San Mamés se despide de Europa
El Athletic, que recibe hoy al Sparta, ya no volverá a jugar un partido de torneos de la UEFA en su actual estadio, próximo al cierre El debut, en 1956 con victoria ante el Oporto
San Mamés se despide de Europa sin oropeles. Después de 56 años que encierran 77 partidos en media docena de competiciones, el viejo estadio de inspiración inglesa, que se apresta al cierre, apenas puede acoger un duelo intrascendente entre el Athletic, desahuciado, y el Sparta de Praga (21.05 horas).
Sin duda, un apático final después de electrizantes noches envueltas en pasión a falta de más gloria. De hecho, la aventura europea de San Mamés, a la que el Athletic llegaba después de ganar Liga y Copa en España, había tenido un comienzo sugerente en el arranque de la temporada 1956-57, con una victoria en el campo del Oporto (1-2) que aseguraba la primera eliminatoria de una Copa de Europa capaz de abarrotar más tarde las hemerotecas con hazañas dentro y fuera del campo. Pero, sobre todo, por culpa de la nieve.
En el 57, contra el United, se jugó con una nevada a las 15.30, no había iluminación eléctrica
En Bilbao, aquel 16 de enero de 1957, fecha prevista para que a las tres y media de la tarde se jugara un partido europeo contra el Manchester United de Viollet y de Taylor, nevó mucho. No se podía jugar a otra hora, claro, porque aún no había iluminación eléctrica en aquel campo situado al lado del bilbaíno asilo de San Mamés, el mártir arrojado a los leones.
Era la predisposición idílica para la épica, el choque de trenes sin bajar la cabeza, el pelotazo largo inmisericorde y el lógico patinazo incontrolable. Así es fácil de explicar que se vieran ocho goles (5-3) en pleno delirio. Carmelo, Orúe, Garay, Canito, Etura, Mauri, Artxetxe, Markaida, Merodio, Uribe y Gaínza entraron en la leyenda. Dos semanas después, el orgullo inglés fue implacable: 3-0 y se acabó.
Pero siempre hay tiempo para escribir la historia. Así lo cree un Athletic que sigue sin ver rota la cuerda de su estabilidad, a la que le conduce cíclicamente su atávica apuesta excluyente por los valores de Lezama. Precisamente en uno de esos brotes verdes, aderezados por el libreto de Marcelo Bielsa, los rojiblancos se tomaron la revancha más difícil: asombraron al mundo en Old Trafford. Lo hicieron con una señorial victoria ante el MU de sir Alex Ferguson (2-3), preludio de la apoteosis vivida en San Mamés aquella noche del añorado 15 de marzo de 2012. Entonces, el Athletic culminó una hazaña guardada en el corazón rojiblanco para siempre como referencia en tiempos de flaqueza como le ocurre ahora. Iraizoz, Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe, Iturraspe, Ander Herrera, De Marcos, Susaeta, Llorente y Muniain. El equipo que se repetía cada día en las escuelas.
Y en el medio, tiempo para el desencanto, el sentimiento amargo de una final perdida cuando se juega en casa. Fue un 18 de mayo de 1977. Venía el Athletic de Turín con una discreta derrota frente al Juventus (1-0), que alimentaba el reconocido optimismo bilbaíno. Koldo Agirre, exjugador y referencia para todas las generaciones que siente el Athletic, había depositado toda su confianza en Iribar, Lasa, Gisasola, Alexanco, Escalza, Villar, Irureta, Amorrortu, Dani, Churruca y Rojo I. Bettega, al adelantarse, hizo posible el valor doble de los goles en campo ajeno y neutralizó los de Irureta y Carlos. Fue una noche de ilusión. Todo un espejismo ante la lánguida despedida de hoy.
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