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El enigma de Mancini júnior

Andrea, hijo del técnico del Manchester City, se ha traído a Valladolid un entrenador personal, pero ni siquiera tiene ficha en el filial, que le contrató este verano tras ver un vídeo

Andrea Mancini, la semana pasada en Valladolid
Andrea Mancini, la semana pasada en Valladolid

“Que alguien ayude a Andrea. No puede ser que siempre le toque llevar la caja con los petos”, se oye en uno de los campos anexos al estadio Zorrilla. Andrea parece un veinteañero más del Valladolid B. Un chaval más hasta que se sube al coche (un Q5, que muy pocos a esa edad pueden permitirse, y menos si juegan en Tercera) y hasta que pronuncia su apellido, Mancini. Andrea es hijo de Roberto Mancini. Nació un domingo por la mañana en el que su padre marcó dos goles al Ancona y jugó en todos los equipos (de las categorías inferiores) en los que este ha jugado o entrenado: Lazio, Inter y Manchester City. Y ahora, tras un breve paréntesis cedido en el Fano, está en Valladolid.

¿Qué hace aquí pudiendo jugar en la Premier o en Italia? La respuesta o las respuestas son un ejemplo más de lo surrealista que puede llegar a ser el fútbol. “Mi representante, Paco Casal, me ofreció la opción. Me dijo que era una buena oportunidad, que el Valladolid es un equipo que ha lanzado a muchos jóvenes, y mi objetivo es debutar en el primer equipo, al menos en la Copa”, explica Andrea en un bar del Parquesol, un barrio residencial cercano al estadio.

Por lo pronto, ni siquiera ha debutado con el Valladolid B. Por un problema, cuenta, de papeleo, todavía no tiene ni ficha. “Son los coletazos de la Ley Concursal. Hay dos extranjeros más a los que aún no hemos podido hacer ficha. Para hacérselas se necesita permiso de residencia y para eso tenemos que estar en regla con Hacienda y la Seguridad Social. A finales de mes calculo que estará todo arreglado”, explica Carlos Suárez, el presidente del club.

Mi representante me dijo que el Valladolid ha lanzado a muchos jóvenes”

Andrea se entrena con sus compañeros, pero no ha jugado ni un partido de los siete que ha disputado su equipo. Su fichaje se produjo tras el visionado de un vídeo que un intermediario que controla el mercado brasileño e italiano hizo llegar al club. “Rastreamos el mercado de gente de 19 o 20 años y él entraba en esa franja. Y coincide que se llama Mancini. ‘Vamos a intentarlo’, dijimos”, cuenta Suárez.

El chico tiene un contrato no profesional de un año. Vive en un piso de alquiler en el centro de Valladolid (“me lo pago yo con mi sueldo”) junto a su novia, británica, que ha decidido venirse a España para hacerle compañía. “Estudia derecho y este año hará el curso on-line y a distancia. Por las tardes se ha apuntado a clases de castellano”, dice. Él se defiende bastante bien con el idioma. Lo aprendió en la Escuela Americana. Además del inglés, tuvo que elegir una lengua entre el francés y el castellano y optó por este último. Quizás también en honor a una bisabuela, que era de Valladolid. “Se llamaba Lolita. Era la mujer de un coronel del ejército de Franco. Eso me ha contado mi madre. Se vino a Italia con 20 años. No sé más”, relata.

Andrea, que juega de mediapunta igual que su padre, dejó Manchester en agosto. En la Liga de las reservas del City disputó 39 partidos en casi dos años; en el Fano, 15. No ha llegado nunca a debutar en ningún primer equipo. “Cuando tenía 17 años, me buscó el Mallorca. En 2010, el Espanyol. No me dejaron marchar. El fútbol español siempre me ha gustado. Se adapta más a mis características: más técnico, menos físico y menos lento que el inglés. En Inglaterra tienes que ser muy rápido y fuerte físicamente. He jugado partidos en la Liga de los reservas en los que solo había pelotas por alto”, explica. Su hermano, Filippo, que tiene dos años más que él, sí decidió quedarse con su padre. “Se entrena con los reservas del City y busca un equipo en Inglaterra aunque sea de Tercera. Yo me vine porque mi papá me dijo que esta podía ser una buena oportunidad para mí”.

Afirma ser bisnieto de una vallisoletana casada “con un coronel de Franco”

Su madre no quería que viniese a Valladolid: “Su frase favorita es: ‘Los hijos tienen que estar en casa”. La que más le repite su progenitor, en cambio, es: “Tienes que dar el 150% en los entrenamientos, correr, correr y correr y respetar al entrenador”. Mancini padre no pasaba por ser el que más corría en la cancha. “Ya, pero ahora el fútbol es otra cosa. Ahora hay que ser más atleta que jugador”, responde Andrea. Quizás por eso se ha traído a Valladolid un preparador físico personal (él lo llama personal trainer), Nazareno Tozzo. “Por la mañana me entreno con mis compañeros y por la tarde con Nazareno. De cinco a siete, de lunes a viernes”, comenta. Otro lujo que muy pocos chavales de su edad se pueden permitir.

Andrea nació un domingo de septiembre de 1992, justamente cuatro meses después de que el Sampdoria de Vialli, Toninho Cerezo y Mancini perdiera la Copa de Europa contra el Barcelona de Koeman. “De eso en casa no se habla. Nunca hemos hablado de esa final. Es un tema tabú. Mi padre no soportó que la perdieran. Yo solo he visto el vídeo y esa Samp era un equipo que estaba en su apogeo. Lo único que me contó mi padre es que la plantilla había hecho un pacto: nadie se marcharía hasta que lo hubiesen ganado todo. Solo les faltaba la Copa de Europa y después de aquella final el pacto se rompió junto a otras cosas. Vialli se marchó, Toninho y otros también”, relata. Creció viendo pasear por su casa a Vialli y Cerezo casi a diario. “Eran los que más venían a casa, a comer, a cenar... Todavía hoy siguen teniendo una muy buena relación los tres”, cuenta.

Dice que lo primero que cogió en las manos fue una pelota de fútbol. Sin embargo, no había fotos de jugadores en su cuarto. “Tenía a mi padre en casa. Quizás por eso nunca he sido muy fanático”, asegura. Guarda, eso sí, el primer autógrafo que le encargó: el de Francesco Totti.

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