Los brotes de Adrián
El delantero del Atlético, ayudado por la puntería de Raúl García, resquebraja al Hapoel
Tenía un trámite anoche el Atlético: certificar la clasificación para la siguiente ronda ante el espurio Hapoel Tel Aviv. Y lo cumplió. Lo hizo vestido de negro por esas cosas que aún no ha corregido la modernidad. La primera indumentaria del equipo israelí era roja y la UEFA decidió que se cambiaran los de casa y los visitantes jugaran de blanco.
Ahora le queda al Atlético certificar el primer puesto del grupo en Plzen, ante el rocoso Viktoria, para evitar en el bombo de octavos a los rivales procedentes de la Liga de Campeones. Hecha la lectura del grupo, de que era superable sin necesidad de un desgaste de los titulares, esta liguilla le ha valido al técnico argentino para examinar el fondo de armario y ofrecer minutos a los menos habituales a cambio de compromiso y fidelidad a la dinámica de grupo. En esa probatura de futbolistas, la fría noche del Calderón dejó dos detalles esperanzadores de Adrián. El primero, ese devastador cambio de ritmo en la jugada del gol de Raúl García. Arrancó desde el pico del área y su centro lo cazó Emre, que la cedió hacia atrás para que Raúl García reventara el balón con ese aire de contundencia de centrocampista alemán que impregna a sus llegadas desde segunda línea. Su zapatazo entró tras pegar en la parte inferior del larguero y botar un par de palmos atrás de la línea de gol. Y la otra virguería de Adrián fue un control orientado con el interior que valió para crujir la cintura del rival, aunque no acertó a superar Apoula con todo a favor.
ATLÉTICO, 1 – HAPOEL, 0
Atlético: Asenjo; Silvio, Pulido, Cata Díaz, Cisma; Mario Suárez, Emre; Adrián, Raúl García, Cristian Rodríguez (Pedro Martín, m. 87); y Diego Costa (Koke, m. 59). No utilizados: Courtois; Miranda, Kader, Saúl y Tiago.
Hapoel: Edel; Pantsil, Shushan, Haimovic, Pektovic, Danin; Vermouth (Toama, m. 62), Maman, Gordana (Mare, m. 77); Ben Haim; y Damari. No utilizados: Kleyman; Yoseff, Khotaba, Antebi y Lax.
Goles: 1-0. M. 7. Raúl García resuelve desde el punto de penalti un pase hacia atrás de Emre.
Árbitro: Martin Hansson. Mostró la cartulina amarilla a Raúl García, Plantsil y Cristian Rodríguez.
Vicente Calderón. 8.000 espectadores. Penúltimo encuentro de la fase de grupos.
No tiene otro futbolista tan imprevisible en el área el Atlético como Adrián. En la medida en la que se aleja, pierde potencial para hacer daño. Tampoco le buscan demasiado cuando decide jugar a la contra. Partidos como el de la final de Bucarest o el de la Supercopa ante el Chelsea demostraron que debe ser la primera opción porque suele ser imparable cuando se lanza a la carrera. Le viene al Atlético el mes de los miuras y lo necesita afilado.
Esos brotes de Adrián se dieron entre algunos amagos intencionados del Hapoel, que parece haber construido la casa por el tejado. Sus tres futbolistas de arriba, Vermouth, Damari y Ben Haim están muy por encima de todo lo que se cuece a sus espaldas. El trío lo demostró en unas cuantas incursiones en las que rompieron a golpe de regate y velocidad a la defensa rojiblanca. En una de ellas, Asenjo tuvo que salir a los pies del pinturero Ben-Haim, que apuró en especial a Silvio. Mala señal la suya que cada vez que le encaraban reculaba en vez de tratar de arriesgarse a salir ganador del uno contra uno.
No se estabilizó nunca el Atlético en el segundo tiempo que, a diferencia del primero, tuvo al Hapoel metido en su campo. Juntó peor las líneas y fue menos veloz para replegarse. Hubo momentos de ida y vuelta con poca pólvora. Pero, de nuevo, lo más significativo salió de las botas de Adrián. Un taconazo por allí, otra cintura resquebrajada por allá, un cabezazo y un desmarque al espacio que le vio Cebolla Rodríguez en el que no superó la salida del portero... Para entonces, Adrián ya había ocupado la punta del ataque a la que antes Diego Costa solo le había dado movilidad. No fue tan dañino el delantero centro como en Granada, donde encabezó junto a Koke esa capacidad de reacción que dice Simeone haber descubierto en el equipo y que le conviene espolear por todo lo que se le avecina en las próximas cuatro semanas.
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