Pedrosa es una joya

El cielo se cerró por completo y rugió. Y un diluvio empezó a cubrir el asfalto del caluroso trazado de Sepang. La lluvia ya había obligado a retrasar el inicio de la carrera de Moto2 poco antes y a pararla a falta de tres vueltas para el final. Y, apareció de nuevo, con más fuerza si cabe, para añadir dramatismo a la resolución del título de MotoGP, cuyos aspirantes, Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo siguen empeñados en mantener un pulso excitante, salga el sol o caigan chuzos de punta. En este domingo lluvioso marcado por las corrientes monzónicas que azotan la costa malaya a partir del mes de octubre Dani Pedrosa volvió a exhibir un dominio insultante. También sobre una pista que terminó pareciendo una piscina. Y se llevó por tercera vez consecutiva los 25 puntos que otorga la victoria, además de la satisfacción de ser el único capaz de resistir ante la fuerza de los elementos. Y estaba exultante de felicidad, pues nunca antes había ganado en semejantes condiciones. Una muestra más de que el catalán no para de superarse este curso. No le quedan defectos por pulir. Es una joya.

Jorge Lorenzo, que había salido como una flecha, dispuesto a emular la majestuosa carrera brindada al principio del curso en Le Mans, también bajo la lluvia, acusó la elección, equivocada, del neumático trasero –se decantó por el compuesto más blando y perdió prestaciones demasiado pronto– y no pudo seguir el ritmo del de Honda cuando este le adelantó justo cuando se alcanzaba el ecuador de la prueba. Ya diluviaba por aquel entonces, pues, aunque la carrera había sido declarada en mojado por las condiciones del asfalto, apenas caían algunas gotas al inicio de la prueba. Pero a medida que iba avanzando la carrera el chaparrón era más intenso y prolongado.

Lorenzo necesitará terminar por delante del de Honda en Australia para ser campeón

En solo dos vueltas Pedrosa, que había marcado a Lorenzo desde los primeros giros, esperando su momento, logró abrir una distancia de más de dos segundos y medio. Apenas bajó el ritmo durante la carrera. Y su ventaja fue aumentando, no solo porque a las gomas de Lorenzo les quedaba poca vida –lo que, además, facilitaba el acercamiento de Stoner, que pasó de estar a más de seis segundos, a quedarse a solo tres en unas pocas vueltas–, sino también porque el mallorquín tuvo un par de sustos. El trazado parecía una pista de patinaje. No en vano se habían ido al suelo sin demasiados motivos Spies –que podría haberse fracturado la clavícula–, Dovizioso, Crutchlow, De Puniet y Bradl; y fue en menos de tres vueltas. Así que el de Yamaha, consciente de que se jugaba su integridad y un Mundial, empezó a levantar la mano pidiendo socorro. Instantes después, salvó una caída segura con el pie izquierdo. Y todavía aflojó más. Dirección de carrera tardó poco en darse cuenta de que aquello se convertiría en una escabechina, así que sacó la bandera roja tras 13 giros, a siete para el final.

Los pilotos regresaron al box, entre el desconcierto y el enfado. Lorenzo se molestaba porque no se hubiera parado antes. Pedrosa, que se veía capaz, porque se suspendiera. Al final, después de unos minutos que se hicieron eternos para dilucidar si la prueba se retomaba –a siete vueltas, pues no se habían cubierto los dos tercios de la carrera–, puesto que la lluvia no remitía y la luz era escasa, la prueba fue suspendida definitivamente. Y todos contentos. Pedrosa porque suma otra victoria más, necesaria para mantener el pulso con Lorenzo. Y este porque se acerca cada día más al título. En Australia necesitará terminar por delante del de Honda para ser campeón. Si no, habrá que esperar a la última carrera del año, en Valencia.