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El Málaga se amodorra

Al Espanyol le basta un esforzado ejercicio para mantener su portería a cero por primera vez este curso El equipo de Pellegrini modula su intensidad a causa de la ‘Champions’

Víctor Álvarez trata de controlar el cuero ante De Michelis.
Víctor Álvarez trata de controlar el cuero ante De Michelis.Alejandro García (EFE)

El Málaga es más equipo que el Espanyol, tiene más claro a qué juega y seguramente, mejores jugadores. Por eso el equipo de Pellegrini juega la Champions y es capaz de ganarle al Milan; por eso llegó a Cornellà tercero, a cinco puntos del líder. Seguramente por eso, el Espanyol, penúltimo en la tabla, se juega la vida a cada partido, y arrea como puede. Pero al Español le bastó esta vez su empeño para ganar un punto ante el Málaga en un partido estrecho, que terminó en tablas, un punto por cabeza que contentó a los dos: tampoco se merecieron más.

ESPANYOL, 0 - MÁLAGA, 0

Espanyol: Cristian Álvarez; Víctor Sánchez, Raúl Rodríguez, Héctor Moreno, Víctor Alvarez; Forlín, Cristian Gómez (Baena, min.79); Sergio García (Albín, min.71), Verdú, Wakaso y Longo (Stuani, min.46).

Málaga: Willy Caballero; Jesús Gámez, Demichelis, Weligton, Eliseu; Isco (Portillo, min.77), Iturra, Camacho, Duda; Seba Fernández (Joaquín, min.60) y Roque Santa Cruz.

Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Wakaso , Seba Fernández, Iturra, Víctor Sánchez, Stuani, Duda, Demichelis y Camacho.

Cornellá-El Prat. 21.267 espectadores.

Será porque el esfuerzo siempre tiene premio, el Espanyol se ganó el empate ante un equipo evidentemente muy superior. Es cierto que en el último segundo, su modorra pudo tener premio, pero se lo negó un paradón de Cristian Álvarez a remate de Santa Cruz. El Espanyol, por vez primera este curso, mantuvo a cero su portería.

El Málaga se fue a por el partido con la boca pequeña, y si tuvo oportunidades llegaron en jugadas de estrategia. De entrada, Pellegrini guardó a Saviola y Joaquín, y el Málaga lo notó. Al final, el empate resultó de lo más justo. Tampoco el Espanyol hizo mucho más que apretar los dientes. Pochettino recolocó a sus hombres en defensa, mandó a Víctor Sánchez jugar de lateral derecho —sufrió el catalán ante Sebas primero y contra Joaquín después— puso a Raúl y Héctor Moreno de centrales, adelantó a Forlín para jugar de pivote con Baena para ganar solidez y prefirió a Víctor Álvarez antes que a Capdevila por la izquierda. A partir de ahí, reapareció como titular Sergio García, que nunca se encontró con Verdú.

En el último minuto, un remate de Santa Cruz pudo decidir un partido estrecho y trabado

El Málaga, perezoso pero con oficio, le ganó el centro del campo al Espanyol con poco que hicieron Iturra y Camacho. La jugó Isco, siempre activo, siempre ofreciéndose algo espeso y Duda le puso criterio y buenos balones en saque de falta y desde el córner, que olían a gol. No llegó mucho más el Málaga, que confió sus ataques a la banda izquierda, en las apariciones de Eliseu y el desborde en punta de Sebas Fernández. Sufrió Víctor Sánchez en esa zona, que necesitó una falta tras otra para pararle. De ahí nacieron las mejores ocasiones malagueñas en el partido.

El Espanyol, que corrió mucho y a menudo atolondradamente, no apareció hasta el segundo tiempo, cuando asomó Stuani y se entonó Verdú. No es que fuera un vendaval de juego y de profundidad, pero llevó el partido a su terreno, ganó los rebotes y se quedó el balón. El partido creció, si no en juego, si en intensidad. El gran éxito del Espanyol en el segundo tiempo fue alejar al Málaga de su campo y hasta llegó a rematar a puerta, una vez, Albín de cabeza, flojo y fácil para el portero. Muy poco, pero tampoco hizo mucho más el Málaga en la segunda parte de un partido que fue trabado y espeso, del principio al final. Faltó lucidez individual y sobró esfuerzo, por parte local, y desgana, por la malagueña. Si los de Pochettino parecieron hipertensos en muchos momentos, en las filas malagueñas se añoró, precisamente, un punto de intensidad.

El Málaga, que jugó el miércoles Champions, llegó justo de gasolina al final. El Espanyol le exigió un tremendo esfuerzo físico, que se hizo notar. Así que pegaron un último arreón los locales. Pero todo su empeño, más voluntad que ideas y sobre todo que remate. Al final, el remate fue de Santa Cruz. Pudo decidir el partido, que terminó sin goles gracias a la intervención providencial Cristian, el portero local.

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