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El triplete de Manuel Pablo

El lateral canario del Deportivo, de 36 años, logra su tercer gol en 15 temporadas

Manuel Pablo dispara con la izquierda en la acción de su gol.
Manuel Pablo dispara con la izquierda en la acción de su gol.SANCHOFOTO (DIARIO AS)

Aquel tímido que en las salas de prensa apenas era capaz de esbozar una sonrisa, alzar la mirada e hilar una corta frase, el zaguero que semejaba llegar desde el Las Palmas como carabina del Turu Flores, tiene sobre la mesa una oferta para jugar con el Deportivo su decimosexta campaña consecutiva. Así lo reveló el presidente Augusto César Lendoiro después de que Manuel Pablo García marcara su tercer gol en esa casi media vida que lleva como blanquiazul. En el recuento, a punto de cumplir los 37, el lateral canario, aunque siempre con vocación ofensiva, no se ha caracterizado por sus intentos ante la meta rival. Eso sí, los tres goles son para el recuerdo: disparos de larga distancia que se cuelan por la escuadra. El primero en Santander el 16 de septiembre de 2000, el segundo en Murcia, en partido de Copa, el 30 de enero de 2003. El de ayer ante el Mallorca, en otro partido de esa competición, tuvo si cabe más mérito porque, diestro como es, lo embocó con la zurda.

Lendoiro se siente en deuda con él por frenar su traspaso al Madrid

 “El de Murcia fue más complicado porque le dí a la pelota sin haberla controlado”, explica Manuel Pablo, que encuentra un nexo común en su particular triplete. “Después de marcarlo mis compañeros me abrazaron como locos. Me parece que no se lo creían. Y yo tampoco”, matiza jocoso. “Fue de sombrerazo”, sentenció Joaquín Caparrós, el técnico del Mallorca, el mismo que entrenó a Manuel Pablo dos temporadas en el Deportivo, quizás con el que menos a gusto se encontró un futbolista que jamás levantó la voz en sus declaraciones públicas o privadas, ni siquiera cuando tuvo la opción de jugar en un grande de Europa. El Inter le siguió durante meses y el coruñés Luis Suárez pasó informes aconsejando su fichaje por la entidad milanesa, pero la oferta más concreta por él llegó desde el Real Madrid, que planteó dos opciones en el verano de 2001: la primera consistía en el pago de 4.000 millones de pesetas (24 millones de euros), aproximadamente lo que había abonado al club coruñés el año anterior por Flavio Conceiçao. Ante la primera negativa de Lendoiro, se llegó a plantear la posibilidad de una operación por 6.000 millones de pesetas que incluyera además el traspaso del meta Molina a la entidad de Chamartín y la cesión por dos años de Iker Casillas al Deportivo.

 Lendoiro dijo no y por eso ayer reconoció que todavía hoy se siente en deuda con su capitán, al que ofrecerá la continuidad en el club hasta que el propio futbolista sienta que le acompaña el aliento. Aquel verano de hace once años, el presidente del Deportivo sentía que en lo futbolístico estaba a la par que el Real Madrid. Y así era. “Me llamaron al club y me hicieron ver que competíamos contra ellos y que yo era un baluarte. Y ya no había mucho más que decir por mi parte”, recuerda el futbolista. Lendoiro sabía, en cualquier caso, que el interés del Inter latía y sentía que tenía un cheque en blanco galopando por la banda, una millonada que se esfumó a los dos meses en un choque con Giovanella, una doble fractura de tibia y peroné, una larga convalecencia y una certeza. “Regresé e intentaba ser el mismo, pero no lo conseguía”, reconoce Manuel Pablo, que con todo ha ofrecido un nivel más que notable tras aquel varapalo, castigado en los últimos meses por pequeñas dolencias que, según él, mentalmente causan más desasosiego que aquella espeluznante lesión. Así, mientras recupera sensaciones y con la seguridad de la confianza del club, disfruta de las mieles del gol, del abrazo del compañero y el reconocimiento de la grada, que ayer no dejó de jalearle tras la diana.

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