Una mentalidad sin rivales
Llevo 33 años en el paddock y he tenido la oportunidad de correr contra algunos de los campeones desde 1979 hasta 1992. Tengo la experiencia y los años para discutir sobre las variaciones que he visto entre los diferentes tipos de campeones de los últimos años. Y me atrevería a decir que estamos ante una nueva era que alumbra a pilotos más profesionales, más físicos, más duros psicológicamente, a los mejores, en definitiva. Pues del mismo modo que las máquinas han ido evolucionando también han tenido que hacerlo los deportistas. Si las motos son hoy más rápidas, más competitivas, con mayor rendimiento y durabilidad, si la tecnología alcanza los rincones más inhóspitos, si se siguen batiendo récords, si los neumáticos permiten mantener el mismo ritmo en la segunda vuelta y en la última, los pilotos que se montan en esas motos necesitan estar a la altura. No es exagerado decir que hoy un piloto podría firmar una vuelta rápida en el último giro de una carrera, de hecho lo hemos visto alguna vez. Eso supone que también los corredores deben exigirse el máximo. Y se corresponden hoy más con la figura de un atleta que con la de un piloto de hace unas décadas.
Del mismo modo que las máquinas han ido evolucionando también han tenido que hacerlo los deportistas
La misma evolución que han experimentado las motos en estos años la han experimentado, necesariamente, los pilotos. Y ha sido un evolución tanto física como mental. Conozco a Roberts, a Rainey, a Crivillé... y no he visto en los últimos años a alguien con la fuerza y la consistencia que hoy exhibe Lorenzo. Responde a un gran talento, pero también, con sus habilidades, a muchas horas de trabajo. No he visto la habitación de Jorge, no sé si es en su casa tan metódico como lo es en los circuitos, pero en los grandes premios es una auténtica máquina. Un reloj. Un rival sobre quien puedes garantizar que estará ahí, en el segundo exacto, en cada carrera del año. El aspecto mental es probablemente uno de los más importantes. Y Jorge, que está muy bien físicamente, que tiene la destreza y las habilidades para ganar carreras, tiene además una mentalidad como ningún rival de la categoría. Ni Stoner, el mayor talento de la parrilla, ni Pedrosa, están a su altura en este sentido. Es capaz de disociarse de las presiones. Y su consistencia este curso no tiene parangón. Reúne el talento, el físico, la fortaleza, la suerte. Parece salido de un laboratorio. Y si ha admitido que en 2010 lo tuvo más fácil a nadie escapa que esta temporada el excelente rendimiento de Pedrosa le ha complicado las cosas.
Y a mi enhorabuena a Lorenzo, debo unir las felicitaciones por la temporada de Márquez. Ha sido un gustazo verle crecer. Es divertido pensar, además, que todavía le queda mucho camino. Sabíamos que ganaría el Mundial y que lo haría con grandes resultados. Me temo que el año próximo Pedrosa, que será su compañero de equipo, sufrirá tanto con él al lado como lo hizo el primer año con Stoner. Es otro talento.
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