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EL CHARCO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una victoria para pensar

Messi celebra el triunfo ante Chile.
Messi celebra el triunfo ante Chile.CLAUDIO SANTANA (AFP)

La victoria vale más que los tres puntos que se trajo la selección el martes por la noche a Buenos Aires. Ausente Brasil por ser la organizadora del Mundial, Argentina dispone ahora de tranquilidad y tiempo porque es primera en la tabla con ocho puntos de ventaja sobre la línea del repechaje. Dos lujos raros en unas eliminatorias mundialistas que la albiceleste deberá usar con inteligencia para buscar soluciones a su juego.

Porque reconocer la contundencia ofensiva de la selección y sus buenos números en arco propio (es el equipo más goleador con 20 y el segundo menos goleado con siete) no debería utilizarse para ocultar debajo de la alfombra carencias no poco evidentes en fase defensiva. La foto, en la columna de los goles en contra, es engañosa. Ya en Lima, Argentina había sufrido mucho más de lo que reflejó el marcador con aquel solitario gol de Zambrano en el primer tiempo. El martes pasado, Chile no solo fue una marea roja que se filtro en terreno albiceleste por los costados, también tuvo un nivel de puntería peculiar: conjugó en sus numerosos remates el menor porcentaje de acierto al arco con el mayor porcentaje de acierto al cuerpo del arquero en lo que va de año.

Es cierto que, aprovechando el factor campo y apremiados por la tabla de posiciones, tanto Perú como Chile propusieron partidos muy agresivos, con las últimas líneas adelantadas y mucha gente volcada en ataque. Algo que pone fuera de foco a Argentina, más habituada a enfrentar planteos como los últimos de Paraguay o Uruguay, donde se mostró muy superior. Es cierto también que los equipos que asumen esos riesgos con Messi enfrente pueden pagarlo caro. Pero no es menos cierto que, en circunstancias similares, cuando el rival lo atacó sin complejos, Argentina pareció tener más para perder que para ganar. Eso es lo que le ocurrió durante buena parte del partido en Lima y durante todo el primer tiempo en Santiago. Y esa es la contracara a la regularidad lograda por el equipo desde que Sabella cambió el esquema definitivamente, en aquel segundo tiempo de la remontada contra Colombia, hace ya 11 meses.

La puntería rematadora y los buenos resultados de Argentina no deben esconder las debilidades defensivas

Aquel día en Barranquilla Agüero entró en la segunda parte y no solo ayudo a revertir un partido decisivo, sino que también ganó para los delanteros un puesto que hasta entonces ocupaba un volante. De ahí, Messi quedó suelto en la mediapunta, con dos referencias por delante: Higuaín y Agüero. Y cuando El Kun no estuvo, su puesto lo ocupo Lavezzi (Paraguay y Perú).

Las virtudes de este esquema están comprobadas: Messi se siente cómodo para flotar en el centro sin que los centrales lo persigan y encuentra apoyos por detrás y por delante. Su campo de acción se amplía sin que por eso el equipo pierda peso arriba. Mayor presencia ofensiva. Mejoran las posibilidades en el juego largo, como se vio en la gestación del gol de Di María a Paraguay, en una jugada iniciada con un lanzamiento largo de Gago a Lavezzi; o en el gol de Higuaín a Perú, también gestado por un pique profundo de Lavezzi, tras un lanzamiento de Fernández; o en el gol de Higuaín a los chilenos, esta vez habilitado a un ángulo del campo por Di María.

Sin embargo, son las debilidades, que hasta ahora le salieron muy baratas, las que deben ocupar a Argentina a la hora de plasmar ese dibujo. Debilidades que tanto Chile como Perú exprimieron al máximo adelantando la defensa, presionando alto, comprimiendo los espacios en el medio, proyectando a los laterales y, sobre todo, ensanchando el campo a la hora de atacar la línea de tres medios argentina. Una línea que, en los repliegues, se estrecha aún más con la presencia de Di María, menos habituado al juego posicional defensivo que Gago o Mascherano.

Esa fractura que, cuando es atacado, sufre Argentina entre los tres jugadores ofensivos y el resto, aísla el centro y lo debilita. Lo puso contra las cuerdas el martes durante una primera media hora de sufrimiento, donde Chile proyectó tanto a Isla como a Beausejour (dos volantes que hicieron de laterales pero profundizaron como wines [extremos]) para quebrar una y otra vez a Zabaleta y Campagnaro, de la misma forma que Advíncula lo hizo por la banda de Rojo en Perú.

Argentina vivió y festejo en Chile de la indefinición ajena y la gran precisión propia. Los síntomas ya son repetidos. Con la holgura que le da esta victoria, tiene tiempo y margen para pensar y probar alternativas. Debe lograr ajustar los desarrollos para hacerlos coincidir con los finales.

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