Toca el Rayo y gana el Zaragoza
La presión avanzada de los blanquillos rompe los esquemas de un rival sin recursos
No renunció el Rayo a su bandera, a su retórica, y el Zaragoza se lo hizo pagar caro, hasta el punto de que lo desnaturalizó con la presión avanzada y un poco de puntería. Sin más.
Entiende Paco Jémez que el Rayo debe jugar con una línea de tres en defensa —ayer partieron cuatro de inicio, pero uno de los dos carrileros ascendía siempre— para poder poblar la media, tener la pelota entre los pies y, de paso, presenciarse con más persistencia en el área rival con llegadas desde la segunda línea. Siempre a través del toque. Pero la valentía tiene doble cara; su zaga es un huerto de espacios y disgustos. Así, no especuló el Rayo, de juego alegre, pero rozó el masoquismo al no corregir sus deficiencias, atosigada la defensa por la presión rival. Tampoco fue de gran ayuda situar a Trashorras de eje, que ofrece toque y calidad, incluso posesión, pero también fragilidad en la fase defensiva. Edén para el Zaragoza, que tiene oficio y lo exprime de maravilla.
RAYO, 0 – ZARAGOZA, 2
Rayo Vallecano: Cobeño; Tito, Gálvez, Amat (Arana, m. 84), Nacho; Trashorras (Nicki Billie, m. 75), Javi Fuego; Vázquez (Delibasic, m. 66), Domínguez, Lass; y Leo. No utilizados: Rubén; Labaka, Casado y Adrián.
Zaragoza: Roberto; Sapunaru, Pintér, Álvaro, Abraham; Apoño, Movilla; Zuculini (Babovic, m. 71), Víctor, Montañés (Wilchez, m. 90); y Postiga. No utilizados: Franco, Paredes, José Mari, Oriol y Ortí.
Goles: 0-1. M. 21. Zuculini resuelve un pase de Movilla. 0-2. M. 60. Apoño define desde fuera del área.
Árbitro: Undiano Mallenco. Mostró la cartulina amarilla a Álvaro, Abraham, Lass, Zuculini y Javi Fuego.
Estadio Vallecas. 10.000 espectadores.
Manolo Jiménez, que no aspira a un juego exquisito sino resolutivo, adelantó las líneas. Suficiente para que Tito, Gálvez, Amat y Nacho, que trataron de cumplir con la exigencia de sacarla jugando, apenas encontraran pases. Y, con el balón en las botas, al Zaragoza le quedó poco trecho por recorrer. Como en ese control orientado en forma de sombrero de Montañés para descontar al rival, que solo Amat salvó en la línea de gol. O como, en ese guiño caprichoso, cuando Tito debió equivocarse al tratar de sacársela de encima y que terminó en una asistencia a Movilla, que enlazó con Zuculini para que rematara a la red.
Se estiró el Rayo y, en otro giro inesperado, se subrayó a la contra, con Trashorras como trampolín, Lass como cohete y Chori y Leo como rematadores. No atinaron en el disparo como tampoco lo hicieron en las jugadas a balón parado, siempre cabeceadas porque la defensa zonal del Zaragoza no maniató a los que llegaban desde atrás. Pero fue en un saque de banda bien protegido por Zuculini y mejor rematado por Apoño, cuando perdió el Rayo, que da juego para bien o para mal, y ganó el Zaragoza, menos estético y más efectivo.
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