Su majestad Iniesta
El equipo azulgrana incremente su renta sobre el Madrid hasta los 11 puntos merced a un recital ofensivo ante el Levante (0-4)
Una oleada de fútbol sacudió el Ciutat de València en la segunda parte. Una explosión de talento no por conocido menos saboreado. La aparición de Iniesta borró toda la encomiable resistencia granota y alejó de paso al Madrid a 11 puntos. El volante manchego abusó de su estado de forma: marcó un golazo y sirvió otros tres a sus compañeros. Dos de ellos a Messi, que suma ya 82 en 2012, a tres del récord de Gerd Müller (85 en 1972). Al grito de “campeones, campeones”, los hinchas azulgrana saludaron una victoria más plácida de lo esperado, en un duelo muy limpio, sin apenas faltas, en contraste con el choque del Levante hace 15 días frente al Madrid. Muy distinto también fue el final del duelo: abrazos entre los jugadores granota y azulgrana, intercambiando camisetas en el círculo central.
LEVANTE, 0 BARCELONA, 4
Levante: Munúa; Lell, Ballesteros, David Navarro, Juanfrán; Iborra, Diop, El Zhar (Pedro Ríos, m. 60), Barkero; Juanlu (Michel, m. 72); y Martins (Ángel, m.67). No utilizados: Keylor, Nikos, Rodas y Rubén.
Barcelona: Valdés; Alves (Montoya, m. 14), Piqué, Puyol, Jordi Alba (Adriano, m. 74); Xavi (Thiago, m. 77), Busquets, Cesc; Pedro, Messi e Iniesta. No utilizados: Pinto, Mascherano, Song y Tello.
Goles: 0-1. M. 46. Messi pica el cuero sobre Munúa. 0-2. M. 51. Messi engancha una asistencia de Iniesta. 0-3. M. 56. Iniesta marca con un tiro con la derecha. 0-4. M. 62. Cesc sortea al meta y remata un pase de Iniesta.
Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Cesc y Puyol.
Ciutat de València: 24.234 espectadores.
Tras el cuarto tanto y muchos minutos por delante, hubo un pequeño cónclave improvisado: Puyol y Ballesteros charlando en una especie de acuerdo para no seguir apretando, por mucho que Messi no entienda de pactos. Ante la evidencia azulgrana, el Ciutat de València fue generoso en la merecida ovación a Xavi, sustituido, y consecuente en la pitada a Jordi Alba, por su pasado valencianista.
Simeone, técnico del Atlético de Madrid, dijo recientemente que el Levante juega en una zona “muy rara” del campo. Un simpático eufemismo para explicar cómo el conjunto de JIM se agrupa sin reparos cerca de su portero, construye un caparazón, y, desde allí, se despliega con alegría, como niños de estampida al salir del colegio. Esa felicidad la transmite a la grada, que despide a su equipo con cariño cada vez que se retira al descanso.
El Barça se marchó al intermedio con tres tiros a portería desde fuera del área, señal de que no disponía todavía del hombre invisible para traspasar la pared defensiva granota. Solo una vez alcanzó la línea de fondo, después de un taconazo de Iniesta a Jordi Alba, malogrado el centro de este por un rechace de Iborra. Iniesta estaba incubando lo que vendría después, majestuoso al pinchar los balones aéreos e incisivo al desbrozar los caminos por el extremo izquierdo. Mucho más activo que el derecho, anulado Pedro por la firmeza de Juanfran y cambiados los planes tras la lesión de Dani Alves. Al entrar Martín Montoya, el Barça presentaba un once completamente criado en La Masia.
Sin ningún nueve de referencia, los centrales granota tampoco se pusieron nerviosos en el primer periodo. Si Ballesteros salía de su zona persiguiendo el señuelo de Messi, Iborra ocupaba su puesto en el centro de la defensa. Para orgullo de su gente, el Levante no se dedicó solo a defenderse. Cada movimiento felino de Martins, invitaba a la máxima atención de Piqué y Puyol, otra vez juntos, como en los viejos tiempos, en la zaga azulgrana. Tanta confianza destilan los jugadores granota que algunos se atrevieron incluso en los uno contra uno, algo impensable en otras épocas: un caño de Juanlu a Piqué o un regate largo de Barkero a Xavi.
En el repertorio inabarcable de Messi, dejó un control orientado y una arrancada ante la que Diop, a su lado, solo pudo suspirar: Uau. Un aperitivo de su exhibición en la segunda parte. A estas alturas, el olfato del genio argentino le permite saber qué compañero es, en cada momento, el más afilado. Por supuesto, Iniesta. El interior manchego primero le metió un pase raso en profundidad al que Messi respondió con la monotonía de su grandeza: picando ante la salida de Munúa. En esa normalidad de la excelencia, Iniesta zigzagueó hasta línea de fondo y su centro atrás lo empalmó de primeras Messi. Desatado como estaba, Iniesta coronó la noche con un trallazo a la parte interior del larguero de Munúa. En 10 minutos había disuelto toda la solidaridad defensiva granota.
No hubo tregua ni piedad por parte de Iniesta. Su pared con Cesc la completó este último en una goleada disuasoria para sus rivales por el título. Sin concesiones tampoco en defensa. Si acaso el penalti de Puyol a Míchel que Barkero, tan seguro desde los 11 metros, desperdició al encontrarse con la estirada de Víctor Valdés. A eso se añadió un espectacular caño de Pedro a Juanfran. El Barça estuvo en vena en un campo en el que acostumbra a celebrar títulos o partidos interpretados como si lo fueran.
Pleno histórico de La Masia
La lesión de Alves, un clásico de la temporada —una elongación del bíceps femoral en la pierna izquierda—, propició que por vez primera el Barcelona alineará a un equipo formado íntegramente por jugadores de La Masia: Valdés; Montoya, Piqué, Puyol, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Cesc; Pedro, Messi e Iniesta. Nunca había ocurrido hasta el momento o al menos no hay constancia. Únicamente se recuerda al respecto una declaración de intenciones de Van Gaal en noviembre de 1998: “Es muy importante que el Barça pueda ganar la Copa de Europa con muchos futbolistas criados en Cataluña”. Hasta el entrenador, Tito Vilanova, se formó en el fútbol base del Barcelona.
El técnico no sólo cuadró una alineación histórica sino que, al igual que en Moscú, encontró una buena solución para dar cabida a sus cuatro centrocampistas internacionales (Xavi, Busquets, Cesc e Iniesta) sin tocar el dibujo: (4-3-3). Ausente Villa, Iniesta ha recuperado su condición de extremo izquierdo, como en tiempos de Rijkaard, y su aportación ha sido decisiva: marcó un gol y asistió en los otros tres.
Iniesta estuvo soberbio en el desequilibrio y Messi en la definición: marca los goles a pares y ya suma 82 en 2012, a tres del récord de Müller. También el equipo igualó el mejor arranque en la Liga (12 victorias y un empate) en poder del Real Madrid desde 1991-92. La actuación de la cantera fue tan completa que hasta Valdés paró un penalti a Barkero (m.85).
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