La raíz de la tierra

Igual que si le hubieran pegado un tiro, Radek Stepanek se desploma sobre el cemento del O2 Arena de Praga. El checo celebra así que por fin ha sumado un ace en la pista que ha diseñado su equipo para convertir a la República Checa en el primer país que celebra desde 1990 la Copa Davis y la Copa Federación (su homólogo femenino) en el mismo curso. Algo se mueve en el tenis checo. Petra Kvitova ha ganado Wimbledon y está entre las diez mejores del mundo. Tomas Berdych ha jugado la final de ese grande y también está en la élite. Hradecka y Hlavackova celebraron la plata olímpica en Londres 2012. Jiri Veseley, campeón del Abierto de Australia junior, ha llegado a número uno de su categoría. La selección femenina ha levantado las dos últimas Copas Federación y la masculina ha alcanzado la final en 2009 y 2012. ¿Qué explica esos resultados exuberantes?

“Tienen buenas escuelas y una buena red de clubes que trabajan desde hace muchos años”, resumen en la federación española (la checa declinó contestar a este diario). “Aparte de que por cuestiones del clima tienen muchas pistas cubiertas, también muchos jugadores y clubes de los más importantes tienen gran tradición en la tierra batida, lo que hace más completos a los jugadores”, añaden, prolongando el argumento con el que Martina Navratilova, campeona de 18 grandes, explicó el auge del tenis checo: “Lo importante es que allí los tenistas crecen en tierra, lo que les obliga a tener un juego completo, compacto. En tierra no te puedes salir con la tuya con una mierda, con un saque asqueroso, un golpe de fondo lamentable o un mal juego de pies, porque no llegas a la pelota. Todo eso es la receta del éxito del tenis checo”.

¿Para qué irme? Me entreno un día con Berdych, otro con Kvitova, me dan una buena beca para mis gastos... nuestro tenis está subiendo” Veseley, junior de oro checo

Este verano, sentado en un coche tras acudir a la cena de campeones de la Federación Internacional, Veseley, el junior de oro, ofrecía otra reflexión, una que también conectaba a los checos con los españoles. “Me han ofrecido ir a entrenarme a EEUU”, decía tras llegar a París, donde se celebró la cena, en el jet privado que comparten Tomas Chrenek y Miroslav Cernosek, los dos magnates que financian el tenis checo con sus millones. “¿Para qué irme? Me entreno un día con Berdych, otro con Kvitova, me dan una buena beca para mis gastos. El tenis sube cada día y tengo ejemplos y un futuro”.

Igual que Nadal aprendió de Moyà, un eslabón más en la cadena de campeones españoles iniciada en los 80, Veseley crece con Berdych y tiene la posibilidad de elegir entre cinco grandes centros de entrenamiento. Es la receta del éxito checo: adiós a lo que la federación describió como “eventos megalomaníacos” en los que los extranjeros cobraban fijos para perder luego a la primera; hola a torneos de club, plagados de tenistas locales… y muchos, sobre tierra.