El camino cristiano
Por piedad, señores jueces, no lo hagan. No voten al mejor. Voten a Ronaldo
“Lo mejor es enemigo de lo bueno”. Voltaire
¿Hay lugar en el fútbol para la compasión? Habitualmente, no. La ley de la jungla decide. Gana el más fuerte o, a veces, el que cuente a su favor con la intervención divina, o la arbitral. Que, a efectos prácticos, es lo mismo. Pero hay un contexto futbolístico en el que sí existe un hueco para la bondad, para el factor humano. Hablamos de la competición por el FIFA Balón de Oro, cuyo ganador es decidido por un grupo de personas que tienen todo el tiempo del mundo para ponderar bien su decisión.
Si existe un cierto suspense por ver quién será el ganador este año es, claramente, porque no existe la total garantía de que el premio se conceda al mejor. Hay otros criterios en juego, todos ellos sentimentales. Es decir, criterios en los que pesa más el corazón que la racionalidad. Por ejemplo, la lealtad, factor determinante cuando uno de los posibles candidatos juega en tu club o compite en la misma selección. Ya que el juzgado consiste principalmente en los capitanes y los entrenadores de las selecciones del mundo, te vas a inclinar, en caso de duda, por uno de los tuyos; y definitivamente no por alguien que juega en un club por el que sientes un especial antagonismo.
Si existe suspense por ver quién será el ganador es porque no existe la garantía de que el premio se conceda al mejor
Otro criterio: lo que ha hecho el equipo de un candidato la temporada anterior. Si un jugador ha ganado una Liga o una Copa y ha sido el mejor de su equipo pues también entra en la quiniela. Esto nos acerca un poco más a la fría lógica pero no deja de ser, en el fondo, un criterio arbitrario, o sea emocional, ya que no responde a la pregunta de ¿quién ha sido el mejor jugador individual de los 12 meses previos? Para que veamos lo arbitrario que es, preguntémonos: 1. ¿Qué equipo ganó este año la competición de clubes más importante del mundo? 2. ¿Quién fue la figura decisiva en el equipo ganador? Las respuestas son: 1. El Chelsea y 2. Didier Drogba.
Pero Drogba no entró en la lista de los tres finalistas y en cambio Cristiano Ronaldo, cuyo equipo solo ganó la Liga española, sí. Su gran mérito, haber metido muchos goles. En cambio, Andrés Iniesta, que mete pocos goles, ahí está también. Se supone que se sumó al trío porque jugó – y muy bien- en la selección española que ganó la Copa europea de naciones en el verano. Pero, ¿podemos afirmar con convicción que Iniesta fue el jugador decisivo en aquella victoria? ¿No se hubiera echado igual de menos la ausencia de Xavi Hernández, o de Xabi Alonso, o de Sergio Ramos o de Iker Casillas? Es un tema de discusión; de larga discusión. Sí, es un placer ver jugar a Iniesta, el Fred Astaire del fútbol contemporáneo, pero no es posible declarar de manera científicamente irrefutable que ha sido el mejor de la selección española, cosa que sí podemos hacer en el caso de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid o Drogba en el Chelsea.
Si los jueces le dieran el premio que tanto codicia a Cristiano, podría caer en el autoengaño de creerse que es el mejor. Con lo cual sería feliz. Y se evitaría un espantoso disgusto
Por estos motivos, y ya que Iniesta ya ha ganado este año (por puro sentimentalismo, que conste) un premio individual europeo, el FIFA Balón de Oro tiene que ser cosa de dos: o Ronaldo o Lionel Messi, que lo ha ganado en las últimas tres ocasiones. Volvemos a la pregunta inicial: ¿Hay lugar en el fútbol para la compasión? Si la hubiera, si la generosidad y la humanidad pesaran en la decisión final, no hay duda de quién debería ser el elegido.
¿Para cual de los dos candidatos es más importante llevarse este Balón de Oro? ¿Quién sufriría más, quién se sentiría más profundamente dolido -más triste- en caso de no ganarlo? ¿Quién sería menos capaz de disimular su decepción, frente a cientos de millones de telespectadores, si quedase segundo? Las respuestas: Ronaldo, Ronaldo y Ronaldo. Es posible, además, que esta sea su última oportunidad; puede ser que nunca más Ronaldo se acerque tanto al récord de goles de su rival. El hecho de que Ronaldo marcó casi tantos goles como él la temporada pasada y que su equipo ganó la Liga española significa que si los jueces le dieran el premio que tanto, tanto codicia él podría incluso caer plausiblemente en el autoengaño de creerse que sí, efectivamente, es el mejor. Con lo cual sería feliz. Y se evitaría un espantoso disgusto. No, más que un disgusto: una tortura mental; una atroz humillación pública.
Por piedad, señores jueces, no lo hagan. No voten al mejor. Voten a Cristiano Ronaldo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.