuro fuera de las urnas del Bernabéu y con un parón navideño por delante, aguantó en el banquillo sin una mueca de más, sin un gesto que pudiera atizar la hoguera. Y, seguramente, no lo hará. Su castigo en Málaga obligará a una mediación presidencial. Ante la mirada de Iker, sobre el césped el Madrid no sacó provecho de un buen primer tiempo, en el que salvo unos minutos algo agrietado, fue superior a su adversario, luego se desvaneció ante la mayor decisión de su rival y acabó del todo deslavazado, sin un plan de emergencias, con los jugadores fuera de contexto. Demasiadas elocuencias del momento de crispación y fárrago que vive el Madrid.
De entrada, sin noticias de Adán, el campeón enclaustró al Málaga cerca de Caballero, magistral a los pocos minutos en una falta lanzada por Cristiano, uno de esos disparos del portugués en los que el balón hace mil piruetas por el aire. Fue el preludio del buen primer acto de Ronaldo, activo y venenoso, el jugador sobre el que se vertebró el Madrid para acogotar al grupo de Pellegrini. El manual del chileno no varía por donde pasa. Con mejor o peor plantilla, no hay patadón que valga. El equipo intenta jugar desde su área, con el riesgo que ello conlleva. Cuando el Madrid le presionó de salida, padeció. Tieso por fuera porque Essien, anoche lateral derecho, y Arbeloa han hecho mejor carrera en sentido defensivo, pero guiado por Xabi Alonso, el conjunto madridista se aferró a CR y Di María, que sellaron las mejores ocasiones del primer tiempo, las únicas.
Del cuadro local no hubo pistas ofensivas hasta después del descanso. El Málaga es un equipo delicado, de ataque liviano. Busca el gol a través del juego, no de forma directa. En su formato, Isco es clave, por su ingenio, por su capacidad para manejar los hilos, para dar a su equipo la cadencia necesaria. Isco no irrumpió en el encuentro hasta pasado el intermedio. No hay mejor socio para Joaquín, el mejor Joaquín que se recuerda, un jugador al que Pellegrini ha resucitado al negarle su única condición de extremo y concederle un protagonismo mucho mayor en todo el frente ofensivo. Una alianza entre Joaquín e Isco, derivó en el gol del nuevo chico de oro del fútbol europeo. Un remate perfecto, imposible para Adán.
El gol dio paso a un segundo tiempo mucho más equilibrado, con el Málaga más enchufado y el Madrid a remolque. En estos tiempos, al Madrid un gol le desconecta por completo. Ya no fue el del inicio, con las líneas despegadas, sin tránsito, con defensas y atacantes. Ni siquiera el empate, logrado entre Benzema y Sergio Sánchez en una jugada de enredos, le devolvió a la senda adecuada. Todo le resultó más costoso. Santa Cruz tomó el relevo de Saviola, Joaquín e Isco tuvieron carrete y el Málaga se disparó en el marcador con dos goles de ventaja del paraguayo. Mourinho agitó su imperial banquillo y Callejón, Kaká y Modric cogieron el testigo. Con otro tanto de Benzema, el equipo, ya sin orden ni concierto, se lanzó a la aventura final, con Ramos de ariete y una foto final reveladora de los tiempos convulsos que vive el Madrid. La imagen de Alonso, fijo en las buenas y en las malas, bajo techo en el último tramo junto a Casillas. Intrigas en la caseta y el Barça a 16 puntos.
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