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Djokovic ahoga a Federer

El número uno corona un pulso espectacular ante el número dos (7-6 y 7-5), que desperdicia un ‘break’ de ventaja en las dos mangas de un duelo muy físico y lleno de alternativas

Juan José Mateo
Djokovic conecta un reves ante Federer.
Djokovic conecta un reves ante Federer.AYBIGE MERT (EFE)

Quieto todo el mundo. Roger Federer grita y aprieta el puño, Novak Djokovic deshace su rostro en una mueca de sorpresa y el público se estremece ante lo que ha visto. No es eso una cosa cualquiera; con punto de set en contra, el suizo se inventa una volea que no está en los libros, luego un pasante que golpea casi de espaldas, y ruge en el tie-break de la primera manga igual que rugió en el arranque del partido, cuando se puso 3-0 en nueve minutos. El duelo, sin embargo, no es una oda a la maestría del número dos del mundo. Es una canción que describe un combate tremendo porque a cada acometida de Federer le sigue la recuperación de Nole, que sabe bien lo que hace: carga contra el revés del campeón de 17 grandes. Es un pulso de desgaste que solo puede favorecer al serbio. El número uno sabe que Federer nunca le ha ganado tras perder la primera manga. Que el primer parcial lo es todo, que el suizo nunca le remonta, y que él ha ganado todas las finales de su carrera tras adelantarse (26-0). Llega entonces esa volea de Federer que le niega un punto de set, esa bola que paraliza a los espectadores, y, pasada la sorpresa, Djokovic ni se inmuta. Un error de Federer y un acierto suyo le dan el parcial tras 1h 25m, y con él llega el título (7-6 y 7-5).

“Nos hemos forzado el uno al otro al máximo en este partido, para mí es un privilegio”, dijo el campeón.

El serbio apretó desde la línea de fondo y decidió cargar mucho el revés del oponente

Durante el primer set, parece que Federer juega con una estadística en la cabeza: sus 16 triunfos por 13 derrotas ante Nole siempre llegaron después de ganar la primera manga, nunca le dio la vuelta al partido. En consecuencia, aprieta de lo lindo. No es solo ese arranque maravilloso, la carga de las valkirias que le impulsa hasta el 3-0. Es también la osadía con la que afronta la primera vez que Nole saca para firmar el set inaugural (5-4, rompe Federer). Es la maestría de sus tiros, que retuercen y retuercen al número uno hasta el punto de hacerle caer sobre el cemento, donde sangra, sufre y grita ante la herida abierta. Federer, el ganador de 2011, es un campeón a la altura de su título. Protege su leyenda, anuncia su futuro: ‘sigo queriendo, sigo pudiendo, en 2013 el número uno puede volver a ser mío’.

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Djokovic escucha y entiende el mensaje. Sabe que en juego hay más que un trofeo. Aprieta desde la línea de fondo. Intenta imponer ese ritmo infernal suyo que a tantos desarbola. Pega, pega y pega. Cuando gana el primer set, no tiene respiro. Su primer juego al saque en el segundo dura más de 11 minutos. Nole vive un martirio, y el martirio le doblega: la rotura (7-6, 0-2) espolea al serbio, que lo quiere todo ya, ayer, hace tiempo, y por eso juega demasiado rápido, demasiado pronto, queriendo cerrar los debates como un relámpago, cuando de toda la vida Federer fue el mejor pistolero.

“Nos hemos forzado al máximo en este partido”, explica el campeón

El suizo juega como si no tuviera 31 años. Frente a su tendencia a dejarse ir en los juegos al resto cuando ya ha cobrado ventaja —para proteger sus piernas—, convierte cada saque de su contrario en un infierno. En esa alta intensidad está su condena: Nole le exige tanto a sus pulmones y le pide tanto a sus piernas que Federer acaba cediendo su ventaja, ahogado en 42 errores no forzados en 2h 14m. Djokovic alza la Copa con solo un punto más en el casillero (96 a 95). Un maestro enaltecido por el rival derrotado: Nole abrasó a un Federer a ratos superlativo.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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